El embrague es una pieza clave de cualquier vehículo con marchas. Es el encargado de encajar cada una de las velocidades, permitiendo tanto transmitir como interrumpir la transmisión de la energía mecánica de manera voluntaria. Sin embargo también está sujeto a un continuo desgaste, siendo importante saber identificar cuándo empieza la cuesta abajo para nuestro embrago.
Para evitar costosas reparaciones y mantener nuestro vehículo en óptimas condiciones, hay signos y formas de saber cuando el embrague está desgastado. Una prueba simple para identificar su declive es, en un lugar llano y sin peligros, cambiar a una marcha larga y soltar el pedal de golpe. Si tenemos este componente en buenas condiciones el coche debería calarse de forma instantánea. Sin embargo, si el motor sigue en marcha será un signo inequívoco de que el embrague ha comenzado su cuesta abajo.
Además de este pequeño truco, hay una serie de signos de desgaste que puede darnos el embrague. Te ayudamos a reconocer cuándo el embrague podría estar fallando y qué medidas habría que tomar:
Para extender la vida útil de tu embrague y evitar fallos prematuros, es importante conducir siguiendo unas reglas generales que ayuden a su mantenimiento. Por ejemplo, una práctica que no ayuda nada es la de ‘cabalgar’ el embrague. Siempre es recomendable mantener el pie alejado del pedal del embrague a menos que estemos cambiando de marcha. Mantener apoyado el pie en el pedal de embrague de forma innecesaria puede causar desgaste.
Otra práctica que ayuda a mantener el embrague es usar más el freno de mano para sujetar el coche en pendiente, y no tanto tirar del equilibrio del embrague. Esto reduce la presión en el embrague mientras esperamos en un semáforo o durante el tráfico lento en tramos de subida.
A parte de esto no hay mucha más magia que vaya más allá del uso óptimo del embrague. De esta manera siempre conviene evitar cambios bruscos y asegurarnos de que el embrague esté completamente presionado antes de cambiar de marcha, lo que evitará daños en la transmisión. Además, siempre es conveniente hacer revisiones del embrague, su líquido y asegurarnos de que no hay fugas que puedan empeorar un posible problema en el futuro.
Un disco de embrague debería durar aproximadamente entre 100.000 y 120.000 kilómetros dependiendo del uso del vehículo y las condiciones de conducción. Sin embargo, si se experimentan alguno de los síntomas mencionados, es aconsejable llevar el vehículo a un mecánico para que realice una inspección detallada. A veces, solo se necesita ajustar o reemplazar alguna pequeña parte, pero otras veces puede ser necesario reemplazar todo el conjunto del embrague.
Reconocer estos signos y realizar un mantenimiento preventivo no solo permite ahorrar dinero en reparaciones costosas, sino que también garantizará que el vehículo funcione de manera óptima y segura.