Te llaman por teléfono para saber si puedes participar en una encuesta patrocinada por una marca de coches. La llamada acaba supersónicamente cuando te preguntan la edad. ¿Por qué? El encuestador te informa: tienes 56 años y el grupo de consumidores por el que se interesa la marca está entre los 35 y los 45 años, el rango de edad de los activos, poderosos y conectados con el mundo, según el patrocinador de la encuesta (aunque el encuestador no lo reconozca).
Algunos pensarán que la marca tiene derecho a elegir el grupo de consumidores al que se dirige. Para la OMS, esta anécdota sería edadista. La Organización Mundial de la Salud establece que el edadismo es una discriminación por edad que surge cuando la edad se utiliza para dividir y categorizar a las personas de manera que les provoca un daño, un perjuicio o una situación injusta, al tiempo que erosiona la solidaridad intergeneracional.
Con la definición de edadismo arranca el informe que la OMS, el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos y el departamento de Asuntos Sociales y Económicos de la organización han realizado con la ayuda de expertos y representantes políticos.
El edadismo está en todas partes. Se cuela en cómo pensamos, dando lugar a estereotipos; en cómo sentimos, creando prejuicios, y en cómo actuamos. El resultado es una discriminación por edad que afecta a todos los ámbitos de la sociedad, ya sean institucionales, interpersonales o incluso hacia uno mismo. Su ubicuidad llega hasta las leyes, las normas sociales, las políticas y las prácticas que terminan restringiendo las oportunidades de las personas de más edad, aunque a los jóvenes también se les discrimine por sus años.
Curiosamente, el edadismo comienza en la infancia y se refuerza en las distintas etapas vitales. A edades cada vez más tempranas, los niños asumen los prejuicios y los estereotipos culturales de quienes les rodean. Los interiorizan y los hacen suyos. La OMS suma el edadismo a otras formas de discriminación, como el racismo, el sexismo y la discapacidad física o mental.
Los edadistas suelen tener un perfil determinado y un entorno social parecido. La juventud es un factor de riesgo, pero no es el único. El retrato robot de un edadista es el de un hombre joven, con poca formación que expresa sentimientos de ansiedad hacia la muerte.
Por el contrario, los factores que disminuyen el riesgo de ser edadista son las personas más empáticas y compasivas y los ambientes que favorecen el contacto entre las generaciones de mayor y menor edad.
¿Cuál es el perfil de las víctimas? Las personas de más edad, dependientes, con una esperanza de vida baja y trabajadores de los sectores tecnológico y de la industria hostelera. En un caso porque se asume que a más edad, menos capacidad de aprendizaje. En el otro, creemos que las personas mayores tienen menos energía y menos voluntad de servicio. El informe también revela un dato sorprendente: en el caso de discriminación por edad hacia los jóvenes (también existe), el riesgo se centra en las mujeres jóvenes, cuya credibilidad, por parte de su entorno, parece nula.
En todo el mundo, una de cada dos personas es edadista con las personas mayores. En Europa, la única zona en la que la OMS ha recabado datos, una de cada tres afirma haber sido víctima de edadismo.
No es que sea discriminatorio e injusto. Lo peor del edadismo es que tiene consecuencias graves para la salud, el bienestar y los derechos humanos. Entre las personas de más edad, el edadismo se asocia a una esperanza de vida más corta, una salud mental y física más débil, una recuperación más lenta de cualquier enfermedad y mayor deterioro cognitivo.
El edadismo reduce la calidad de vida de las personas mayores y aumenta el aislamiento social y la soledad, parámetros vinculados a patologías graves, como el alzheimer. Además, incrementa el riesgo de ser víctimas de violencia o de abusos. También está relacionado con la pobreza y la inestabilidad financiera. Las víctimas del edadismo se perciben como menos valiosas en el mercado de trabajo y menos útiles para la sociedad. Un estudio reciente advierte de que el edadismo le cuesta a la sociedad billones de dólares en cuidados, políticas asistenciales y diferentes tipos de ayudas y subsidios.
La OMS establece tres estrategias para reducir la discriminación por edadismo: la política y las leyes, la educación y las acciones que favorezcan el contacto entre todos los grupos de edad.
En cuanto a las políticas, la OMS reclama mecanismos de monitorización para conocer en qué áreas hay que intervenir. El mercado de trabajo es, claramente, una de ellas. En España hace tiempo que no se permite preguntar la edad en las entrevistas de trabajo, aunque la percepción entre los empleadores es que los seniors son más caros y tienen menos facilidad para aprender e interiorizar los valores de cualquier organización. El informe insiste en que hay que cambiar el marco legal y crear nuevos instrumentos que neutralicen las prácticas edadistas.
Respecto a la formación, el estudio propone intervenir en todos los niveles de la educación, desde la primaria hasta la universidad, tanto en materias regladas como en contenidos menos académicos. La OMS insiste en que debemos educar para que las nuevas generaciones sean más empáticas y rechacen comportamientos que favorezcan cualquier tipo de discriminación. Para ello, es necesario ofrecer información de calidad y ofrecer referentes que luchen contra los estereotipos.
Invertir en actividades que favorezcan la convivencia entre las generaciones de menor y mayor edad es, quizá, la estrategia más original. Uppers publicaba recientemente la campaña 'Hornear contra la pobreza'. Es el ejemplo perfecto de cómo pueden hacerse este tipo de iniciativas: combinando las acciones públicas, privadas y del cuarto sector, haciendo que las marcas se involucren con las ONGs y los gobiernos. El informe concluye que la convivencia intergeneracional es la práctica más efectiva para combatir el edadismo en cualquier grupo.