Viajar es uno de los lujos más maravillosos sobre todo para los fotógrafos… cerca o lejos, con dinero o sin él… en realidad es lo mismo. Buscan captar otros paisajes, otras construcciones, otras aguas y disfrutar y aprender de costumbres, culturas y tradiciones distintas a las nuestras.
Pero llegó Instagram para cubrir todo con un fino velo que convierte lo más normal en algo increíble, aunque sea una mentira a base de filtros hasta alcanzar la perfección. En Uppers hemos conocido el colmo de todos los colmos: Xiapu, una ciudad falsa para Instagram y su postureo.
En verdad, ¿qué es Xiapu? Sería algo así como un rudimentario parque de atracciones fotográfico de una típica región de China de pescadores y agricultores. A este lugar acuden autobuses llenos de turistas que siguen a un guía y acatan sus instrucciones para capturar imágenes que simulan un entorno rural e idílico. Nada más lejos de la realidad; los pescadores, los agricultores o las granjeras de gansos son actores y actrices novatos que se colocan para la foto.
Todo comenzó cuando el condado de Xiapu, un área en la provincia de Fujian en el sur de China, empezó a empobrecerse por sufrir una mala cosecha tras otra. La región ya era popular porque se seguía llevando una vida tradicional y se dedicaban a la agricultura y a la pesca, con una gastronomía y un marisco que eran un reclamo. Al gobierno local, tras sufrir las consecuencias de una economía que no despegaba se le ocurrió sacar provecho del turismo rural.
Todavía hay turistas que llegan a Xiapu pensando que las publicaciones de las redes sociales son reales. Sin embargo, se topan con que nada es verdad ni gratis. Cada imagen, que vista en el móvil desde casa parece impresionante, tiene un precio. Es decir, el turista debe pagar a unos señores para que se comporten como pescadores, mientras lanzan sus redes de pesca al mar una y otra vez, hasta que capten la imagen deseada.
En la distancia, viendo esas espectaculares imágenes, Xiapu es un lugar atrapado en el tiempo, que simula cómo era el país en el pasado con sus paisajes pintorescos y una población de otra época. La realidad es que todo son decorados creados por varios equipos de fotografía donde los ciudadanos ejercen como modelos y cobran por convertirse en granjeros para que el turista consiga la foto perfecta.
El resto de la población también desempeña otras labores necesarias para este parque fotográfico; trabajan como guías turísticos o personal que recopila las entradas. Lo cierto es que los lugareños tienen un empleo y tal como muestran las estadísticas oficiales, entre 2008 y 2019, el número de turistas que visitan la zona se ha multiplicado por diez.
Los guías turísticos llevan a los grupos por pueblos y marismas hasta los lugares que se han preparado como posibles escenas fotográficas. Incluso hay vallas publicitarias que muestran las imágenes que los visitantes podrían imitar. Los mismos guías se comunican con los actores con un walkie-talkie para que entren en escena, por ejemplo, con el pescador remando en un bote. Después, con un megáfono explican a los turistas cuál es el ángulo perfecto para captar la imagen.
El éxito y el atractivo de este parque de la fotografía se debe al momento que está viviendo China. En el país asiático crece día a día el número de jubilados que viven holgadamente. El gobierno está fomentando el turismo rural entre ellos para aliviar la pobreza de esas zonas. Además, la modernización tan rápida hace que los ciudadanos tengan nostalgia de su pasado más tradicional y quieran seguir presenciando una forma de vida que está desapareciendo. Aunque todo sea mentira.
Algunos turistas vuelven a casa encantados con sus fotos, en cambio, otros se muestran indignados con el engaño. En las redes sociales chinas hay opiniones muy negativas con respecto a los restaurantes, a los que califican como una estafa, o en relación a la playa, de la que aseguran que está sucísima. También cuentan la realidad de cada fotografía. Por ejemplo, en las imágenes de una granjera que conduce a sus gansos entre preciosos árboles mientas una niebla mágica les envuelve, en verdad, tal como narran los recién llegados de Xiapu, no es más que la escena preparada de un lugareño que prende paja y una mujer vestida como antaño que camina con un grupo de gansos entre el humo que se genera.