Me llamo Matías, tengo 50 años y empecé hace cinco mi transición. Estudié veterinaria, pero no ejerzo. He trabajado de muchas cosas, pero ahora trabajo en una multinacional. Utilizo mi apellido como nombre, eso me ha evitado problemas logísticos porque en realidad está en mi DNI. Antes me llamaba Beatriz. Me parece que fue hace mucho, pero en realidad fue hace nada. Hasta ese momento no sabía que existían los hombres trans, solo conocía a las mujeres trans. Los hombres trans siempre han sido invisibles, lo que se ve más es el colorín y la lentejuela.
Siempre me han gustado las cosas masculinas, entre comillas, porque todo eso son estereotipos. En los juguetes, en la ropa… El día de mi comunión fue una pesadilla, por ejemplo. La hice con mi hermano, que es dos años mayor, pero yo quería ir vestido como él. Menos mal que mi madre no me puso un vestido de esos pomposos. En todas las fotos salía con una cara muy triste. Es una pena que los niños pasen por cosas así, es un malestar enorme.
Es un problema a todos los niveles el pensar que parece que somos dos especies distintas, hombres y mujeres. Yo empecé a hormonarme con testosterona (me la inyecto cada 28 días) y me hecho la mastectomía después de hacer un crowdfounding que no funcionó mucho y pedir un crédito, pero no todo el mundo tiene que seguir los pasos de hormonarse y luego operarse, hay mucha gente que no tiene tanta disfobia de género y sigue siendo trans.
Hasta que decidí hacer la transición fui una mujer lesbiana, pero nunca me sentí bien en esa etiqueta. No era eso lo que me sucedía. La lucecita vino por una novia heterosexual que tuve, la segunda persona de la que enamoré en el colegio con 10 años, que luego nos reencontramos 30 años más tarde y nos enamoramos, que me dijo que lo que más le gustaba de mi era mi lado masculino. El hombre que había dentro de ti. Antes ya había visto la noticia del primer hombre del mundo embarazado y empecé a leer más.
Lo que pasa que claro, en estos conceptos de hombre y mujer no hablamos de los mismo. La gente que está en nuestra contra no entienden esos conceptos de hombres y mujer, lo mismo que piensan que somos homosexuales llevados al extremo, y eso no es así. De hecho muchos y muchas trans son lesbianas y gays, pero otros muchos son heteros. Una cosa es el género, otra la orientación sexual y otra la expresión de género. La identidad de género es algo que no puedes cambiar o evitar, como la homosexualidad o la heterosexualidad, pero no son todo cajas estancas donde tú no puedas moverte. Y eso le asusta a la gente, prefieren las cosas sólidas.
No sabes qué te va a pasar en la vida, todo es mucho más fluido y eso la gente no lo puede soportar. Esa no certeza les puede y reaccionan en contra. ¿Qué es ser un hombre o una mujer? Y la gente dice: 'pues está muy claro', pero no pueden definirlo. No, están hablando de ser macho o hembra, nacer con una genética xx o xy. Un macho o hembra puede ser una persona, un perro o hasta una planta. El ser humano es mucho más complejo y más fluido que unos cromosomas.
Muchas personas dicen que eso provoca confusión en los niños. Y no es así, los niños dan a cualquier persona prejuiciosa mil vueltas. Vale que hay que elegir en qué edades contar cosas de sexualidad, pero ellos lo entienden todo. La vida es una confusión continua. Tengas seis, veinte o cincuenta años. Vas a estar confundido toda la vida, porque no tienes certezas de nada, solo de que te vas a morir. Entonces no entiendo por qué todo problema: los niños no van a estar confundidos, van a ser lo que son, si les dejas, claro. Lo diferente asusta. Hace falta más información.
Cis, trans, passing y más: el diccionario definitivo para hablar bien sobre género y sexo