Genio y figura hasta la sepultura. En este caso, el dicho se ha sustanciado en el sepelio de María Jiménez, fallecida en Sevilla a los 73 años. Su féretro ha sido transportado en un coche de caballos desde la capilla ardiente del Ayuntamiento de la capital andaluza a la iglesia de Santa Ana de Triana, donde se ha celebrado una misa. La artitsta lo estipuló así por escrito y sus allegados lo han respetado.
Dejar constancia de cómo queremos que sea nuestra despedida final no es algo que entre en nuestras prioridades. Sin embargo, con una esperanza de vida cada vez más larga y el avance de los tratamientos médicos, cada vez más personas se deciden a pensar en sus últimas horas y en cómo organizar su sepelio. La forma más habitual de hacerlo es a través del Testamento Vital, la manera más fácil de lograr que tu despedida sea como tú quieras: sencilla, solemne, alegre o, incluso, festiva.
En España, existen un total de 391.799 testamentos vitales registrados. Todavía son pocos los pacientes que tramitan este documento que registra las últimas voluntades y que da instrucciones y disposiciones sobre el cuerpo y sus órganos post-mortem. Según datos del ministerio de Sanidad, apenas el 1% de la población redacta sus últimas voluntades. Las cifras totales reflejan que hay casi 100.000 mujeres más que hombres en este registro, con un total de 238.527 perfiles femeninos (60,8 por ciento) frente a los 139.739 masculinos (35,66 por ciento).
Para redactar un Testamento Vital, sin embargo, no hay que llegar al final de la vida ni estar enfermo. Basta con ser mayor de edad, aunque en algunas Comunidades Autónomas también pueden hacerlo los menores emancipados, estar en pleno uso de las facultades mentales, hacerlo sin ningún tipo de coacción, redactarlo por escrito y registrarlo ante un notario. La notaría, a su vez, envía la petición al Registro Nacional de Instrucciones Previas, que recoge todas las voluntades anticipadas de los ciudadanos en cualquier punto de España.
El coste de un Testamento Vital ronda los 60 euros, una cantidad pequeña si pensamos todo lo que se consigue en estas últimas voluntades, en las que suele figurar a qué tipo de tratamientos médicos queremos someternos en caso de llegar a una fase terminal, si queremos donar nuestros órganos a la ciencia o a otras personas, y el tipo de sepelio que queremos que se lleve a cabo en nuestro funeral.
Pensar en cómo serán los últimos momentos de nuestra vida y en los momentos después de la muerte no tiene nada de siniestro. Cualquier asunto del que tomamos conciencia nos hace conectar con nosotros mismos. En este caso, además, y otorga dignidad y transparencia a un proceso, que, de otra manera, podría no respetar nuestros principios.
Hay muchas razones para hacer un testamento vital: guiar a los médicos y a los representantes familiares en asuntos de salud, brindar claridad a los seres queridos, evitar conflictos o desacuerdos en el entorno y limitar la carga emocional de las personas más cercanas en el momento de la muerte. El objetivo, en definitiva, es hacer un último adiós coherente con lo que hemos sido y lo más cómodo para la familia.
La materialización del testamento vital también garantiza el cumplimiento de nuestra voluntad en el último trayecto de la vida. Si no existe este documento, no hay forma de validar la voluntad de un adulto mayor que puede estar en situación de vulnerabilidad física. Realizarlo con cierta anticipación evitará muchas situaciones complejas.
El sepelio de María Jiménez ha mostrado el cariño de sus fans por las calles de Sevilla y ha sido, en cierta forma, el reflejo de la personalidad de la artista. En eso, precisamente, se centran ahora los servicios funerarios, ofreciendo alternativas que conectan más con la alegría de quién fue la persona fallecida que con la tristeza de los que se enfrentan al duelo.
Como ya se hace en Estados Unidos, algunas de estas empresas se están especializando en lo que se llama 'servicios del recuerdo'. Entre las ofertas destacadas, posibilidad de un catering después del funeral, teniendo en cuenta los gustos del fallecido, un concierto con el tipo de música que se desee y la entrega de un recuerdo que mantenga viva la memoria de la persona que ya no está.
El homenaje no solo incluye objetos o experiencias; la memoria digital también gana adeptos. Se trata de una página web en la que poder compartir condolencias, pero no solo testimonios dolorosos, sino recuerdos, fotos y videos de su ser querido entre la familia y los amigos.
También es posible crear un libro que recorra los momentos más especiales de la vida del fallecido; una biografía póstuma realizada con nuestros propios recuerdos y el material que podamos recopilar. Para los familiares cercanos existen maneras de llevar siempre cerca a su ser querido. Algunas empresas ofrecen la opción de crear joyas a partir de las cenizas de la persona fallecida. Estas joyas pueden ser de diamantes o de metales nobles a los que se ha añadido parte de las cenizas o la huella digital.
Para los que tienen un recuerdo vinculado con la naturaleza, algunos familiares prefieren que las cenizas de su ser querido sean utilizadas para plantar un árbol y que forme parte de la naturaleza. Si el deseo es mirar al cielo y recordar a nuestro familiar y amigo, podemos hacer que una estrella lleve su nombre. Ya existen numerosas compañías que certifican la posesión de un pedacito de cielo. Pero si lo que más nos emociona es el arte, la fotógrafa mexicana Gabriela Reyes puede fotografiar con una técnica especial las cenizas de nuestro ser querido. El resultado es una obra que nos recuerda que todos formamos parte de una eternidad llamada universo.