Los últimos meses están mostrando la rudeza del invierno: lluvias y vientos intensos, nevadas en cotas bajas, heladas nocturnas y nieblas muy densas. Los conductores son los primeros que acusan estas inclemencias meteorológicas, sobre todo en el caso de la niebla que impide una correcta y necesaria visibilidad al volante. La DGT recuerda las nociones básicas sobre cómo conducir con niebla y cómo actuar si te encuentras un banco de niebla en la carretera.
La orografía influye a la hora de generarse la niebla, así es habitual que en los meses lluviosos los valles y las mesetas que están rodeadas de montañas queden cubiertas. Tanto valles como mesetas se transforman en inmensas cubetas donde el aire queda atrapado. Esa falta de movimiento favorece la formación de la niebla que persiste y le cuesta desvanecerse. Además, en función de la temperatura del aire, la niebla la forman diminutas gotas de agua en suspensión, si hay más de 0ºC, o ínfimos cristales de hielo y gotitas de agua superfrías, cuando es inferior a 0ºC. Con anterioridad, el vapor de agua contenido en el aire ha tenido que pasar al estado líquido a través de la condensación. Junto a esas partículas de agua, en la niebla también quedan en suspensión el polvo y otros productos de combustión.
Los expertos de la conducción y desde la propia DGT enumeran los puntos a tener en cuenta al encontrarse con un banco de niebla en la carretera:
La primera medida cuando la niebla envuelve la vía es incrementar la distancia de seguridad con respecto al vehículo que circula delante. Esta distancia además se debe aumentar a medida que la niebla se hace más densa porque la visibilidad empeora proporcionalmente. Además, con la niebla el piso se humedece y los neumáticos pierden adherencia. Ello provoca que la frenada se alargue y que en las curvas haya que conducir con más cuidado aún, otros motivos más para alargar las distancias entre los vehículos. Por otra parte, muchas de las carreteras menos frecuentadas de parajes propicios a que se desarrolle la niebla no están en buenas condiciones.
Cuando un vehículo se queda parado en el arcén entorpece la circulación por la vía y pone en riesgo al resto. También dificulta la maniobrabilidad si hay que sortearlo porque no se tiene buena visibilidad. Aunque se señalice, lo que es obligatorio, la niebla dificulta que se vea con claridad. Todo ello incrementa las posibilidades de que se produzca un accidente. Desde la DGT recomiendan que nunca hay que detenerse en el arcén, ni ante un pinchazo, ni siquiera con el día soleado y una visibilidad normal. Aconsejan seguir circulando despacio hasta una salida o una vía de servicio. Por otra parte, en caso de avería y tener que parar, se debe señalizar el vehículo como detalla la norma y que todos los ocupantes se sitúen al otro lado del guardarraíl.
Al verse rodeando de un banco de niebla y ante la falta de visibilidad, el conductor tiende a encender las luces largas. Esto es un error y además es contraproducente ya que la luz rebota en la niebla y deslumbra con lo que se ve aún menos. Las luces que deben activarse con niebla son las de cruce. En los casos en los que la niebla sea muy densa y el mismo conductor tiene dificultades para ver el coche que va delante de él, debe encender el piloto trasero de niebla. Es decir, el piloto trasero de niebla solo se conecta en este caso y cuando no deja ver nada de lo que pasa alrededor. Es una luz muy molesta, con lo cual es imprescindible apagarla una vez se ha superado la zona y nunca acudir a ella en caso de lluvia a no ser que no se vea nada.
La velocidad del vehículo se debe adaptar a las circunstancias de la carretera y las inclemencias meteorológicas; la niebla es de las más peligrosas por la falta de visibilidad y la humedad del piso. Es lógico, por tanto, que en un banco de niebla se tenga que reducir la velocidad tanto como sea necesario y conducir agarrando el volante de forma firme. La velocidad adecuada es aquella que da seguridad al conductor y que le dota de capacidad de reacción ante un imprevisto.
Con la falta de visibilidad que provoca la niebla el conductor se queda sin referencias. El mejor recurso es seguir la ruta y la dirección correcta a partir de las líneas longitudinales pintadas en la carretera o las marcas viales y no separarse de ellas. De este modo, se puede centrar el vehículo en el carril derecho. También sirven como referencia otros vehículos, pero sin forzar la marcha y siguiendo su ritmo.
Por último, más que nunca las condiciones y el mantenimiento correcto del vehículo y sus componentes marcan la diferencia entre conducir con seguridad y no poder hacerlo cuando la niebla envuelve la carretera. En este caso, es imprescindible que los neumáticos se encuentren en buen estado y cambiarlos cuando lo indica el chivato que incorporan o si lo aconsejan los profesionales. El desgaste de los neumáticos depende del tipo de vehículo, los trayectos que se realizan y de la forma de conducir, lo que se debe tener presente y cambiarlos en el momento en el que sea preciso.
Otros puntos a tener en cuenta siempre y más aún con niebla son los que repercuten en la visibilidad durante la conducción: