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Carlos Sobera: “No pienso retirarme nunca, mi trabajo es mi vida”

  • Continuamos con Ruta 67, una iniciativa de VidaCaixa y Uppers que nos permitirá descubrir las no tan conocidas vidas de personajes públicos relevantes y aquello que les hace únicos: sus experiencias y sus sueños

  • El presentador y actor nos explica sus hitos vitales: su infancia marcada por la señorita Guillermina, cómo su primer beso fue el hito de su adolescencia y la relación con sus dos hijas

“Traigo esta camisa de lino rojo, que me encanta”, dice Carlos Sobera al llegar al estudio. Pasa por todos los boxes previos a la entrevista en un visto y no visto. Al fin y al cabo, está acostumbrado al toque de maquillaje y peluquería antes de pasar a la acción. Sube una ceja para las fotos: “Que conste que ya no lo hago tanto”, bromea con el equipo. Ya está todo listo, Sobera en estado puro compartiendo con Uppers y VidaCaixa la ruta de su vida. “Una palabra que defina mi manera de estar en el mundo es ‘dispuesto’”, explica nada más sentarse. Pues no se hable más.

Poca gente sabe que este vasco estudió para notario, pero enseguida se bajó de las oposiciones. “No estaban hechas para mí, yo quería ser actor”, explica sonriendo. Así que cambió de camino, no sin antes pasar por la enseñanza como profesor universitario en la universidad. “Siempre digo que fueron mis mejores tablas para actuar y presentar luego”, dice.

Pero nada de eso habría sido posible sin su profesora Guillermina, sin duda el hito que marcó su infancia. “Cuando tenía ocho años era un buen estudiante, pero tuve un profesor que convirtió mi vida en un infierno y repetí. Al año siguiente topé con ella, una persona amable, con vocación de pedagoga y empatía por sus alumnos. Aquello me reconcilió con la educación, con la vida y conmigo mismo. Me devolvió la seguridad en mí mismo y la autoestima”, explica emocionado.

La adolescencia vino marcada por su “primer beso”, como explica en el vídeo, y la madurez por su paternidad. “La alcanzo tarde, con 48 años. La biológica, porque la emocional ya la había tenido con la hija de mi pareja, a la que adopté. Y creedme que es exactamente igual ser padle de un hijo biológico que uno no biológico”, explica. “Me han enseñado que el tiempo pasa muy rápido y escuchar a nuevas generaciones que ven la vida de otra manera y quieren cosas diferentes”, dice.

Apenas 13 años antes había empezado su carrera como presentador, en la televisión vasca, casi por pura casualidad al presentarse a un casting que le chivaron. No lo había contemplado previamente porque él quería ser actor. “Nunca se me había ocurrido”, dice. Con 35 años comienza la que luego sería la profesión por la que más gente le conoce. Y que le encanta: “No pienso retirarme nunca. Mi trabajo es mi pasión, por lo tanto es mi vida, por lo tanto no conozco a nadie que se retire de la vida”, concluye.