Colin Farrell ha probado las mieles del éxito, ha descendido a los infiernos con su adicción a las drogas y al alcohol, y ha sabido sobreponerse a todos los problemas y resurgir como un ave fénix. La llegada de su hijo James al mundo, fruto de su relación con Kim Bordenave, fue un punto de inflexión en la vida de uno de los chicos malos de Hollywood. El niño nació con el raro síndrome de Angelman, lo que hizo que el actor pidiese su custodia al cumplir los 18 años para seguir con su tutela compartida con Bordenave.
Desde entonces Colin Farrel ha sido muy celoso de su intimidad, pero por primera vez ha abierto un poco de ella en una entrevista con la revista People que acompaña de algo inaudito en él: una sesión fotográfica en su casa en las colinas de Hollywood junto a James, que cumplirá 21 años en septiembre. Todo ello tiene un objetivo, el de anunciar que ha creado la Fundación Colin Farrell con la que espera apoyar a los jóvenes y adultos que tengan algún tipo de discapacidad intelectual.
“Quiero que el mundo sea amable con James, que el mundo le trate con amabilidad y respeto”, se sincera el actor durante la entrevista. Su hijo no caminó hasta unas semanas antes de cumplir los cuatro años con la ayuda de Debra, parte del equipo que se encarga del bienestar de James desde hace 18 años. “Fue mágico. Nunca olvidaré su cara de determinación mientras caminaba hacia mí. Caminó seis pasitos y me derrumbé entre lágrimas, fue increíble”, recuerda.
“A muchos padres les cuentan que sus hijos no van a caminar. Hay muchos niños y jóvenes con Angelman en silla de ruedas, mientras otros pueden corretear como si no hubiera un problema cromosómico en su cuerpo. James está en un punto medio. Los primeros pasos son un momento significativo. Es un hito. Que te digan que no puede andar y ver esos primeros pasos… Nunca lo olvidaré, fue precioso”, recuerda.
Para Farrell es importante la creación de esta Fundación antes de que su hijo cumpla 21 años, porque desde ese momento “básicamente está solo”. “Todas las salvaguardas que tenías, las clases de educación especial, todo eso desaparece y te quedas con un joven adulto que debería estar integrado en nuestra sociedad moderna y que la mayoría de las veces se ha quedado atrás”, explica poniendo de ejemplo cómo le costó comer él solo. “Lo consiguió. Se alimenta estupendamente. Cada día estoy más orgulloso de él, porque creo que es mágico”.
La vida personal de Colin Farrell es una incógnita desde hace años tras haberse blindado lo máximo posible. “Es la primera vez que hablo de ello y la única razón por la que lo hago es porque no puede preguntarle a James si quiere hacerlo. Sí puedo, hablo con él como si tuviera 20 años, dominara el inglés y tuviera una capacidad cognitiva adecuada a su edad. Pero no puedo quedarme con una respuesta concreta de él sobre si está cómodo con todo esto o no, por lo que tengo que decidir basándome en mi conocimiento sobre James, el tipo de joven que es y la bondad de su corazón”, dice el actor sobre este paso que ha dado para dar a conocer una parte muy íntima de su vida y la de su hijo.
Lo hace con el objetivo de dar visibilidad y que otros padres puedan verse reflejados en su situación. “Si James supera que haciéndose una foto en el jardín conmigo, que no es lo que más me gusta hacer, pudiéramos ayudar a familias y a otros jóvenes que viven con necesidad especiales diría: ‘Papá, ¿Por qué me lo preguntas? Obvio’. Por eso lo hago. Todo es por James, es en su honor”, reconoce en la entrevista.
El síndrome de Angelman es un trastorno neurogenético sin cura poco común que se produce por un problema en el cromosoma 15 y en el gen UBE3A. Según Mayo Clinc, afecta de tal manera que causa un retraso en el desarrollo, problemas en el habla y en el equilibrio, discapacidad intelectual y en ocasiones también convulsiones. Sin embargo, suelen ser personas risueñas, con personalidades felices y excitables y una esperanza de vida normal.
Los síntomas suelen aparecer entre los seis y los doce meses, algo que le ocurrió a James Farrell. El actor y su entonces pareja se percataron de que el bebé no gateaba y tampoco balbuceaba, le costaba mantener el equilibrio y tenía trastornos en el sueño.