Si tu hijo ya es un adolescente sabes perfectamente que hablar con él a veces es de lo más complicado. Pero entonces te recuerdas a ti con esa edad y no te queda más que entender que está en la edad del pavo. Sin embargo, puede que en verano ese mal humor que los chavales tienen se multiplique aún más, algo que podría ser un efecto del calor de los meses estivales. Ya sabemos que las altas temperaturas no nos sientan bien a todos, tampoco a los adolescentes, que se vuelven más irritables y agresivos ante el calor.
Este verano las temperaturas no han dado tregua, con una ola de calor tras otra que, inevitablemente, nos ha afectado anímica y físicamente a todos, también a los más jóvenes, que entre los síntomas que más experimentan son el cansancio, el mal humor, la irritabilidad e incluso la agresividad.
Un estudio elaborado por investigadores de las Universidades de Oxford y Hong Kong ha indicado que estos cambios de humor se producen, principalmente a una reacción del cuerpo. El calor hace que la serotonina plasmática aumente, lo que a su vez provoca que no haya producción de dopamina, muy importante para nuestro rendimiento en tareas que requieren cierta complejidad.
A todo esto, la serotonina plaquetaria disminuye, causando trastornos psicológicos, como pueden ser depresión o ansiedad, unos síntomas que se intensifican en aquellas personas que cuentan con antecedentes psiquiátricos como la esquizofrenia o la bipolaridad al tener una mayor sugestión a los cambios de temperatura.
Por todo ello, una de las recomendaciones más significativas es prestar atención a los cambios de comportamiento de los adolescentes intentado detectar los posibles efectos psicológicos que pueden provocar en ellos las altas temperaturas a las que nos enfrentamos en verano.
También se aconseja inculcarles ciertos hábitos de vida saludables, como la importancia de un buen descanso, una buena alimentación o hacer deporte en las horas de menor calor.
Sin embargo, el calor no solo tiene ese efecto en los adolescentes, también les crea una preocupación excesiva por el cambio climático o ecoestrés, el temor a sufrir un cataclismo medioambiental o al futuro incierto del planeta.
El ecoestrés o ecoansiedad es cada vez más común en los adolescentes, especialmente cuando existe sobreinformación sobre el cambio climático. Por ello, se aconseja reducir el consumo de este tipo de informaciones, por ejemplo, haciendo un menor uso de las pantallas.