El cambio hacia una movilidad más sostenible es uno de los pasos clave en la lucha contra el cambio climático y uno de los grandes objetivos de la Unión Europea, que se ha comprometido a alcanzar la neutralidad climática de cara a 2050. En este año, si todo sale según lo previsto, las carreteras europeas quedarán libres de vehículos contaminantes. O lo que es lo mismo: de todos los vehículos propulsados por diesel, gasolina, gas e híbridos.
Para alcanzar este ambicioso objetivo, la Comisión Europea lanzó en junio de este mismo año un paquete de medidas que incluía el cese de la comercialización de todos los vehículos de combustión a partir de 2035, una norma que prohibirá la venta en todo el territorio europeo de todos los automóviles y furgonetas de nueva construcción que emitan dióxido de carbono a la atmósfera.
Esta normativa, que irá acompañada de un aumento en el precio de los combustibles fósiles y de la instalación de un mayor número de puntos de carga para vehículos eléctricos y propulsados por hidrógeno, continúa la senda de otras medidas aprobadas previamente por la Unión Europea para avanzar en esta transición hacia un modelo más sostenible.
En este camino, una de las normas más destacadas es la Euro 6, una normativa de protección medioambiental que limitó las emisiones contaminantes de los vehículos propulsados por diésel a 80 mg por kilómetro. Esta norma, que entró en vigor en 2015 tras haber sido aprobada en septiembre de 2014, cambió por completo el sector de los vehículos diésel, al obligar a todo aquel modelo que no pudiese reducir su impacto contaminante a utilizar el aditivo AdBlue, un compuesto capaz de disminuir sus emisiones a la atmósfera. Pero ¿en qué consiste?
Tal y como señala el Real Automóvil Club de España (RACE), el AdBlue es un compuesto que se utiliza en los automóviles propulsados por diésel para disminuir las emisiones contaminantes que producen tras la combustión del motor. Se trata de un líquido incoloro, inoloro y no contaminante compuesto por agua desionizada con un 32,5% de urea. Además, no es tóxico ni inflamable.
Gracias a una reacción química denominada “Reducción Catalítica Reversiva” (RCS), el AdBlue puede transformar las partículas de NoX que salen del tubo de escape de los vehículos propulsados por diésel en una mezcla menos contaminante para el medioambiente hecha de nitrógeno y vapor de agua. De este modo, no solo reduce el impacto medioambiental de este tipo de vehículos, sino que los mantiene dentro del límite legal marcado por la Unión Europea para su comercialización.
Para poder utilizar AdBlue, los vehículos propulsados por diésel deben incluir un nuevo depósito, que servirá para almacenar este compuesto. Su modo de utilización es relativamente sencillo. Al igual que si fuese gasóleo o gasolina, los conductores deben rellenar este depósito con este aditivo siempre que el sistema de cambios así lo requiera y con cuidado de no mezclarlo con el diésel. De lo contrario, podríamos dañar el motor de nuestro vehículo.
El AdBlue no se mezcla con la gasolina, sino que se guarda en un cilindro que precede al tubo de escape, junto con otros catalizadores y elementos como el filtro de partículas. En este cilindro, el compuesto se pulveriza a través de un proceso químico por el que genera amoníaco, que descompondrá las partículas de NOx en nitrógeno y vapor de agua.
A la hora de utilizar AdBlue, es importante que tengamos en cuenta que debemos rellenar el depósito antes de que este se agote por completo. De no hacerlo, el vehículo reduciría su rendimiento y, en el peor de los casos, podría llegar a no arrancar. Por ello, es recomendable que llevemos un envase de este compuesto en el maletero para evitar posibles problemas, sobre todo si vamos a realizar un viaje largo.
El AdBlue puede encontrarse en garrafas con un tamaño que va desde los dos a los diez litros, y el precio de rellenar un depósito entero con este compuesto oscila entre los veinte y los treinta euros. Eso sí: antes de comprar, recuerda que este compuesto tiene fecha de caducidad, así que asegúrate de que no la ha pasado. De lo contrario, corres el riesgo de que haya perdido sus propiedades.