En esta vorágine festiva de final y comienzo de año, a pesar de la pandemia, quien más y quien menos nos pondremos a los mandos de nuestro vehículo para algún pequeño o gran trayecto a casa de la familia, de amigos, a un restaurante, etcétera. Raro será que no hayamos tomado un vinito, un par de cervezas o hayamos brindado por el nuevo año con una copita de champán.
Querrá el destino, caprichoso, que una patrulla de la autoridad competente esté realizando un test de alcoholemia para garantizar la seguridad en la carretera en fechas tan señaladas… y en ese momento empecemos a sudar frío, pues somos conscientes de que, a pesar de que, aparentemente, vamos bien, sabemos que estamos al límite del positivo, sino es que tenemos la certeza de que la cosa se va a poner muy fea.
Partamos de la base de que estamos cometiendo una gran irresponsabilidad y con un poco de alcohol en el organismo, aunque sea un poco, no hay que coger el coche o la moto bajo ningún concepto. Esto es sagrado. Pero si, por lo que sea, no viene al caso, hemos cometido esta tropelía, siempre tenemos un amigo o un conocido que logró no dar positivo haciendo el pino puente, masticando un chicle o bebiendo un litro y medio de agua. Todo mentira. Cepillarse los dientes, soplar despacio, comer grasa… burradas.
El alcohol es una droga bifásica (estimulante en una primera fase y depresora en una segunda fase) que se metaboliza principalmente por el hígado (90%). El resto (10%) se elimina a través de la orina, la sudoración y la respiración. Los métodos que veremos a continuación para no dar positivo no son útiles si tenemos en cuenta que es el hígado el órgano encargado de asimilar el alcohol. Además, hay una serie de factores ineludibles que influyen en la reacción que tiene cada persona: propiedades de la bebida, comida en el estómago, tamaño corporal, sexo, velocidad en el consumo, el consumo de tabaco o no, la edad…
Por si a estas alturas de la película alguien aún tiene alguna duda de cuál es la tasa máxima permitida de alcohol para poder conducir un vehículo sin ser multados, que quede claro que la tasa de alcohol en sangre máxima permitida es de 0,50 gramos por litro, lo que es lo mismo, 0,25 mg/litro en aire espirado, 0,15 si hablamos de conductores noveles o profesionales de la conducción. En cualquier caso, la recomendación más lógica es no probar ni una gota de alcohol, sea la bebida que sea, si tienes que conducir en las siguientes horas.
Vamos a desmontar de una vez por todas y una a una todas las prácticas absurdas que se suelen hacer para rebajar la tasa de alcohol en el organismo para no dar positivo. Para ello, seguimos a pies juntillas las indicaciones de FESVIAL, la Fundación para la Seguridad Vial, que recoge un decálogo con este tipo de prácticas y, por supuesto, las rebate todas. De hecho, hicieron la prueba con un varón de 75 kilos y una mujer de 69… y dieron positivo siempre a pesar de emplear todos los métodos aquí expuestos. ¡Arrancamos!
Una tontería como la copa de un pino navideño de grande. El alcohol no se mide en la intensidad del soplo, ni soplando con menos fuerza se logra que pase menos alcohol al aparato. Los hay, incluso, que dicen que poniendo la lengua más atrás, o haciendo tapón, se logra que no pase todo el alcohol a través de la boquilla… patrañas de las buenas. Las autoridades, de hecho, están cansados ya de desmentir este extremo.
Es uno de los mitos más populares. Se piensa que, al haber más líquido en tu organismo el alcohol se diluye. Pero el que procesa el alcohol es el hígado, no el estómago, así que las toxinas seguirán intactas en tu organismo y da igual que te enguachines o te llenes las tripas de leche, aceite (oliva, girasol, palma) o sangre de unicornio. Si has bebido alcohol, darás positivo.
Yo mismo conozco un caso de un “personaje” que le pararon para soplar con una Harley-Davidson de la flota de prensa tras haber ingerido una buena cantidad de alcohol. El tipo se puso a hacer flexiones, a hacer sprints cortos –era para ver a un tipo de 1,90 metros y más de 120 kilos- correteando como un conejillo hormonado… pero vamos… que al día siguiente se estaba apuntando a los cursos de la DGT para recuperar los puntos que le quitaron. La tasa de alcohol en sangre no disminuye en un abrir y cerrar de ojos por muchas sentadillas que hagas.
La creencia, extendida, de que comiendo se disuelve más y mejor el alcohol en la sangre, puede ser cierta con matices… pero nunca a corto plazo. Si llevas media barra de pan con jamón y queso a mano puedes darte un atracón delante del agente, pero tu tasa de alcohol no va a variar hasta que pasen dos horas como poco. Así que… ¡que aproveche! Pero la multa y la sanción no te van a sentar bien.
El café es un placer. Cortito, intenso, aromático… de hecho la cafeína nos ayuda a estar algo más despejados y atentos al volante, siempre tomado con moderación… pero de ahí a que chupando granos de café te puedes librar del positivo… esto sí que es una peli de ciencia ficción de Serie B. O Serie C. Fake total.
Siempre es un detalle cuidar tu higiene bucodental y más si vas a soplar delante de un agente. El aliento puede mejorar, es innegable. A lo mejor hasta tu familia o tu pareja puede que les pase desapercibido el alcoholazo que te has metido un rato antes… pero al alcoholímetro no le vas a engañar con eso, porque en ningún caso afecta a la cantidad de alcohol ingerida, ni matiza ni suaviza los resultados. Bien por tu salud dental, mal porque no vale para evitar el positivo.
Una de las cosas más locas que hemos oído y visto para evitar la multa y la detracción de puntos por beber alcohol. ¿Hay algún iluminati en la sala que se crea que ha descubierto la piedra filosofal y que la reacción química de chupar una pila o unas monedas manoseadas van a eliminar de un plumazo todo el alcohol de tu cuerpo? Ni a Pepe Gotera ni a Otilio, chapuzas a domicilio, se les ocurriría algo parecido.
Está claro que una ducha fría te reactiva bastante, pero tu tasa de alcohol en sangre o en el aire espirado no variará. El alcoholímetro no valora tu higiene corporal y aunque te hayas duchado con agua helada un momento antes de coger el coche, tu tasa de alcohol no va a variar lo más mínimo. El agente de la autoridad agradecerá tu decoro y limpieza, pero la multa será la misma.
Siendo cierto que chupar un caramelo o darle al chicle como si te fuera la vida en ello puede absorber una mínima cantidad de alcohol que tengas en la boca, las partículas etílicas seguirán estando en el aire, que procede de los pulmones. Hasta allí no llegan ni los caramelos, ni las gominolas ni los chicles más mentolados que puedas encontrar en el mercado.
No nos extinguimos porque somos muchos, pero alguno espécimen humano compra boletos a espuertas para ello. Y es que, siendo cierto que los aminoácidos absorben el alcohol, no es menos cierto que la mayoría de los medicamentos no sólo no disminuyen, sino que incrementan los efectos del alcohol. Son muchos los prospectos medicinales que avisan de que, si lo tomas antes de conducir, puede afectar a la conducción o incluso dar falsos positivos. Así que no, ni Almax, ni Espidifen, ni Ibuprofeno ni el colágeno de Ana María Lajusticia. Lo sentimos.
Por cierto, el único truco infalible para no dar positivo en un test de alcoholemia que se conoce es el más fácil de todos: No beber alcohol antes de conducir.