Las cinco aldeas más bonitas de España con menos de 100 habitantes

España cuenta con miles de lugares encantadores y acogedores que pareen sacados incluso de un cuento de hadas. Destinos que provocan sensaciones en el estado de ánimo de las personas que los visitan. Hablamos de las aldeas que encontramos en todo el territorio español.

Hay una diferencia fundamental entre pueblo y aldea, dos conceptos a veces empleados indistintamente cuando se trata de buscar el entorno rural más bonito de España. La diferencia entre ambos no radica solo en el número de habitantes. Una aldea suele ser más pequeña que un pueblo, pero no es así necesariamente. La denominación de uno y otro tiene más que ver con la administración del lugar. Las aldeas dependen de otros núcleos de población, los pueblos no.

“Así que, en muchas ocasiones, cuando se habla del encanto de un pueblo, en realidad se está hablando del encanto del conjunto municipal, es decir, del conjunto de núcleos de población que a efectos de organización forman uno solo”, aseguran desde España Fascinante. Recorremos las pequeñas aldeas con menos de 100 habitantes, pero con más encanto del país. 

A Ponte Maceira

Ponte Maceira es un pequeño pueblo de poco más de 60 habitantes que está situada en la parroquia de Portor, perteneciente al ayuntamiento de Negreira, en la provincia de A Coruña. Por aquí pasa el río Tambre, uno de los más importantes de Galicia. Destaca el gran puente Románico, construido sobre el Tambre en el siglo XIII, aprovechando los pilares de otra romana anterior. El puente une los municipios de Ames y Negreira, además cabe destacar el conjunto monumental formado por el poblado primitivo, un antiguo molino, presa, capilla de San Blas y el Pazo de Baladrón (S.XIX). Es paso obligado en el Camino marítimo de Santiago uniendo la ciudad del Apóstol Santiago con Fisterra.

Os Teixois

A tan solo 4 kilómetros de la hermosa villa de Taramundi podemos encontrar una de las aldeas más bonitas de toda Asturias y de España. Se trata de Os Teixois, un pueblo que se caracteriza por su valioso conjunto de ingenios hidráulicos en su estado natural, un conjunto etnográfico que ha sido declarado Bien de Interés Cultural. Además, su espectacular entorno natural brinda numerosas rutas de senderismo enmarcadas dentro de la Reserva de la Biosfera de Oscos, Eo y Terras Buró.

Orbaneja del Castillo 

En el límite con Cantabria se encuentra la pintoresca localidad de Orbaneja del Castillo, cuya seña de identidad es la espectacular cascada que brota de la Cueva del Agua, en la base del circo rocoso que protege el conjunto urbano. La cascada atraviesa el caserío de piedra de la villa que cuelga de las terrazas de toba, precipitándose en rápidos y cascadas hacia el curso del Ebro y dando lugar a una serie de pozas de un extraordinario azul turquesa.

El pueblo, que queda así dividido en dos barrios, Villa y Puebla, constituye uno de los conjuntos de arquitectura popular mejor conservados, con apiñadas casas de evidente traza montañesa cuyas elegantes solanas de madera parecen colgar del aire. El uso de la toba, piedra caliza muy porosa abundante en la zona, es otra de las características de estas construcciones.

Lanuza

Situado en el corazón del valle de Tena, justo donde se embalsan las aguas del río Gállego, Lanuza es una maravillosa aldea de los Pirineos de Huesca que ha renacido, después de ser anegado por las aguas de un embalse, gracias a sus antiguos vecinos, que decidieron conservar su cultura y convertirlo en un destino turístico. Entre sus atractivos, destacan el Embarcadero Suscalar, donde se pueden practicar deportes al aire libre; la cascada natural de O Saldo de Escarrilla, el tren turístico del Valle de Tena o la Estación de Panticosa, rodeada de algunas de las cumbres más altas de los Pirineos.

Siurana

La aldea de Siurana es considerado como uno de los pueblos más bonitos de Cataluña. Forma parte del municipio de Cornudella de Montsant y con sólo 50 habitantes, sus casas de aspecto medieval y calles empedradas atraen a los visitantes durante todo el año. Para muchos, su mayor atractivo es el lugar en el que fue construido: la cima de un acantilado a más de 730 metros de altitud. Una aldea de casas y calles empedradas y los restos de la fortaleza sarracena, situados en la entrada del pueblo. A sus pies un pantano de aguas limpias y tranquilas ofrece la posibilidad de practicar todo tipo de deportes acuáticos.