Está inspirada en una V8 de principios del siglo XX. El futuro de la moto es eléctrico, tiene un aire retro espectacular pero no renuncia a conceptos alternativos y futuristas, como sus suspensiones. Sin duda, si alguna máquina de dos ruedas merece denominarse “La Tesla de dos ruedas” esa es, sin duda, la Curtiss One. Eso sí, no es barata, ya te lo avisamos.
El nombre de Curtiss no es casualidad. Glenn Hammond Curtiss fue un visionario, un pionero en sectores tan dispares como la aviación y el motociclismo. Fundó Curtiss Motorcycles en el mismo Nueva York en el año 1901, cuando decidió montar un motor a una de sus bicicletas… incluso logró ser recordman mundial al alcanzar, en 1907, los 219 km/h sobre una moto que montaba un motor de 8 cilindros totalmente artesanal. Y sí, en ella se inspira esta Curtiss One, ahora, con un motor eléctrico y una pinta tan espectacular como atractiva.
El proyecto de esta moto eléctrica saltó a la palestra en 2021, cuando se anunciaron los primeros bocetos y renders. Tras dos años de espera y de pasear el prototipo por los mejores salones especializados del mundo, la firma estadounidense ya está recibiendo pedidos de los primeros clientes para fabricarla y, por tanto, venderla. Primeras entregas, antes de que acabe el año. El futuro es ya… al menos sobre dos ruedas.
Dos años antes del prototipo más o menos definitivo, en 2019, la marca americana ya había llamado la atención con el Hades, minimalista y espectacular a partes iguales. La definitiva es una monoplaza terríblemente original inspirada en las board track de los años veinte.
Pero claro, un siglo después, vemos materiales ligeros, discos Berlinger 4D Aerotech, sillín de piel sintética y unas suspensiones Race Tec que no puedes dejar de mirar en ningún momento… y eso que cuenta con un motor de flujo axial Yasa P 400 británico con 110 caballos de potencia, que se pueden llevar a los 215 gracias a actualizaciones y personalizaciones.
Y todo ello con una batería de 8,8 kWh que roza los 200 kilómetros de autonomía en ciudad, poco más de la mitad si queremos salir a autovía o autopista con ella y nos ponemos a 120 km/h. Eso sí, en tres cuartos de hora puedes tenerla casi a tope de carga y asegurarte de que, si estás en un punto público de recarga, será el centro de atención sin lugar a dudas.
Y no es barato. Asegurarte que, difícilmente, vas a cruzarte con una moto igual en el resto de tu vida, se va hasta los 120.000 euros. Para tenerla tendrás que dar una señal, unos 30.000 euros, y luego pegarte un buen viaje para reunirte con el equipo de diseño y comentarles todos los tipos de personalización que quieras. La duración del proceso de fabricación, absolutamente a mano y artesanal, está en torno a los 8 meses. Y tranquilo que te llevan la moto a casa. Faltaría más, por ese precio.
El amortiguador trasero, en posición horizontal, es llamativo, así como la horquilla girder. En teoría, aseguran que no habrá nunca más de 300 unidades circulando por el mundo, pero nadie puede confirmar este aspecto. La exclusividad tiene un precio, pero también el saber que esta moto dice adiós definitivamente a las vibraciones y a los ruidos, pues fluye con una dinámica retrofuturista que, sinceramente, la va a convertir en un objeto codiciado por cualquier coleccionista. Al tiempo.