La Inspección Técnica de Vehículos, conocida popularmente con las siglas ITV, es un examen técnico que deben superar obligatoriamente y de manera periódica todos los vehículos para poder seguir circulando por las vías públicas de nuestro país. Esta inspección está regida por el “Manual de Procedimiento de Inspección de las Estaciones I.T.V.” del Ministerio de Industria, Energía y Turismo y tiene el objetivo de reducir el riesgo de accidentes en carretera producidos por causas técnicas, así como el impacto medioambiental que tienen estos medios de transporte.
En concreto, la ITV sirve para comprobar el estado general de los vehículos, ya sean automóviles, motocicletas, furgonetas, autocaravanas o camiones. Durante ella, se analiza si los vehículos cumplen con las normas mínimas de seguridad vial y emisiones exigidas y se determina si están capacitados para seguir circulando por carretera o si, por el contrario, necesitan una revisión técnica. Y para ello, los inspectores revisan a fondo los distintos componentes de los vehículos, es decir, la carrocería, las luces, los neumáticos, los frenos y las suspensiones, y realizan pruebas de ruido y emisiones para comprobar su efecto contaminante.
Pasar la ITV es un trámite obligatorio para todos los conductores, que deberán cumplir el examen dentro de las fechas que les correspondan. No hacerlo está sancionado con importantes multas, que oscilan entre los 200 y los 500 euros. Además, si no se supera el examen, se corre el riesgo de que el vehículo quede completamente inmovilizado hasta que resuelvan los problemas y averías.
La periodicidad de las inspecciones de la ITV oscila entre los dos meses y los ocho años. Esta periodicidad viene marcada por el tipo de vehículo que se conduzca y su antigüedad y toma como punto de referencia su fecha de matriculación.
En el caso de las motos y los automóviles, por ejemplo, se establece que estos vehículos deben pasar su primer examen en su cuarto año en circulación. A partir del cuarto año, no obstante, estarán obligados a pasar el examen cada dos años, aunque la cosa cambia cuando cumplen los diez años. En este momento, la normativa marca que deben pasar el examen de manera anual.
A pesar de que en el reglamento se estipula la fecha en la que debe realizarse la ITV obligatoria, los conductores que así lo deseen también pueden someterse a su vehículo a una ITV voluntaria, un examen que, pese a no eliminar la inspección obligatoria del calendario, sí puede ser de gran utilidad a la hora de mantener a nuestro compañero a punto.
Estas inspecciones, que pueden solicitarse en cualquier estación de ITV del país, sirven para conocer el estado de los vehículos a motor y pueden ser de dos tipos: completas, en las que se realiza un examen semejante al que se lleva a cabo en los trámites obligatorios, o parciales, en las que solo se examina un componente en concreto, como pueden ser los frenos o las suspensiones.
Las ITV voluntarias pueden actuar como herramienta preventiva antes de afrontar un largo viaje en coche y pueden ser de gran utilidad a la hora de comprar vehículos de segunda mano, ya que con ellas podremos averiguar si tienen algún defecto. Su precio es más económico que el de las ITV obligatorias, sobre todo si solo se quiere examinar un componente, así que si tienes dudas sobre tu vehículo, no lo dudes y acércate a tu estación de ITV más cercana. Y es que como dice el dicho, mejor prevenir que curar.