Los datos que arroja el informe anual que elabora la Asociación de Marcas y Bicicletas de España sobre el sector ciclista en nuestro país hablan de un descenso en la facturación y las ventas en 2023, algo que uno jamás imaginaría después de charlar con Marcos Pereda, todo un apasionado de salir a andar en bici (porque uno anda en bici, no entrena) que acaba de publicar Globero, 101 mandamientos del buen cicloturista.
Se antoja extraño leer que el sector lleve varios años inmerso en una crisis cuando la gente como Marcos, periodista y escritor de profesión, vive su pasión por la bici casi como una religión, con su correspondiente ‘padrenuestro’ evocando a Eddy Merckx. En el propio libro figura por si alguien quiere rezar al mítico corredor belga.
Pereda no le vio por la tele, ya que él es de la generación que creció con Perico, pero las formas madan, como sobre el sillín. “El postureo te obliga a mirar a una generación anterior. Merckx es una figura casi majestuosa, como un héroe griego, mientras que Perico Delgado sería más un pícaro, el Lazarillo de Tormes. Es una figura muy hispánica. Merckx es fascinante psicológicamente: alguien que lo ganó todo pero parecía siempre amargado por no ganar más. Eso lo hace un personaje potentísimo”, explica el propio Marcos.
Apelamos entonces a la figura de Miguel Indurain (con capítulo propio titulado ‘Amarás a Miguel Indurain (o a Perico si eres un Pureta)’) como figura icónica a la que dedicar ese ‘padre nuestro’, pero tampoco: “Indurain era como una máquina perfecta, como un Terminator. Una vez dije que su historia se podría escribir en Excel porque, al menos de cara al público, era tan sumamente metódico que parecía una calculadora. Seguro que no era así en realidad, pero es la impresión que daba. Curiosamente, de Indurain, lo que más recuerda la gente es la etapa del Mortirolo, donde no solo no ganó, sino que sufrió una pájara. Ese sube y baja de emociones conectó más con la gente que su perfección habitual”.
Pero el gusto por la bicicleta de Marcos no germina en la televisión ni en los héroes de la sobremesa veraniega. Él ama dar pedales. Él es un globero… y a mucha honra. Por eso lo defiende a capa y espada. “Un globero es alguien que anda en bici sin ningún afán competitivo. Es alguien que busca disfrutar más allá de la velocidad, sin estar obsesionado con el cuentakilómetros ni con objetivos de entrenamiento mensual. Puede que un globero haga muchísimos kilómetros al año e incluso que vaya rápido, dejando en evidencia a los que tienen nutricionistas y entrenadores personales, pero sin un plan rígido. Un globero es capaz de salir de casa con una ruta en mente y decidir cambiarla en el primer cruce porque le apetece más ir por otro lado”.
Con estas premisas, cualquiera puede ser un globero, sin importar la edad, el sexo o la condición física. Eso sí, ha de cumplir todos o la mayoría de los 101 mandamientos que ha elaborado Marcos. “Hoy en día, paradójicamente, parece que hay que esforzarse para ser globero, porque la tendencia actual es otra. Ahora parece que siempre hay que tener metas, retos, carreras. Lo mismo pasa con el running: primero un 10K, luego una media maratón, y siempre con tiempos que cumplir. En bici es igual, todo el mundo te pregunta cuántos kilómetros hiciste o a qué velocidad. Hoy en día tienes que hacer un esfuerzo para relajarte y disfrutar sin objetivos, sin presiones. Parece absurdo, pero es así”, expone.
Un globero puede ir por carretera o por montaña. A gusto del consumidor, pero siempre cumpliendo las normas. El tráfico es un problema… si no estás acostumbrado. “A mí no me influye porque he crecido con el tráfico aumentando progresivamente a mi alrededor. No es lo mismo empezar a los 40 con el tráfico actual que acostumbrarte poco a poco desde siempre. Entiendo que lanzarte a pedalear en la Gran Vía el primer día puede ser aterrador”.
Marcos, como es lógico, recomienda la bici a cualquier edad y aunque lleves años sin montar. “La bici es un ejercicio progresivo y poco agresivo. Si tienes sobrepeso, la bici es más amable que el running, por ejemplo. Puedes empezar poco a poco e ir aumentando los kilómetros gradualmente”, comenta. De hecho, él mismo se ve siendo un anciano y, si el cuerpo no lo impide, saliendo a andar con su bici: “Lance Armstrong decía que quería morir subiendo un puerto de los Alpes. Es una idea bonita, aunque yo me veo más en una pista que hay cerca de mi casa. Ahí podría dar vueltas y seguir disfrutando”, imagina.
Lo que tiene muy claro es que, en contraste con lo que podría parecer viendo de vez en cuando las noticias, España es un país bien preparado para disfrutar del ciclismo. “Aquí hay un respeto por parte de los conductores hacia los ciclistas mayor que en otros países. En Italia o Francia te respetan mucho menos”. Lo dice él, que sabe lo que es que te atropellen andando en bici.
Con el paso de los años, incluso se puede apostar por una eléctrica. No hay norma ‘globera’ que lo impida. A Pereda no le convencían, pero poco a poco va contemplando la opción. “Cada vez las miro con menos desdén. Supongo que antes era puro esnobismo, algo parecido al rodillo. Es ese punto de esnobismo que tenemos todos, pero al final te abres. Yo tengo un rodillo y lo uso ocasionalmente”.
Por lo que no pasa un un globero es por la masificación y las carreras multitudinarias. Ellos prefieren ir a su aire, nunca mejor dicho: “Aunque se llaman marchas no competitivas, todos sabemos que lo son. Llegas allí y todo el mundo va a tope, levantando los brazos como si hubieran ganado una carrera. Yo intento evitarlas porque creo que me agobiaría. Para mí, lo bonito del ciclismo es un enfoque casi zen: subir una montaña solo, escuchar el río, el bosque, y estar con tus pensamientos. Si estoy rodeado de 15.000 personas, pierdo esa sensación”.
Así, saliendo tú solo con tu bici, uno se aleja del postureo, aunque parece que huir de él es casi imposible. “Huir del postureo es otra forma de postureo, aunque hay grados. Una cosa es llevar un maillot que te dura seis meses porque lo compraste en un chino, y otra muy distinta es grabarte vídeos en marcha, con subtítulos como "sufrimiento extremo". Eso me parece de mamarracho. Yo lo que intento es salir con dignidad: ir cómodo, no retorcido ni con las piernas abiertas. Al final, la bici es un deporte que disfruto por lo que es, no por lo que proyecta. Ah, y me gustan los maillots retro, los clásicos. Eso sí”, explica Marcos que, como todo buen globero, tiene algo de profesional frustrado.
“Todos lo hemos pensado alguna vez, incluso los que siempre hemos tenido sobrepeso y tendencia a la parranda. Otra cosa es la gente que realmente se cree que pudo llegar a ser profesional. Es cierto que algunos sí tenían potencial, pero les llegó el muro de los 18 años, cuando empiezas a salir de fiesta o te ves obligado a trabajar y ya no tienes tiempo para dedicarle seis horas diarias al entrenamiento”, reflexiona para, posteriormente, seguir matizando.
“Luego está el flipado absoluto, ese que con 30 o 35 años te dice: ‘Si me pongo en forma, podría aguantar una etapa con los profesionales’. Esos nunca han visto una carrera profesional en directo”, dice.
Y eso, el ciclismo en vivo, es algo que a Pereda le enamora. “El ciclismo tiene algo muy especial. Es el único deporte donde puedes compararte directamente con los profesionales. Tú puedes subir el Tourmalet el mismo día que ellos, unas horas antes, y vivir la experiencia rodeado de público. Es como jugar una pachanga en Wembley la mañana de la final del Mundial. Esa conexión, aunque ilusoria, es única”.
Ya puestos a fabular, busquemos compañía para esa subida. “Para ir en la bici de colegas, elegiría a alguien que haya engordado mucho después de retirarse, que no me haga sufrir. Pero si pienso en una figura más interesante, diría Hinault. Es un venerable abuelito, pero de vez en cuando tiene ataques de genio. Su mentalidad es única; le molestaba ver cicloturistas con maillots amarillos del Tour, porque creía que eso había que ganárselo. También me habría encantado salir con Jacques Anquetil y escuchar sus historias, aunque fueran opuestas a las de Hinault. Sería fascinante tener ambos puntos de vista”.
No podemos dejar escapar la oportunidad de pedir algún que otro consejo a Marcos para convertirnos en buenos globeros, con la cuarentena ya bien avanzada. “A nivel técnico, dos cosas muy importantes. Primero, que ve a un sitio donde sepan de bicicletas. No uses la bici del cuñado ni algo improvisado. Parece una tontería, pero unos milímetros mal ajustados pueden acabar destrozándole las rodillas. En segundo lugar, hazte de vez en cuando una prueba de esfuerzo. Y, por último, desde un punto de vista más personal: disfruta y no te obsesiones”.
Ni un consejo sobre las caídas, las señales de tráfico y la precaución. “Doy por hecho que todos sabemos las señales de tráfico básicas y si te saltas un stop es porque quieres saltártelo. Siempre hay que ir con precaución. Respecto a las caídas, desde pequeños nos hemos acostumbrado a caernos y levantarnos. No hablo de "resiliencia" ni de conceptos modernos, sino de pura costumbre. Cuando andas en bici desde niño, te enseñan a levantarte después de una caída así que si tienes una caída, vuelve a montar lo antes posible. Cuanto más esperes, más difícil será porque el miedo empieza a instalarse".