Durante siglos, los faros han sido la guía y esperanza de los marineros en las noches más oscuras y tormentosas. Guardianes del mar, estas atalayas se alzan en lugares imposibles para iluminar a la oscuridad y ayudar a los navegantes a volver sanos y salvos a casa. Son objetos de leyenda, testigos de multitud de historias y naufragios y, también, un lugar único para contemplar la fuerza del mar.
Observar las olas desde cualquiera desde lo alto de estos vigías es una experiencia inolvidable, sobrecogedora. Por eso, de cara al verano, os proponemos siete faros de la Costa Norte con los que podréis ponerle el broche de oro a vuestras vacaciones. No son los únicos (en España, hay 187 faros levantados, de los cuales 55 siguen estando habitados por un farero), pero sí son de los más emblemáticos, así que apunta: no te los puedes perder.
Situado en lo alto del cabo de Fisterra, a casi 140 metros del nivel del mar, este faro es el más occidental y emblemático de toda Europa y una parada obligatoria si viajas a Galicia. Construido en 1853, esta impresionante atalaya domina la peligrosa Costa da Morte y nos ofrece unas vistas espectaculares del Océano Atlántico, de esas que quitan el hipo.
Dada su ubicación en el llamado cabo del fin del mundo, en Finis Terrae, este faro ha sido escenario de multitud de leyendas. Tal es así que durante siglos se creyó que en esta zona el sol se apagaba en las aguas, dejando un manto de oscuridad y tinieblas en el horizonte. Hoy en día sabemos que las leyendas no son más que leyendas, pero aun así merece la pena pararse en este faro para descubrir la bravura del océano.
Siguiendo por Galicia, en A Coruña nos espera el faro romano más antiguo en funcionamiento del mundo: la Torre de Hércules, una poderosa torre de 55 metros de largo que ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2009 y que es el símbolo y emblema de la ciudad.
Construido a finales del siglo I por Gaio Sevio Lupo, arquitecto de la antigua ciudad de Coimbra en Portugal, este faro se alza en la costa norte de la provincia coruñesa, sobre un cerro de aproximadamente 50 metros de altura. Su mirador, al que se accede tras subir 234 escalones, nos ofrece unas vistas espectaculares de A Coruña y sus rías.
Fuera de Galicia, en Asturias, nos encontramos con Cudillero, un espectacular pueblo costero encajonado entre montañas de un verde intenso y oculto tanto desde el mar como desde tierra que destaca por la belleza de las fachadas de colores de sus casas, un singular entramado del que podremos disfrutar desde el puerto y conseguir una foto de diez para nuestra colección.
Su faro, construido en 1858, se encuentra situado sobre un acantilado de 75 metros de altura, a escasos metros del puerto, por lo que su acceso es muy sencillo. Si bien es cierto que la atalaya no se puede visitar por dentro, desde sus alrededores podemos disfrutar de las mejores vistas de la costa asturiana, así que no te lo pierdas.
En la meseta más saliente del Cabo Peñas, a escasos kilómetros de Cudillero, encontramos el faro más importante del Principado de Asturias: el faro de Cabo Peñas, una torre de 21 metros situada a 117 metros de altura sobre el mar.
Inaugurado en 1852, la luz de esta atalaya ilumina una de las zonas más peligrosas de Asturias, un lugar de imponentes acantilados que ha sido testigo de multitud de naufragios a lo largo de la historia.
Aquí, aparte de disfrutar de una panorámica espectacular de la costa asturiana, disfrutaremos de un paisaje natural de gran belleza por el que merece la pena perderse siguiendo sus múltiples senderos. Además, en la planta baja del faro, encontraremos un museo sobre temas marinos que nos permitirá conocer mejor el entorno en el que nos encontramos.
Salimos de Asturias para detenernos en una de las ciudades más bonitas de toda Cantabria: Castro Urdiales, una localidad que cada año atrae a multitud de turistas por la belleza de sus playas, su puerto y su patrimonio histórico, en el que podemos encontrar castillos, ermitas, iglesias y jardines de belleza superlativa.
Precisamente, en uno de los torreones del castillo de Santa Ana, en el corazón del casco antiguo, se encuentra el faro de Castro Urdiales, una obra que data de 1853 y desde la que podemos disfrutar de unas bonitas vistas de la ciudad. Si este verano estás pensando en recorrer Castro Urdiales, no te lo pierdas: la experiencia merece la pena.
A menos de 100 kilómetros de Castro Urdiales, en la ciudad de vizcaína de Lekeitio, se alza el faro de Santa Catalina, una construcción de piedra gris que nos regala unas fantástica imagen del litoral vasco y que tiene el honor de ser el primer faro visitable de todo el País Vasco.
Inaugurado en 1862, esta atalaya se alza en el monte Otoio, en un acantilado desde el que podemos observar toda la fiereza del mar Cantábrico. Tras haber sido sometido a un profundo proceso de rehabilitación, el faro se ha convertido en un centro de interpretación de la técnica de la navegación, donde podremos sentirnos como los marineros que, al final de la oscuridad, ven la luz que les llevará de vuelta a casa.
En la localidad de Pasaia, en el monte de Ulía, se erige el faro de la Plata, una construcción de 1855 que domina la entrada del puerto de Pasaia y que está considerada como el faro más hermoso del litoral vasco.
Situado en un acantilado que se eleva sobre 150 metros por encima del nivel del mar, esta hermosa atalaya tiene una apariencia semejante a un castillo, y en ella podremos disfrutar de la belleza del oleaje del cantábrico y de unas románticas puestas de sol que perdurarán en el recuerdo, con rocas destellantes por el astro y cientos de gaviotas sobrevolando el horizonte.