Ya se sabe. Es casi un refrán de lo común de la frase: la mayoría de los divorcios se producen tras el verano. Las vacaciones dejan huella, sobre todo si es para mal, y sitúan a septiembre como el mes del punto de inflexión. En nuestro país se rompen unas 100.000 parejas al año, con una edad media de 45 las mujeres y 47 los hombres, lo que convierte a España en el segundo país de la Unión Europa con más separaciones. Hemos hablado con dos psicólogos expertos en terapia de pareja para conocer algunas claves para minimizar la angustia de dejarlo con tu pareja de toda la vida.
Las vacaciones son tan esperadas como temidas, pero no debemos engañarnos. "Los problemas no surgen en el momento en el que empieza el descanso estival, sino que están ahí desde antes: los tenemos tapados con la rutina. Al tener más tiempo libre te obligas a enfrentarlos", explica a Uppers Silvia Martínez, psicóloga de pareja del Gabinete de Psicología Sian. Estos cinco puntos pueden ayudarte en el proceso.
Las terapias de pareja pueden ser una buena opción antes de tomar la decisión de romper tu matrimonio. "Es importante que se enfrente el problema, que se hable. Muchas veces si esto no sucede, si se huye del problema, este se puede repetir en futuras relaciones", cuenta la psicóloga.
La incomunicación, la falta de empatía y de flexibilidad crea una barrera entre la pareja que con ayuda puede ser derribada. "Si se ponen los medios y se aprende a comunicar, a respetar al otro y aun así no hay un nexo de unión, un punto en común, el divorcio puede ser una opción", asegura Martínez.
Al igual que has construido la pareja debes construir la separación. "Siempre hay uno de los dos que toma la decisión pero es importante hablar de las razones. Por qué se va a estar mejor separados, cuál va a ser el procedimiento. Es fundamental", explica Raúl Padilla terapeuta sexual y de pareja.
Hacerlo en solitario suele llevar a conflictos muy serios que no solo afectan a la pareja sino también al resto de la familia. "La terapia de pareja no sirve solo para que las parejas lo arreglen, sirve también para sacar los problemas, analizarlos y ver cómo proceder al romper", explica el terapeuta.
La figura de un mediador es una buena opción. "Que dos personas autoricen a un tercero a que les ayude a llegar a un acuerdo antes de ponerse ante un juez hace que el proceso sea menos y complicado", asegura Padilla. Es una manera de terminar el matrimonio como una familia y no como dos partes independientes.
"Es la forma de evitar el desgaste emocional y económico. No es bueno solo para la pareja también lo es para los hijos, en el caso de que los haya", añade. La idea es afrontar de mutuo acuerdo una decisión ya tomada.
Los niños no son tontos. Se enteran de todo y muy probablemente no les pilla de improvisto. "No hay que dramatizar. Es importantísimo que se lo expongamos como una mejora, como una liberación", explica Padilla. "Ellos tendrán preguntas que como pareja hay que responder y aclarar", añade.
Una práctica común es prolongar el matrimonio por los hijos pero suele ser contraproducente. "A ellos les provoca más sufrimiento la mala convivencia y las tensiones que el hacerse a la idea de la ruptura", comenta la psicóloga Silvia Martínez.
El proceso de abandonar la casa familiar debe ser individual. "Lo mejor en estos casos es, de mutuo acuerdo, seleccionar un día y una hora para recoger las cosas. En ese momento, la pareja es mejor que no esté en casa, facilita las cosas", explica el terapeuta Padilla.
Es la forma de evitar situaciones dramáticas añadidas. "No debemos olvidar de que el momento es doloroso para los dos y en ocasiones la ayuda psicológica después de este proceso es fundamental", concluye la psicóloga Martínez.