Los avances en la tecnología aplicada a la automoción están provocando un aumento en la elección de una caja de cambio automático en vez de una manual a la hora de comprar un coche nuevo. Realmente cómodas y eficaces, además posibilitan la incorporación de diversas ayudas para la conducción.
No obstante, al contrario de lo que muchos pudieran pensar, también requieren de mantenimiento como las de cambio manual y sufren averías mecánicas. En Uppers nos hemos acercado a nuestro taller de confianza para que nos expliquen los fallos más habituales en la caja de cambios y cómo se puede dañar la caja de cambios. En concreto, hemos preguntado a qué debemos prestar atención y cómo saber si está mal la caja de cambios. El objetivo es simple: que funcione a la perfección, alargar su vida útil y poner remedio antes de que la avería se convierta en una factura elevadísima.
Lo primero es ser consciente de que como cualquier otro mecanismo del vehículo necesita sus revisiones y sustitución de componentes. Son los fabricantes los que detallan cuándo llevar a cabo los oportunos cambios de filtros y de aceite. Por ejemplo, necesitan un buen aceite de transmisión y son específicos para ello.
En nuestro taller nos han enumerado las siete averías más habituales en las cajas de cambio automático:
En un vehículo de este tipo no hay pedal de embrague, ya que es la propia caja de cambios automática la que incorpora un sistema que transmite la fuerza del motor a través de la presión hidráulica generada por un convertidor de par. La caja convierte dicha presión en movimiento hacia las ruedas del vehículo al acoplar o desacoplar unas determinadas piezas internas. Cuando aparece un comportamiento dispar en los cambios de las marchas o el motor se revoluciona y la marcha no entra como debe, sin suavidad, es que algo falla. Puede suceder que no haya presión suficiente que mantenga los discos del embrague bloqueados lo que provoca que entre una marcha y salte a otra. Otra posibilidad es que estos discos ya se hayan desgastado, patine el embrague y se revolucione el motor antes de tiempo.
Normalmente, si los cambios de marcha son lentos, imprecisos o irregulares se debe a que el nivel de aceite del interior de la caja no es el correcto. Tanto el exceso de aceite, que genera espuma, como su falta, con la aparición de burbujas, generan que la bomba mande demasiada o poca presión hidráulica, derivando en esos cambios lentos, imprecisos o irregulares.
Un nivel incorrecto de aceite en una transmisión por convertidor de par también provoca vibraciones al acelerar porque la presión es irregular. Aunque igualmente podría suponer que existe algún defecto en el interior del propio convertidor. Esta vibración del vehículo suele aumentar entre los 80 y 100 kilómetros por hora y va disminuyendo al incrementar la velocidad.
La vibración que el conductor nota en el volante con el cambio de una marcha a otra o cuando esta produce un golpe, en ocasiones, lo provoca un fallo en la caja de válvulas que habría que revisar.
Cuando hay una mala relación en los paquetes de embrague salta el código de avería en el cuadro de mandos. Lo habitual es que la causa esté en un resbalamiento excesivo de los embragues y la solución es su sustitución.
Un sistema electrónico controla la caja de cambios. Es el que “dice” cuándo y cómo hay que cambiar de marcha según los datos que recibe de una serie de sensores. Por su parte, la mecatrónica, que son las cajas de válvulas incluyendo sus componentes internos junto a dicho sistema electrónico, es la que reparte el aceite entre los ejes, combinándose para formar las marchas. Si falla esta mecatrónica dejará de funcionar una, varias o todas las marchas.
A veces sucede que una marcha se engrana, la electrónica de la caja de cambios detecta un fallo importante e impone su funcionamiento en el modo de seguridad. Además, muestra un testigo de fallo en el cuadro de mando. Dicho modo de seguridad permite que el vehículo se mueva, pero no deja cambiar de marcha.