Hay gente que no lo reconoce porque piensa que es un desprestigio, pero la verdad, en más de una ocasión el que suscribe ha repostado su coche y su moto en una gasolinera low cost -cada vez hay más, más cerca de casa, y de distintas marcas- y, con sinceridad, ni la parte humana ni la parte mecánica de la ecuación ha notado ningún cambio a peor. Igual, dicen, es necesario repostar muchas veces y hacer muchos kilómetros para que se note algo en el motor, pero no conocemos ningún caso real documentado.
El continuo alza del precio de los carburantes en el último año, que ha superado todas las expectativas y ha vaciado los bolsillos de la clase media y baja de este país, ha empujado a muchos a probar esta opción, que por regla general, te permite ahorrar unos 12-18 céntimos por litro. Si llenas un depósito de 60 litros, estamos hablando de entre 7 y 11 euros según la gasolinera, que no son moco de pavo.
Como decíamos al principio, las estaciones de servicio low cost están saliendo de la nada como champiñones. Muchas de ellas pertenecen a compañías pequeñas, o incluso medianas, aunque no son pocos los negocios de pequeñas empresas, cooperativas o incluso particulares. El principal truco es reducir costes a saco, principalmente, eliminando completamente el personal y automatizando todo. Compras a granel, en grandes cantidades y optimización en el uso de aditivos, son otras maneras de mantener unos mínimos márgenes de beneficios.
Por regla general, las gasolineras low cost avisan de que el combustible que allí se dispensa están suministrado por petroleras tradicionales como Repsol o Cepsa, con lo que la gente no termina de entender las cosas.
Como está claro que el negocio es evidente, el diario electrónico El Confidencial publica que son tres grandes grupos los que están detrás de la mayoría de estos establecimientos, que ya significan una de cada ocho en todo el territorio nacional, y hasta el 22% en Cataluña. La pandemia ha sido un caldo de cultivo para este tipo de negocios y ya se cuentan más de 1.300 en toda España.
La firma Plenoil ha abierto 15 de ellas desde noviembre. Tenía 65 puntos en 2020 y este año tendrá más de 100. Ballenoil es la actual líder del mercado y Petroprix espera tener hasta 135 gasolineras antes de que acabe 2022. El objetivo ahora no es abrir por abrir, sino situarlas mejor, no sólo en el extrarradio de las grandes ciudades, sino también en enclaves privilegiados de los núcleos urbanos. Las estaciones pertenecen a la compañía, no admiten franquiciados.
Plenoil, según el citado medio de comunicación, despachó 327 millones de litros el año pasado y calcula que superarán los 500 millones este año y alcanzarán los 1.000 millones en 2024.
José Rodríguez de Arellano, Leopoldo Pérez de Villaamil y Alfaro, Álvaro Sainz de Vicuña Bemberg, Borja de Torres Atencia, Leopoldo Pérez de Villaamil Muñoz Calero, Sergio Rodríguez de Arellano Vendrell… nombres con enjundia, apellidos ilustres del mundo de los negocios, son los que están detrás de este nuevo negocio en boga, llamado Plenoil.
Sainz de Vicuña Bemberg es uno de las cien personas más ricas de nuestro país según la lista Forbes. De Torres Atencia es conocido como “el mayor camionero de España”, gracias al negocio que preside. Ballenoil, en cambio, procede de la cadena La Ballena Azul y Petroprix proviene del negocio de placas fotovoltaicas en Andalucía.
El panorama de los combustibles fósiles en España ha dado un volantazo radical. Ni Repsol, ni BP, ni Cepsa, ni Shell, han abierto nuevos establecimientos en los últimos tiempos. Si nace una nueva, es automática y low cost. Las grandes petroleras ven esto con una gran preocupación, pues sus planteamientos que han funcionado toda la vida, ahora no sirven, y más con el apoyo de los de arriba a las nuevas tecnologías y al vehículo eléctrico y Cero Emisiones.
Se ha hablado mucho de esto, campañas de las grandes petroleras diciendo que, a la larga, el combustible barato acabaría con las mecánicas de nuestros vehículos, pero la realidad es que el producto base es el mismo para todos los establecimientos y los suministra la Compañía Logística de Hidrocarburos (CLH) que ha pasado a llamarse Exolum.
Los precios bajos se consiguen, como hemos dicho, ahorrándose los sueldos del personal, una estructura empresarial mucho más liviana, no hipotecarse en grandes establecimientos o en sitios caros de las grandes ciudades, ni gastarse apenas nada en publicidad. Además, no se casan con ningún mayorista y compran el producto en grandes cantidades y al operador que ofrezca mejores precios, aseguran desde Ballenoil.
En estas empresas reconocen que también utilizan aditivos diferentes a los de las grandes marcas, pero siempre atendiendo a las recomendaciones de la CLH. Incluso, técnicamente, aseguran, es imposible demostrar qué aditivo es mejor.