Las bujías son un elemento fundamental de nuestro coche. Situadas en el interior de los cilindros del motor, estas pequeñas piezas son las encargadas de producir la chispa que enciende el combustible. O lo que es lo mismo: permiten que el coche se ponga en movimiento. Por ello, es importante que las revisemos y cambiemos periódicamente. A pesar de que unas bujías en malas condiciones no harán que el motor se detenga de golpe, el desgaste de estos componentes sí repercute negativamente en el rendimiento de nuestro automóvil, y puede llegar a causar averías importantes y muy costosas.
Además, aumenta el consumo de combustible, lo que, a su vez, incrementa nuestros gastos y la cantidad de emisiones contaminantes que nuestro automóvil libera a la atmósfera. Vamos, que igual no nos dejan tirados, pero nos pueden dar más de un quebradero de cabeza.
Según los expertos, la duración estimada de las bujías depende del material de sus electrodos y del tipo de coche que tengamos. Tal y como apuntan desde el Real Automóvil Club de España (RACE), podemos encontrar bujías hechas de cobre que aguantarán en buen estado hasta los 40.000 kilómetros y bujías hechas de platino o iridio, cuya vida útil se expande hasta los 100.000 kilómetros, aproximadamente. No obstante, lo habitual es sustituir estos elementos cuando han recorrido una distancia de entre 30.000 y 60.000 kilómetros.
Este proceso es sencillo y barato: el precio de una bujía es de entre tres y veinte euros, dependiendo del material, aunque, eso sí, si una de las piezas está en mal estado, tendremos que cambiarlas todas para que no se produzcan desequilibrios en el encendido.
Pero ¿cómo podemos saber que ha llegado la hora de cambiarlas? Si estas vacaciones planeas coger el coche para hacer algún viajecillo y no quieres llevarte ningún susto, presta atención a estos síntomas: son los que nos avisan de que algo no funciona como debería.
La primera pista de que debemos cambiar las bujías aparece a la hora de encender el vehículo. Cuando estos elementos funcionan correctamente, el coche se comporta de maravilla y arranca sin problemas, a la primera. Sin embargo, si las bujías están en mal estado, este proceso será mucho más dificultoso y, a veces, puede darse el caso de que el motor, directamente, no encienda.
Otro síntoma que debemos tener en cuenta es el aumento de combustible. Cuando una bujía está en mal estado, la mezcla de combustible y aire no se quema de forma adecuada, lo que incrementa el consumo. Por ello, si nuestro vehículo empieza a gastar más que de costumbre, debemos echarle un ojo a las bujías: es probable que ya no funcionen como deberían.
Además, cuando una bujía falla, el vehículo empeora su rendimiento. Los problemas a la hora de encender el motor pueden llevar a una reducción de la potencia y a un aumento de los gases contaminantes que se emiten por el tubo de escape, así que, si notamos que el coche ya no rinde como debería, tendremos que revisar las bujías.
Más allá de estos tres síntomas, desde la RACE también señalan que unas bujías en mal estado pueden hacer que nuestro coche tenga un ralentí inestable o que dé tirones a la hora de circular. En caso de que detectemos alguna de estas señales, es recomendable que hagamos una visita al taller para comprobar el estado de nuestras bujías, incluso si no hemos agotado su vida útil. A pesar de que el manual del fabricante establezca unos límites para cambiar estas piezas, en ocasiones estas se estropean antes de alcanzarlos, así que no te confíes.