¿Hay algo más esperado que unas vacaciones? Diremos que sí, aunque nos sonroje, que hay un momento impagable, casi por encima de cualquier otro placer: quedarse de rodríguez. Suena a rancio tal y como nos lo pintó Pedro Lazaga en 1965, con el estrafalario José Luis López Vázquez en su papel de Pepe Rodríguez en 'El cálido verano del Sr. Rodríguez'. Afortunadamente, aquella imagen con su mostacho ibérico, suecas despampanantes y testosterona por las nubes quedó en los anales del cine.
Diez años antes que Lazaga, Billy Wilder ya nos planteó la misma situación en 'La tentación vive arriba'. Claro que, con su manejo de la ironía y el glamour hollywoodiense de Marilyn Monroe y Tom Ewell, sus protagonistas, nos hace ser más condescendientes con el rodríguez.
Si volvemos a él, es porque sigue vigente -con muchos matices- más de 50 años después. Y si hemos eliminado su mayúscula, es con permiso del Diccionario de la Real Academia (DRAE) que incluye el término y su correspondiente definición, aunque ahora suena bastante trasnochada: "hombre casado que se queda trabajando mientras su familia está fuera, normalmente de veraneo".
Esa figura que así describe la DRAE responde, según María Ibáñez y Jesús Jiménez, psicólogos del centro Psicología e Introspección, a "una mentalidad y a unas circunstancias sociales y psicológicas de los años sesenta que han cambiado mucho desde entonces". Si nos ceñimos al concepto original, para estar o quedarse de rodríguez hay que tener familia o al menos una convivencia en pareja estable, consistente, y que la familia se vaya de vacaciones mientras la pareja se queda en casa por tener que trabajar. Esas condiciones, en general, ya no confluyen en los hogares españoles.
Los psicólogos enumeran algunas transformaciones que, en su opinión, han roto esa concepción primaria del rodríguez.
La evolución en todos estos contextos obliga a dibujar un nuevo retrato del rodríguez en el que los psicólogos destacan los siguientes rasgos:
Ninguno de los rasgos mencionados significa que el rodríguez -insistimos, hombre o mujer- ligón y oportunista esté en riesgo de extinción. La plataforma de encuentros extraconyugales Gleeden nos ofrece algunos detalles interesantes. El 74% de sus usuarios -no olvidemos que son infieles- se queda algunos días solo en su ciudad trabajando y de ellos el 75% aprovecha su soltería para echar una canita al aire. El 41% busca la aventura en plataformas como esta y el 20% con gente de su entorno, como vecinos, compañeros o amigos.
El fenómeno, como vemos, sigue vivo, pero con una fisionomía tan diferente que nos puede servir como auténtico termómetro sociológico desde aquella España del Seat 600 que vivía su primer boom turístico, con la llegada de los primeros apartamentos a pie de playa, hasta hoy, con una crisis económica que dejará al 12% en casa y al 13% con una semana o menos de vacaciones. Además de estos datos, también la realidad de las familias es hoy bien distinta. Hay numerosos divorcios y parejas con hijos de matrimonios anteriores que incluso viven separadas.
Cabe resaltar la profunda transformación del papel de la mujer en el hogar y en el trabajo. Su función hace 50 años era básicamente ser madre, esposa y buena ama de casa. El hombre significaba el sustento económico de la familia. En 1975, el porcentaje de mujeres trabajadoras había alcanzado un 28,5%, pero la mayoría eran jóvenes y solteras.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística, la tasa de empleo femenino en 2021 era del 53,73%. Aunque continúa casi diez puntos porcentuales por debajo del masculino, existe un reconocimiento igualitario a nivel legislativo que rompe con la concepción jerárquica familiar y marca la corresponsabilidad parental y la independencia de la mujer. Esta reestructuración ha supuesto un gran cambio en el comportamiento masculino.
Y añadimos un último rasgo que hoy complicaría mucho al Sr. Rodríguez sus andanzas: el modo de organizar las vacaciones por parte de la empresa. La costumbre de cerrar en agosto cada vez queda más lejana. Las plantillas planifican con flexibilidad, ofrecen teletrabajo y distribuyen los días de descanso en periodos más cortos, de junio a septiembre.