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Destino Costa Brava y Pirineo de Girona: mucho por descubrir, catar y admirar

  • Este rincón del mundo guarda verdaderos tesoros para los amantes del turismo cultural, gastronómico, de salud y bienestar o de naturaleza

  • Un paraíso donde mar y montaña se abrazan creando escenarios magníficos en los que cuidar el cuerpo, el alma y la mente

  • Déjate sorprender y prepárate para vivir tus mejores momentos en la Costa Brava y el Pirineo de Girona

Del mar a la montaña, del Cabo de Creus hasta el Puigmal, el Pirineo de Girona nos sorprende con una infinita variedad de contrastes, paisajes y sensaciones que se amplían a lo largo de la franja costera de la Costa Brava. 214 kilómetros que comienzan en Blanes y acaban en Portbou, en la frontera con Francia. A cada paso nos sale al encuentro un encanto natural, un tesoro cultural o histórico, una propuesta enogastronómica y un relato tan interesante como el del periodista neoyorquino Truman Capote, que encontró en Palamós, un pequeño pueblo de la Costa Brava, la paz y la inspiración que necesitaba para culminar “A sangre fría”, su gran obra maestra. En una carta a un amigo le describió su oasis literario con estas palabras: “el agua es tan clara y azul como el ojo de una sirena”.

No necesitamos cruzar el Atlántico ni recorrer los 4.000 kilómetros que separaban al escritor de la Costa Brava. Lo tenemos a un paso y es un destino idóneo en cualquier época del año porque cada estación se muestra con un atractivo diferente. Y ya que hemos mencionado a Capote, empezaremos por una inmersión cultural para continuar con el bienestar, el paladar y la aventura.

Un viaje por la diversidad cultural

El legado histórico y artístico de la Costa Brava y el Pirineo de Girona reúne más de 550 elementos patrimoniales, algunos milenarios, como el yacimiento arqueológico de Empúries, el único de la Península Ibérica donde conviven los restos de una ciudad griega con las de una ciudad romana. Esta puerta de entrada a la cultura clásica es parada ineludible.

También lo es el Monasterio benedictino de Sant Pere de Rodes, que se alza sobre una de las cimas de la sierra de Rodes, al norte del Alt Empordà. Hoy testigo de la arquitectura románica catalana, este colosal conjunto monacal fue desde el siglo XI al XIV el principal centro espiritual del condado. 

La escapada medieval nos lleva a pueblos que nacieron en esa época, como Monells, Pals y Peratallada, pequeños, pero con encanto suficiente para transportarnos en el tiempo y conocer sus curiosidades. En la plaza de Monells, por ejemplo, se rodaron las escenas más divertidas de “Ocho apellidos catalanes”.

Si te apasionan las peculiaridades del cine, en Girona se encuentran varios de los escenarios donde se rodó “El perfume”. En esta adaptación del bestseller homónimo de Patrick Süskind el Barrio Viejo de la ciudad se convirtió en la ciudad ficticia de Grasse. En las escaleras de la Pujada de Sant Domènec se rodó una de las escenas más recordadas, la de Jean-Baptiste Grenouille esperando a una de sus víctimas. También las calles que rodean a la Catedral de Girona sirvieron de plató para una de las escenas finales. Nadie se despide de la ciudad sin antes visitar el Paseo Arqueológico, los Baños Árabes o el Barrio Judío.

No podemos acabar nuestra ruta cultural sin mencionar el Triángulo de Dalí, la figura geométrica que aparecería sobre un mapa de Cataluña si se trazara una línea imaginaría entre los municipios de Púbol, Portlligat y Figueres, las tres localidades que representan la trayectoria surrealista de Salvador Dalí. En cada vértice, a muy poca distancia el uno del otro, un escenario de su vida y obra: el Teatro-Museo Dalí de Figueres, el Castillo Gala Dalí de Púbol y la Casa-Museo Salvador Dalí de Portlligat. Al triángulo se ha sumado la Casa Natal de Dalí en Figueres, que abrió sus puertas el año pasado.

Está, por supuesto, esa otra cultura viva presente durante todo el año en fiestas populares declaradas de interés nacional, ferias, mercados locales y festivales de música, teatro y magia.

Un paraíso donde soñar y cuidar el cuerpo y el alma

Por sus paisajes magníficos, donde se encuentran la montaña y el mar, la Costa Brava y el Pirineo de Girona se convierten en destino idílico para desconectar y vivir las sensaciones más placenteras rodeados de los cuatro elementos de la naturaleza que, según la tradición, condicionan nuestro ser y nuestra forma de entender el mundo: agua, fuego, tierra y aire. Sus playas, calas, cumbres, bosques centenarios y volcanes dormidos predisponen al viajero a conectar con ellos practicando yoga, mindfulnes, baños de bosque, itinerarios terapéuticos u otras actividades que proponen sus hoteles de bienestar y spas.

Mesa y mantel

No hay deleite completo si no involucramos a nuestros cinco sentidos, incluido nuestro paladar. La gastronomía está marcada por los sabores mediterráneos que se complementan con los productos de zonas de secano y de bosque de montaña. Hablamos de la anchoa de L’Escala, la manzana de Girona, la carne de caza, los panellets y la castaña o el moscatel y la ratafía, puro mar en la boca. Hablamos también de platos como el pollo con cigalas, la sepia con albóndigas o los calamares rellenos. Y hablamos de los sabores potentes de la cocina volcánica y pirenaica. En cualquier mesa encontrarás una buena rebanada de pan tostado con tomate y un surtido de quesos y embutidos locales. Pregunta por la cocinera y, con suerte, te llevarás la receta a casa. Dicen que es pecado irse sin haber probado las judías de Santa Pau o el trinxat de la Cerdanya.

Ruta del vino DO Empordà

Saborear la Costa Brava y el Pirineo de Girona exige parar el tiempo para contemplar el paisaje de viñedos entre el mar y la montaña capeando las embestidas de la tramontana, el aire que azota de manera especialmente intensa en la zona del Empordà. De aquí nacen vinos negros sabrosos y con cuerpo; blancos frescos y únicos como la garnacha del Empordà, un vino dulce natural elaborado con la variedad de uva que le da nombre; y rosados de graduación alcohólica moderada.

De la mano de más de 30 bodegas, podrás disfrutar de actividades únicas y tan originales como el enokayak, el winefulness, bicicleta entre viñedos, visitas enohistóricas, catas a ciegas o un maridaje de hierbas aromáticas y vinos.

Un lugar bendecido por la naturaleza

Naturaleza en estado puro en sus parajes mágicos, cumbres que rozan los 3000 metros, valles, montañas, volcanes, acantilados, fondos marinos, gran riqueza animal y vegetal y ocho parques naturales de una belleza asombrosa en los que podrás volar en globo, hacer senderismo o avistar pájaros de forma respetuosa con la naturaleza. Sin duda, es uno de los espacios más llamativos de la península, un territorio por explorar, desde el cielo a las profundidades del mar.