Ni Hawaii, ni Maldivas, en Bermeo se puede nadar con tiburones: “Es seguro y una experiencia increíble”

  • Isaías Cruz, guía de buceo, es el responsable de Mako Pako, empresa que organiza avistamientos y nado con tiburones azules en el Cantábrico

  • Estuvo más de dos años recorriendo la costa vasca hasta encontrar el lugar idóneo, donde acuden con frecuencia tiburones de un metro y medio

  • ¿Qué debo hacer si encuentro un tiburón en la playa?

Ni a Hawaii, ni a Maldivas ni a Galápagos. No hace falta ir tan lejos para nadar entre tiburones. Aquí mismo, en el Cantábrico, uno puede embarcarse junto a Isaías Cruz y el equipo de Mako Pako e ir mar adentro para vivir una experiencia que, los que ya la han disfrutado, aseguran que jamás olvidarán.

Allí, en un lugar cerca de Bermeo, uno puede ver e incluso hacer esnórquel con tiburones azules que alcanzan el metro y medio, aunque también frecuentan la zona tanto algunos más pequeños (casi recién nacidos, de unos 70 centímetros) como más grandes que se aproximan a los tres metros.

La experiencia completa, en la que están implicados un guía de buceo, un biólogo marino y un capitán de barco, dura aproximadamente seis horas. La primera hora se dedica a papeleo y explicaciones de seguridad en el puerto, luego hay 45 minutos de navegación hasta el punto de avistamiento, tres horas para encontrar a los tiburones y nadar con ellos, y finalmente una hora para regresar.

Todo comenzó cuando Isaías decidió unir dos pasiones: los tiburones, a los que adora desde niño, y el buceo, al que se aficionó gracias a una chica con la que salía con 20 años. “Siempre me han gustado los tiburones, es una pasión que arrastro desde niño. De hecho, cuando empecé a bucear también empecé a viajar. En uno de esos viajes fui a Sudáfrica para ver tiburones blancos y tigres, que son abundantes allí”, rememora.

Sudáfrica, punto de partida

Y allí, en Sudáfrica, se encendió la mecha: “Vi una actividad similar a la que hago ahora, pero con otras especies de tiburones. Al volver a Pamplona, donde trabajaba en un centro de buceo, propuse la idea, aunque todo el mundo decía que no había tiburones en España. Aun así, decidí probar. Preparé todo, pero en el centro de buceo me tomaban por loco, así que terminé de trabajar con ellos y seguí con la idea. Al año siguiente empecé a buscar tiburones por aquí y, con suerte, encontré uno en mi segundo intento. A partir de ahí, me vine arriba y continué buscando en otros sitios durante los siguientes tres o cuatro años”.

En el centro de buceo donde trabajaba me tomaban por loco cuando les conté mi idea

Isaías tenía muy claro lo que quería. Buscaba una zona a la que acudieran con frecuencia tiburones para organizar viajes de avistamiento y nado con ellos. “Recorrí toda la costa vasca, probando diferentes sitios, hasta que encontré el lugar donde voy ahora, en Bermeo. Soy de Pamplona y vivo en Pamplona, pero cuando fui por primera vez a ese sitio, en cuestión de 10 minutos vi dos tiburones y, a lo largo de la tarde, llegué a ver seis o siete al mismo tiempo.

Cierto es que el proyecto fue tomando forma poco a poco. Al principio los viajes eran sólo con amigos que sabían que Isaías lograba ver tiburones cada vez que subía al barco. Poco a poco la voz se fue corriendo y muchos desconocidos le preguntaban por ello. Así, a finales de 2019, Isaías se lanzó a la piscina (o al mar).

Los inicios no fueron sencillos, pero a él le servían para ir cogiendo experiencia, conociendo a los tiburones, aprendiendo de su comportamiento y tomando nota de las distintas posibilidades que podía ofrecer esa actividad tan peculiar. Ahora domina el escenario. “El tiburón azul, que es el que más vemos aquí, es muy seguro y por eso la experiencia es increíble. Aunque hay accidentes, hasta ahora no he tenido ninguno, afortunadamente. El tiburón azul no es un tiburón que te va a devorar; si ocurre un accidente, podría ser un mordisco, pero no es algo que ponga en peligro la vida”, explica.

Proteger a unos y otros

La seguridad es primordial, lógicamente, así que si hay que salir del agua, se sale. “Hay normas para protegernos de posibles accidentes y también para proteger a los tiburones de nosotros, evitando atosigarlos”, comenta un Isaías que protege a humanos y animales por igual. Todos deben disfrutar de la experiencia. 

En este sentido se entiende que el primero en ir al agua sea un instructor. “Para romper el miedo, uno de los guías entra primero al agua para que vean que no pasa nada y que el tiburón está tranquilo. Esto da seguridad tanto al tiburón como a los usuarios”, apunta un Isaías que reconoce que alguna vez ha tenido que sacar a todos del agua: “La primera vez que apareció un marrajo, que es un tiburón más activo y rápido, decidí subir a todo el mundo al barco porque no estaba familiarizado con su comportamiento”, recuerda.

La primera vez que apareció un marrajo, que es un tiburón más activo y rápido, decidí subir a todo el mundo al barco porque no estaba familiarizado con su comportamiento

Y es que cuando uno se dispone a nadar con tiburones no lo puede hacer de cualquier manera. Hay que seguir unas instrucciones claras. Si lo haces, todo irá bien. “Lo que no se debe hacer es saltar al agua haciendo mucha bulla para que los tiburones no se asusten. El barco que usamos tiene unos 8 metros, así que ponemos la zona donde colocamos el cebo para los tiburones en una punta y la zona para los bañistas en la otra. Intentamos mantener a la gente a una distancia prudencial de los tiburones”. 

Además, Isaías añade: “No se debe bucear, porque el tiburón se siente atacado cuando algo está debajo de él, ya que ellos también atacan desde abajo hacia arriba. Si estás por debajo de ellos, te pueden percibir como una amenaza. Así pues, intentamos estar siempre en la superficie para que el tiburón se sienta cómodo y se acerque si quiere”. 

Otro punto importante es la vestimenta: “Los usuarios deben ir vestidos de negro, con el neopreno negro, guantes y capucha negra. De este modo evitamos que los tiburones se sientan atraídos por colores que contrasten demasiado. También pedimos que no lleven anillos o que, si los llevan, se pongan guantes oscuros encima, y que no se vean pendientes ni otros accesorios para que los tiburones no se sientan amenazados y no se alejen. También es importante para la seguridad de los usuarios, para que los tiburones no se acerquen demasiado”.

Una experiencia emocionante

Con todas las pautas de seguridad bien claras, sólo queda disfrutar. Y se puede hacer de diferentes maneras, ya que  no todo el mundo tiene en mente la misma idea cuando sube al barco. “El perfil más común está entre los 30 y 50 años, aunque hay de todo. La mayoría buscan vivir una experiencia emocionante, pero también vienen buceadores profesionales y personas interesadas en el mundo marino, así como gente mayor con un interés cultural”, nos explica un Isaías que cambia el tono con otro tipo de perfil.

“Los usuarios que sólo buscan fotos para redes sociales pueden generar problemas, ya que su objetivo principal es conseguir imágenes llamativas, no disfrutar de la experiencia. Nosotros dejamos claro que la actividad es de avistamiento de tiburones y no está enfocada a tomar fotos. Si alguien quiere algo más específico, puede contactarnos para hacer una actividad privada”, zanja.

Los usuarios que sólo buscan fotos para redes sociales pueden generar problemas

En su explicación, siempre con la seguridad como telón de fondo, añade: “No es comparable nadar con tiburones a nadar con delfines, no es ni parecido. Con los delfines puedes acercarte y tocarlos, pero con los tiburones debes mantener una distancia por seguridad”.

Alguna vez, en la zona donde acude el equipo de Mako Pako, se mezclan tiburones y delfines, si bien no es una buena noticia, ya que la llegada de los segundos suele implicar la marcha de los primeros: “Cuando los delfines llegan, los tiburones, especialmente los más pequeños, suelen alejarse, ya que los delfines pueden ser agresivos con ellos”.

Pese a que los clientes suelen ir muy decididos, alguno que otro ha mostrado reticencias a la hora de la verdad, aunque las dudas suelen justificarse más con el miedo a las aguas abiertas y la profundidad que con el temor a los propios tiburones.

Y si han llegado hasta aquí y les pica el gusanillo de ver tiburones e incluso nadar con ellos, sepan que estamos en temporada alta para experimentar esta sensación, ya que la mejor época para el avistamiento de tiburones es desde la segunda quincena de julio hasta finales de septiembre. “Durante este tiempo, los tiburones aparecen más rápido y en mayor cantidad. Fuera de estas fechas, aunque se pueden ver, es menos probable y requiere más tiempo encontrarlos”, comenta un Isaías que recomienda vivir esta sensación a todo el mundo.

“La actividad está pensada para todo el mundo, tanto buceadores como no buceadores. Entre otras cosas, por eso decidimos hacerlo en snorkel. Lo importante es tener curiosidad y disfrutar del mar”, concluye.