Atípico. Es lo que caracteriza a este Día del Padre. Un 19 de marzo que llega con España confinada en sus casas. Los más afortunados pasan esta fecha con hijos y familia, los menos, con ausencias importantes. La cuarentena separa hogares que, solo a través de videollamada, pueden celebrar San José. Hablamos con varios padres para que nos cuenten, en primera persona, cómo están pasando la jornada en unas circunstancias únicas.
Ángel tiene 62 años, vive en Toledo, está casado y es padre. Su mujer se ha marchado a Madrid, donde trabaja, por el miedo al cierre de carreteras. Sus dos hijos, de 36 y 26 años también están en la capital, cada uno en su casa, pasando la cuarentena. El resultado de esto es la soledad total y absoluta.
Una sensación a la que hoy Ángel se enfrenta más que nunca. "Estoy desolado. No paro de echar de menos a mis hijos. En otra situación, un día como hoy se hubiese resulto con una llamada y una comida el domingo, pero en esta todo es más difícil. Los sentimientos se exaltan, estoy hipersensible", nos cuenta Ángel a través de Facetime y con la cara descompuesta.
Intentando luchar con este vacío, ha decidido hacer algo especial, aunque no lo pueda hacer acompañado de los suyos. "He dejado de trabajar un poco antes, me he salido a la terraza y estoy tomando un aperitivo”, asegura. Acaba de brindar con su hija, a través de una pantalla. "Esta situación, pasar un día así sin los tuyos, te hace un poco más humano, te enseña a valorar y, como sociedad, en parte, creo que nos vendrá bien".
La situación de Miguel es de esas que hoy pueden sacarnos una sonrisa. Este ha sido el primer Día del Padre que celebra tras su divoricio y casualmente esta semana le tocaba estar con su hijas desde la tarde del miércoles hasta la mañana del jueves. "Contaba con celebrarlo aunque fuera en el desayuno pero mi expareja ha tenido el detalle de permitir que esté con las niñas hasta después de comer, por ser el día que es, así que hemos aprovechado para preparar una comida especial con lo que más les gusta: hamburguesas y patatas fritas", relata.
Aunque reconoce que, generalmente , no tienen una buena relación, en este tipo de fechas señaladas sí que llegan a este tipo de acuerdos. "Las niñas me han regalado unos dibujos y unas manualidades hechas en casa —ante la imposibilidad de ir a comprar cualquier otra cosa por la cuarentena del coronavirus—, que me han llegado al alma. En realidad no nos ha dado tiempo a hacer nada especial aparte de la comida, ya que, como es día lectivo, a pesar de que los colegios estén cerrados deben estudiar y hacer deberes durante toda la mañana".
"Hecho polvo". Es lo primero que dice José Luis cuando le preguntamos por cómo está pasando el día. Son casi las dos de la tarde y todavía no ha recibido una llamada de su hija que, en el otro lado del mundo, se está levantando en estos momentos. A sus 68 años, es el primer Día del Padre que pasa sin ella. Eva, de 23 años, está becada en una Universidad de Nueva York y por instrucciones claras debe quedarse allí durante la crisis.
"En esta situación el síndrome del nido vacío es enorme. Hablo con ella todos los días, me asegura que está bien, que no sale de casa para nada pero como padre esto está pudiendo conmigo y más hoy", se sincera, con la voz entrecortada. Espera, ansioso, que llegue el momento de la videollamada, el único momento del día, asegura, en el que puede respirar tranquilo.
Pepe tiene 95 años y es población de riesgo. Su médico le prohibió, incluso antes del estado de alarma, relacionarse con nadie de su familia. Es padre, abuelo y bisabuelo y acostumbra a ver a los suyos semanalmente. Para ellos el 19 de marzo está siempre marcado en el calendario y este año no iba a ser menos.
"Estoy tristón, es un día muy diferente al que he pasado desde que recuerdo. Las circunstancias mandan, claro que sí, pero para mí hoy significaba unión y familia, una fecha en la que íbamos a comer juntos, en la que los besos y abrazos saben mejor y también, un día en que recibía llamadas por llamarme José y eso espero que hoy no cambie", nos explica.
Pepe solo sale a la calle en contadas ocasiones pero esta fecha siempre era una de ellas. Contento de poder hablar con alguien, nos cuenta, incluso, los regalos que recibió el año pasado y asegura que tacha en el calendario cada día que pasa, deseando poder volver a ver a los suyos.