Escritora y periodista, Ana Vidal llegó hace más de 20 años a Estados Unidos por compromisos profesionales. Casi recién aterrizada, le detectaron una enfermedad -hoy superada- que le hizo comprender lo vulnerables que somos. El acercamiento a su propia mortalidad le impulsó a formarse con doula de la muerte y empezar a hacer voluntariado con personas en el tránsito hacia el final de la vida. En su deseo de ayudar y compartir su experiencia, Vidal creó la web 'La buena muerte' y acaba de publicar 'Cómo acompañar a morir' (La esfera de los libros), una guía práctica para doulas del final de la vida y cuidadores. También para todos porque, en una sociedad cada vez más envejecida, prestar cuidados a quien le queda poco tiempo de vida es ya un escenario habitual. La escritora recibe a Uppers desde Nueva York en un gélido día de invierno.
¿Qué es una doula de la muerte o del final de la vida?
Si bien las doulas son aquellas personas que ayudan a la mujer durante el embarazo, el parto y el puerperio brindando apoyo emocional, las doulas de la muerte o doulas del final de la vida son aquellas que acompañan a morir.
¿Qué habilidades o competencias tiene que tener?
Ser una doula del final de la vida es algo vocacional, hay que tener una clara predisposición a querer ayudar en un momento tan intenso y vulnerable. Pero este deseo de ayudar ha de ir ligado a otras cualidades esenciales para poder ser realmente útil al otro, como la empatía, la paciencia, el saber escuchar y la capacidad de compromiso. Y todo ha de ser sostenido por un gran equilibrio interior, que no se tambalee por las circunstancias externas.
¿El cuidador habitual, en el caso de personas mayores o dependientes, puede hacer también las funciones de doula del final de la vida? ¿Cambia algo?
Lo único que puede diferenciar a una doula de la muerte de un cuidador o una cuidadora es el conocimiento y la preparación previa, pero la función es la misma. Si nos relacionamos sanamente en sociedad, lo común es que en algún momento de nuestras vidas nos convirtamos, en mayor o menor medida, en cuidadores de alguien que está muriendo. O al menos, tendremos la oportunidad de serlo.
¿Sabemos cuidar a alguien al final de la vida?
Precisamente, el problema surge cuando nos vemos abocados a cuidar de alguien al final de su vida y no sabemos realmente cómo hacerlo, qué está ocurriendo, o qué recursos se pueden utilizar. Es una gran responsabilidad y si el cuidador o la cuidadora no están preparados, pero se sienten obligados a ejercer ese rol, pueden sufrir mucho: inseguridad, incertidumbre, miedo, depresión... Este libro es una guía práctica al alcance de cualquiera, para que llegado el momento de tener que cuidar de alguien puedan acompañar a morir a esa persona sintiéndose formados y capaces de hacerlo lo mejor posible.
¿La doula del final de la vida es una figura reconocida en España?
Las doulas del final de la vida, que pueden ser tanto hombres como mujeres, son una figura casi desconocida en España, donde hay algunos voluntarios en las unidades de cuidados paliativos, pero no responden a ese nombre.
¿Tampoco hay formación específica?
No hay formación oficial en nuestro país; sin embargo, hay un interés cada vez mayor. En 2017, cuando publiqué en El País Semanal 'Un abrazo antes de morir', el primer artículo sobre el tema acerca de mi experiencia en Nueva York, mucha gente me escribió pidiéndome más información. Para atender a esas peticiones creé la web 'La buena muerte'. Desde allí ofrezco talleres y sesiones individuales para ayudar a aquellos que tienen miedo a la muerte, ya sea a la propia, o a la de sus seres queridos. Con la pandemia y la conciencia de que podemos morir en cualquier momento, ese interés se ha multiplicado y cada vez son más las personas que quieren prepararse para afrontar su propia muerte y acompañar a los demás en el final de su vida.
¿Fuera de nuestro país las doulas son más habituales?
En Estados Unidos, por ejemplo, la sociedad está mucho más familiarizada con este término. De hecho, la de doula del final de la vida se está convirtiendo en una de las profesiones con más futuro y ya hay miles de personas que se dedican a ello profesionalmente. Se trabaja en domicilios, hospitales y también 'hospices', centros de cuidados paliativos donde se estima que los pacientes pueden morir en menos de seis meses y que disponen de un equipo multidisciplinar donde se atiende a la parte física pero también a la emocional y espiritual. Hay festivales para concienciar sobre la muerte, talleres, aplicaciones, conferencias, eventos y centros especializados.
En tu experiencia ¿nos da menos miedo morir si estamos acompañados?
Creo firmemente que la compañía de otro ser humano suaviza la transición. Ni siquiera es necesario tener conversaciones, la mera presencia de alguien tranquiliza, alivia y hace que no se sientan desamparados. Una persona puede cambiar por completo la energía de la habitación, armonizar y dar calma. Tomar de la mano a alguien que está muriendo es una forma discreta y sutil de decir muchas cosas importantes.
Las doulas de la muerte acompañan a las familias, pero ¿cómo acompañan las familias a estas doulas? ¿Cómo pueden facilitar su trabajo?
En muchos casos para una doula del final de la vida es más complejo tratar a la familia que al moribundo. Muchos familiares frecuentemente se encuentran en un estado de negación, enfado o nerviosismo ante la pérdida inminente del ser querido y eso entorpece no solo el trabajo de la doula, sino el ambiente que rodea a la persona que va a morir. Es importante que los familiares hagan lo posible por aceptar la situación, evitar discusiones y situaciones dramáticas frente al moribundo y respetar sus horas finales. Esto significa que cada uno debe hacer en cada caso lo necesario para entrar en la habitación con control de sus emociones, pensando en despedirse de la forma más agradable y recordando que en esos momentos hay que priorizar los sentimientos de la persona que está muriendo por encima de los propios.
En tu opinión ¿por qué puede ser una buena opción contratar a una doula del final de la vida?
Es importante evitar que el moribundo vea cuánto estamos sufriendo para que no pase sus últimas horas o días preocupándose por los demás en lugar de poder centrarse en la transición más importante de su vida. Pero enfrentarse a la muerte de un ser querido es muy duro y si uno no se ha preparado previamente puede resultar demoledor, por eso hay personas que son incapaces de mostrarse en paz con la situación. En estos casos es recomendable contratar a una doula del final de la vida, ya que puede brindarle al moribundo toda la atención que necesita, sin añadirle ninguna carga emocional.
La vida diaria entorpece poder cuidar a los nuestros, incluso cuando se acerca el final...
Es común que los familiares no puedan acompañar al moribundo todos los días, ya sea porque no vivan en la misma ciudad, porque trabajen o porque tengan otras responsabilidades. En estos casos contratar a una doula del final de la vida es lo ideal, ya que es una persona familiarizada con el proceso de morir, que podrá darle un cuidado holístico al paciente, apoyándolo y acompañándolo en un momento tan crucial y de tanta incertidumbre.