El auge de los padres 'antimóviles' hasta los 16: qué dicen los expertos de este límite

La tecnología forma parte de nuestra vida de una forma mucho más fuerte de lo que pensamos. En nuestra mano está todo: el mensaje a tus padres, la llamada de tus hijos, la foto que acaba de subir tu mejor amigo, el mail que llevabas horas esperando, el último capítulo de tu serie favorita… Todo eso está en tu móvil. Bien utilizado puede ser de gran ayuda, pero las pantallas pueden crear adicción y esconder peligros, por eso no son pocos los padres que intentan retrasar el comprar un móvil a sus hijos todo lo posible.

Desde edades tempranas los niños empiezan a pedir un móvil, pero no a todas es recomendables, por eso los expertos suelen aconsejar que el teléfono propio se les entregue a partir de los 12 años debido a que es una edad a la que empiezan a salir con sus amigos, se produce el cambio del colegio al instituto, y hacen actividades en las que la presencia de los padres ya no existe. Sin embargo, dejar claras unas normas, como para qué se debe utilizar o el acceso a las redes sociales, es esencial para marcar unos límites adecuados con la edad.

El peligro de la dependencia al aparato

En todo caso, el auge de los padres ‘antimóvil’ es más que evidente, una tendencia en la que los grupos de Telegram han ido creciendo con la unión de familias que alertan de las consecuencias de los móviles en los menores y que animan a no entregar un smartphone a los jóvenes al menos hasta los 16 años. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) el 85% de niños de entre 12 y 14 años cuenta con su propio smartphone.

"Irritabilidad, dependencia emocional, sedentarismo, falta de sueño, aislamiento social, etc. Todos estos síntomas se aprecian rápidamente por lo que nuestra respuesta debe ser inmediata para evitar que se alarguen en el tiempo", explicaba a Uppers la educadora Rocío García de Leániz sobre cómo las pantallas pueden terminar abduciendo a los jóvenes. "La privación del uso del móvil, en muchas ocasiones, conlleva a esa falta de autogestión de sí mismo y una baja autoconfianza", sostiene el coach Vicente Rico, que apuesta por educar en un uso saludable del móvil.

Sin móvil hasta los 16

Desde luego no se trata de un debate nuevo, ni mucho menos, en el que los padres temen a las redes sociales y, sobre todo, al tipo de contenido al que pueden acceder sus hijos a tan solo un golpe de clic. Es por eso por lo que han nacido grupos de Telegram de casi 10.000 miembros en diferentes puntos de España, especialmente en Cataluña, donde se proponen acciones conjuntas para posponer la entrega de un móvil a los menores de edad y que han llegado a las asociaciones de familiares de alumnos.

“Mi hijo cumplió 12 años el domingo y no tiene móvil ni lo va a tener, pero en su clase lo tienen casi todos”, era uno de los mensajes de uno de estos grupos que ya es todo un movimiento de padres ‘antimóviles’ que surgió en el barrio de Poblenou de Barcelona. Un movimiento de padres hartos de la presión a la que se les somete para darles un teléfono a sus hijos y que estos no sean el bicho raro por no tenerlo.

Una petición en Change.org lleva ya 40.000 firmas en la que reclaman la aprobación de una ley para prohibir el uso de este dispositivo antes de los 16 años. Pero no solo se trata de hacerlo en los centros, sino que se trate una prohibición total ante los efectos negativos que tiene el uso de los smartphones en los jóvenes. La petición ha sido iniciada por la profesora y madre Natàlia Jiménez León y cree que "podría ayudar a prevenir problemas relacionados con la salud mental y física".

¿Prohibiciones en los colegios?

Solo en Castilla-La Mancha, Galicia y Madrid están prohibidos los móviles en las aulas, mientras que en el resto de las autonomías la decisión sobre permitir su uso la toman los propios centros educativos con relación a cómo se ha adaptado el uso de las tecnologías durante las clases.

Además, estos grupos de padres también recuerdan como en las redes sociales la edad mínima para acceder a crearse un perfil se encuentra entre los 14 y los 16 años y, si en alguna de ellas le ocurre algo a los menores, serán los progenitores quienes tengan que responder.