Uno de los mayores naufragios de la historia recobró su fama en 1997 por medio de una película. El director James Cameron dirigió Titanic, una obra maestra cinematrográfica que ganó 11 Oscar y en la que se cuenta la historia de navío más grande del mundo que en 1912 se hundió en el Atlántico a 600 kilómetros de Terranova. Más de un siglo después de su fatídico hundimiento en las gélidas aguas del Atlántico norte en abril de 1912, el recuerdo del RMS Titanic continúa fascinando a millones de personas de todo el mundo.
El transatlántico, sumergido a 3.821 metros de profundidad, todavía encierra numerosos interrogantes, convertido en la encarnación más fehaciente de la fragilidad de los grandes colosos. Hasta ahora, el acceso hasta su casco estuvo limitado oficialmente a científicos e investigadores, aunque esto va a cambiar gracias Ocean Gate Expeditions, una empresa estadounidense con sede en el estado de Washington, que verano pone en marcha la Titanic Survey Expedition, un proyecto que permite realizar visitas turísticas submarinas a los restos del transatlántico.
Las expediciones aprovecharán las temperaturas cálidas en el hemisferio norte y se ofrecerán de mayo a septiembre en la cápsula submarina Titan de la empresa con sede en Everett, estado de Washington, Estados Unidos. Cuando comiencen, llevaran personas al pecio histórico por primera vez en 15 años. Caben cinco personas por inmersión, de las cuales dos serán tripulación: las otras tres disfrutarán de unas seis u ocho horas de aventura bajo el agua antes de volver a la nave central que las devolverá al puerto.
Stockton Rush, presidente de OceanGate, dijo a Bloomberg que no quiere convertir el Titanic, cuyos restos cuentan con la protección de la Unesco, en una atracción turística. De ahí que los pasajeros sean considerados “especialistas de la misión” o “ciudadanos científicos”, y se espera que colaboren con una investigación técnica del naufragio.
Cada misión hará tres inmersiones, en las cuales los pasajeros contarán con la guía de un investigador científico, mientras el piloto trabaja en la operación de Titan. Se turnarán para observar por la única ventana de visualización y cuando no les toque podrán disfrutar de vistas tomadas por las cámaras y colaborar con el manejo del sonar o el escáner laser. Por último, si lo desean podrán manejar el submarino un rato, ya opera con un dispositivo adaptado de los controles de la PlayStation.
Entre otras tareas, tienen previsto crear un modelo 3D detallado del naufragio y del campo de escombros del transatlántico, complementar el trabajo de otras expediciones científicas y técnicas, y documentar a través de fotografías y videos el estado del pecio y la flora y la fauna de la zona para compararlos con otros datos recopilados con anterioridad.
Para poder formar parte de estas singulares expediciones, los candidatos deben disponer de 125.000 dólares, el precio que la compañía ha fijado para poder participar en esta aventura. Sin embargo, ni la abultada cantidad de dinero ni la crisis provocada por el coronavirus parece que van a ser obstáculos para el éxito del proyecto que ya cuenta con 36 personas más que listas para esta aventura. Casi todas son de nacionalidad estadounidense, aunque también hay algunas procedentes de China, Reino Unido y Australia.
Entre los requisitos para ser uno de esos expedicionarios están las de poder conducir una zodiac en mares bravos, sentirse cómodo en entornos dinámicos donde los planes y los horarios pueden cambiar, demostrar equilibrio básico, movilidad y flexibilidad, ser capaz de vivir en un buque de investigación con el equipo de operaciones durante siete noches, y completar un entrenamiento obligatorio de un día de Helicopter Underwater Egress (HUET).
Quizá este viaje sea la última oportunidad de ver los restos del Titanic en el fondo del Océano. Y es que los científicos creen que en un par de décadas, o incluso antes, no quedará nada del gran buque. Los restos del trasatlántico estaban muy bien conservados, debido en gran parte a la profundidad. A 3.800 metros por debajo de la superficie oceánica no hay luz, la presión es muy intensa y el entorno es hostil para la gran mayoría de los seres vivos. Sin embargo, ahora el casco se está oxidando por culpa de una bacteria que se come el metal. Los científicos creen que esta bacteria habrá devorado todo el pecio del Titanic para el año 2040.