La reciente tragedia ocurrida a la salida de un colegio en Mirasierra, en Madrid, donde una madre confundió la posición de la palanca y los pedales de un coche automático, causando un terrible atropello mortal, abre el debate sobre los conductores acostumbrados toda su vida a conducir un coche manual y pasar de repente a un automático. El proceso no es baladí, y más cuanto más años de experiencia tenemos con un coche manual y más estresados andamos con el resto de temas, personales o generales. Prestar la debida atención a la conducción, lo que tenemos alrededor y al propio vehículo, es fundamental en cualquier caso, pero más aún si estamos afrontando todo esto con un coche que no tenemos por la mano y que lleva un cambio automático.
En el fondo y en la práctica, después de haber conducido cientos y cientos de coches manuales y automáticos, he de confesar que me parece más relajado y fácil conducir un automóvil con una transmisión automática, pues es menos exigente a nivel de atención y puedes despreocuparte un poquito más que cuando tienes la tiranía constante de tener que subir o bajar de marcha cuando la situación lo requiera, muy a menudo si es en ciudad.
Pero claro, hay que reconocer también que si llevas un porrón de años conduciendo un coche manual y, de repente, pasas a un automático, puedes quedarte en shock, sin ir más lejos, al ver que "te falta" un pedal y que la palanca puede ser extraña o, incluso, no estar situada donde normalmente se halla.
La prudencia al volante debe ser máxima con el cambio de vehículo, y si encima pasamos de un cambio tradicional al automático, aún debe ser mucho mayor. Aunque parezca mentira, en Estados Unidos, el cambio automático es el más habitual en los coches, y lo raro allí es encontrar gente que prefiera el cambio manual. En cualquier caso, hay ciertos aspectos importantes a tener en cuenta al pasarse al cambio automático, pero con un mínimo de atención y práctica, la cosa irá como la seda.
Algo más de la mitad de los coches automáticos tienen la palanca en el lugar habitual, en la consola central entre los asientos delanteros, justo en el lugar donde cae la mano derecha de manera natural. Está todo estudiado. Pero también hemos de decir que, últimamente, los diseñadores se están volviendo locos con el tamaño y las formas de esta palanca, cada vez más diminuta y, quizá, con unos recorridos más cortos y precisos de lo que solemos hacer con un manual. El Volvo del mencionado accidente responde a uno de estos modelos donde la palanca es cada vez más pequeña y las suaves transiciones de una posición a otra pueden confundirse con facilidad.
Pero además, últimamente estamos asistiendo a cambios automáticos que prescinden de la palanca. Bien por botones o teclas, bien por una pestaña como por ejemplo en los nuevos Opel Mokka o Citroën C4, que además es de un tamaño ridículo y pueden causar errores. Incluso Mercedes-Benz pone la palanca del cambio automático donde suele estar el intermitente derecho o marcas británicas como Jaguar, Land Rover o MG apuestan por una vistosa ruleta. En cualquier caso, hay que acostumbrarse durante un periodo de tiempo.
Cuesta acostumbrarse, pero los tres pedales habituales, generalmente largos y estrechos, pasan a ser dos, más gordos y anchotes, juntos, dejando un espacio libre donde suele estar el embrague. Que levante la mano el que nunca haya intentado frenar con el pie izquierdo y haya dejado el coche clavado. Salvo casos aislados, la sensibilidad del pie izquierdo es mucho menor que el derecho, y aunque intentes pisar levemente el pedal del freno, lo que harás será pegar un frenazo que algún empaste puede salir volando. Sólo los pilotos de competición están habituados a frenar con el izquierdo y se recomienda no hacer uso del pie izquierdo.
A renglón seguido del punto 2, de nuevo pedimos que tire la primera piedra el que esté libre de pecado y no haya pisado el freno pensando que era el embrague. Si estás en parado no pasa nada, pero si es “de primera a segunda”, el frenazo va a ser espectacular. Algún dentista hay que se ha lucrado a base de estos accidentes, pues dejas los incisivos clavados en el volante sin darte cuenta, mucho más peligroso si lo haces instintivamente con el coche a buena velocidad. A la izquierda de los pedales suele haber una repisa y ahí hay que situar el pie izquierdo desde que te subes hasta que te bajas del coche.
En un coche con cambio manual, en punto muerto, si el coche está en llano no se va a mover un solo milímetro. En cambio, con un coche con cambio automático, no se debe levantar el pie del pedal del freno porque con la “D” puesta el coche saldría hacia adelante, a poca velocidad, es cierto, 2, 3, 4 kilómetros por hora, pero lo suficiente para causar un susto o un atropello si alguien está pasando despreocupado por un paso de cebra que tenemos delante. Esto se hace así para que el coche no vaya para atrás en una cuesta abajo, por ejemplo. Son varias las veces que he visto pequeños toques en Stop o semáforos porque un conductor de un automático ha levantado por distracción el pie del freno y ha alcanzado al de delante.
Es el despiste que protagonizó el tráfico accidente. La madre quería salir marcha atrás del sitio donde había aparcado, y engranó la D en vez de la R por error. El pisotón al acelerador hizo que el coche fuera hacia adelante, pasando a la acera y arrasando con todo lo que pilló por delante. Como decíamos al principio, hay veces que las muescas para detener la palanca en una letra o en otra son mínimas, y si no estás pendiente puedes liarla buena. Recuerda que en un cambio automático los números son sustituidos por letras y la P es de Parking, la D es Directa o Drive, la R es de Reverse (marcha atrás) y la N de Neutral o punto muerto. El paso de una marcha a otra la realiza la propia centralita del coche, tú no tienes que hacer nada, a no ser que actúes sobre las levas del volante, pero esa ya es otra historia.
Un último consejo: en maniobras, generalmente para aparcar, espera a que el coche esté detenido completamente para pasar de la D a la R y viceversa. Alargarás la vida útil de la transmisión y ya te decimos que afrontar la renovación de una caja automática es un dineral.