Seis horas y cincuenta y siete minutos. Ese es el tiempo que, de media, pasamos las personas delante de las pantallas cada día. O lo que es lo mismo, aproximadamente el 44% del tiempo que estamos despiertos. La mayor parte de ese tiempo se emplea en dispositivos móviles (3 horas y 43 minutos), dentro de los cuales debemos incluir las casi dos horas y media (2 horas y 27 minutos) que pasamos navegando en redes sociales.
Estos datos se extraen de un estudio realizado por DataReportal y nos indican el camino que recorre la humanidad en contraste con el que se transitaba hace sólo un par de décadas. Sin embargo, parece que el auge de las pantallas no afecta a todos por igual. De hecho, hay un grupo de irreductibles (cada vez más numeroso, por cierto), que prefieren entregar sus horas libres y de ocio a los juegos de mesa o de rol.
Sirva como muestra la explicación que nos da Pablo, dueño de la tienda ‘Aquí hay juegos’ en la madrileña localidad de Alcobendas. Pablo lleva en el sector cerca de 20 años y al frente de este comercio algo más de tres. Es, por tanto, voz autorizada en el tema.
“El mundo del juego está creciendo un montón en España, han surgido editoriales y certámenes que lo están haciendo muy bien. Antes los que jugábamos al Catán éramos cuatro frikis, pero hoy en día es distinto. La gente ya ve que el juego de mesa, sin partes electrónicas, es educativo y nos amuebla la cabeza. Cada vez hay más gente que se aficiona a este tipo de juegos”, explica.
Esta afirmación, lejos de lo que uno podría pensar atendiendo al bombardeo constante sobre los problemas que nos generan las pantallas, parece que da pie a un hilo de esperanza para revertir esta tendencia sin fin que supone el uso de la electrónica.
“La sociedad sigue demandando juegos. Cada vez más. La gente viene buscando alternativas a las pantallas, le han visto las orejas al lobo, se han dado cuenta de que existen graves problemas de déficit de atención y que las pantallas los agudizan”, nos explica el propio Pablo, que ha jugado a todos y cada uno de los juegos que tiene en la tienda -“si no veo ninguna virtud a un juego, no lo traigo”, asegura-.
Especial atención, obviamente, merecen los más pequeños, los que han crecido ya en un mundo en el que la tablet ha sustituido al tablero. “El problema es que los padres quieren quitar las pantallas a los niños, pero no saben qué hacer ellos cuando se las quitan. Ahora están empezando a buscar alternativas”. Y los juegos de mesa son una opción idónea.
Tanto es así que cada vez hay más colegios que apuestan por incluir este tipo de herramientas en su estrategia educativa. Nos lo explica Claudia, pareja de Pablo y su mano derecha en la tienda. “En los colegios se está instaurando el ABJ, que es Aprendizaje Basado en Juegos. Los niños juegan con ellos en clase de matemáticas o de lengua y luego quieren trasladar ese juego a casa porque se dan cuenta de que aprender así es divertido. En el cole se juega cada vez más”.
Pablo y Claudia, que tienen más de 400 juegos en la casa que comparten, irónicamente se hicieron conocidos (o virales) gracias a su cuenta de Instagram en la que ya cuentan con más 330.000 seguidores. Ambos defienden que el juego siempre ha sido educativo, “pero no se vendía así”. Antes se veían estos juegos como mero entretenimiento, si bien hay ejemplos clarísimos que nos indican que una partida divertida aporta mucho más que el hecho de pasar un rato distraído. “El ejemplo es el Scrabble. Es puro aprendizaje”, afirman.
Pero no hace falta recurrir a un ejemplo tan claro como el del Scrabble. Los juegos de estrategia son otra clara muestra de lo que te puede aportar este tipo de entretenimiento. “Ahora la gente entiende que casi cualquier juego te ayuda a desarrollar habilidades. Un juego de estrategia te ayuda a resolver problemas que se pueden trasladar a la vida. Tratas de manejar una serie de elementos mejor que tus contrincantes para conseguir unos objetivos. La vida misma”, explica Pablo.
Más allá del puro aspecto educativo, el mundo del juego está en crecimiento porque se está convirtiendo también en una alternativa real para el ocio entre adultos. “Cada vez hay más gente que viene en busca de juegos porque se monta el plan en casa para jugar en lugar de salir de copas. Puedes comprar un juego por entre 15 y 65 euros, que te lo gastas sin darte cuenta en una noche de fiesta”, apunta Claudia.
Esto ha provocado que el público que se interesa por los juegos hoy en día cada vez sea más variado. El propio Pablo nos lo explica: “La gente que, como nosotros, está en la década de los 40 o incluso de los 50 está jugando muchísimo. Se han aficionado y los preferidos son los ‘party’ y los de estrategia”.
La mezcla entre entretenimiento y educación, así pues, está servida. Y los juegos tradicionales (pero modernos) cumplen con unos y con otros. “Los adultos buscan olvidarse del estrés y divertirse. La gente quiere que su hijo aprenda y, al mismo tiempo, ellos se olviden sus preocupaciones”.
Uno, hasta que no entra en un local como el de ‘Aquí hay juegos’ no se hace una idea clara de la cantidad de juegos y la variedad de los mismos que existe en la actualidad. Los hay de todo tipo y condición. Desde grandes clásicos como el puzzle (“se venden de manera brutal tanto en verano como en invierno”) hasta creaciones de hace sólo unos meses que ya han recibido galardones internacionales.
“Los clásicos siempre se venden bien. Los dos más vendidos son Carcassonne y Catán. Más allá de eso, la gente va a lo último que haya salido. Similar a lo que sucede con los videojuegos”, nos comenta Claudia, mientras que entre el público infantil “el Pelusas es el gran éxito”. De hecho, ahora está agotado.
Un factor definitivo para que un juego triunfe entre el público es… que sea bonito. Sí, la estética de la caja es clave. “La caja tiene que ser bonita sí o sí. Un juego feo no se vende. Hay juegos que son buenísimos pero no se venden por culpa de su caja. Hay un montón de estímulos en la tienda y los bonitos llaman más la atención. Hay juegos feos que sólo se venden cuando les dejas echar una partida antes”, argumentan.
La explicación es un poco más profunda: “El primer estímulo va dirigido a nuestro cerebro reptiliano y se guía por la estética. Luego aparecen más factores”.
¿Y de qué factores hablamos? Pues otro sorprendente, el peso. “Inconscientemente, la gente tiene claro que el precio tiene que tener relación con el peso de lo que que se vende. La gente incluso pesa los juegos para ver si vale la pena lo que están comprando”.
Tras la estética y el peso, la experiencia es el gran factor decisivo para la compra de un juego u otro. “No se puede saber si un juego te va a gustar o no sólo viendo o leyendo la caja. Es mucho más fácil que te guste si te cuenta alguien cómo se juega, si vives la experiencia”, comenta Pablo, que también nota que se venden mucho más los que ellos presentan en su cuenta de Instagram.
“La gente escoge los juegos que anunciamos en la cuenta de Instagram porque les da confianza haber visto cómo se juega. Prefieren algo que han visto que comprar a ciegas. El cerebro prefiere cosas predecibles y conocidas”. No en vano, tienen comprobado que una semana después de presentar un juego en redes sus ventas se multiplican.
“La gente que busca juegos no los busca en la televisión, por eso ahí se anuncian editoriales dinosaurios, que también venden juguetes”, añade Claudia, que aporta una pincelada más: “Las que triunfan ahora se anuncian regalando juegos a youtubers para que jueguen, lo publiquen y lleguen al público que buscan”.
Y si de editoriales hablamos, podemos posicionar a España en un lugar privilegiado en el universo de los juegos. “España no es una potencia mundial, pero no estamos mal a nivel de producción de juegos. El número uno es Japón, al contrario de lo que podría pensar la gente. Japón no es sólo especialista en electrónica sino en juegos en general. España estaría en el top 10 y creciendo mucho en la última década. Hay autores e ilustradores que ya tienen fama a nivel mundial”, nos explican.
Con tanto conocimiento sobre el inabarcable mundo de los juegos no podemos dejar escapar la oportunidad para pedir algunas recomendaciones. Pablo nos da tres. Empezamos por el Sky Team, “aunque sólo sea porque le han dado el premio al mejor juego del año en Alemania”.
Para jugar entre amigos, sin dudarlo, apunta el Scrawl porque “gusta a los que no suelen jugar y a los que sí son jugadores habituales y siempre te ríes con este juego”.
Y para jugar en familia, el Nekojima, que te ofrece la posibilidad de jugar de un modo competitivo o colaborativo.