Tu almohada desprende grandes cantidades de microplásticos

  • Como todos sabemos, nuestro entorno doméstico está plagado de bacterias y microorganismos que conviven con nosotros

  • A ellos se le suman también los microplásticos, diminutos fragmentos que pueden causar muchos problemas de salud

  • El desastre ecológico en Galicia motivado por el vertido de 'pellets' ha activado las alarmas sobre este peligroso material

Ya están aquí. En realidad, desde que comenzó la producción a gran escala de los plásticos -allá por la década del 50 del siglo pasado- los seres humanos hemos producido aproximadamente 9.000 millones de toneladas métricas de plástico de los cuales no se reciclan ni el 10% y solo un 12% ha sido incinerado. Es decir que -considerando el tiempo que tarda en degradarse este material- hay unos 7.000 millones de toneladas métricas de plástico que siguen en el mundo sin utilidad alguna.

Según el estudio 'Production, use, and fate of all plastics ever made' realizado en 2017 por la Universidad de California en Santa Bárbara, esta es una cantidad suficiente para cubrir España... cinco veces. Y una buena parte de esa cantidad está flotando en el aire, circulando en las ciudades, invadiendo nuestros alimentos y sí, posándose en tu almohada.

Sueños plásticos

Esta misma semana el biólogo Ricardo Beiras, uno de los expertos que están estudiando el caso del desastroso vertido de 'pellets' en Galicia, declaraba a El País que “nuestra almohada desprende cantidades enormes de microplásticos que podemos inhalar”. ¿Qué supone esto? Para empezar, que estar expuestos a la inhalación de plástico durante varias horas de respiración profunda puede acarrearnos problemas pulmonares. El plástico, en sí mismo, es un material inocuo, pero en partículas de menos de 5 mm (lo que se considera microplásticos) puede entrar en nuestro organismo, lo que no es natural.

Pero ¿cómo llegan a la almohada?

De la misma manera que el polvo. De hecho, los microplásticos son parte del polvo. Según reportaje de la National Geographic, hay estudios que aseguran, por ejemplo, que un amante de los mariscos pueden llegar a consumir unas 11.000 partículas al año, pero la cantidad de plástico que podemos respirar del aire es aún superior.

Y aunque se requieren más estudios para determinar el efecto preciso de estas partículas en nuestro organismo, el mismo reportaje asegura que en 2022, "un grupo de investigadores del CSIC publicó un estudio en 'Scientific Reports' en el que aseguraban que la ingesta de microplásticos reduce la diversidad bacteriana de la microbiota del colon, además de producir una alteración del equilibrio en los microorganismos presentes".

Otros estudios han encontrado microplásticos en la sangre, las heces y hasta en la placenta de bebés no nacidos. Pero los niveles del daño que podrían causar no están establecidos. Parece sensato, sin embargo, seguir las recomendaciones mínimas que aplicamos para la limpieza de nuestro entorno cuando hablamos de bacterias. La limpieza o cambio habitual de fundas y sábanas para empezar. Pero lo cierto es que, sin caer en alarmismos, los microplásticos ya son parte de eso que llamamos aire. Y su reducción, como la del C02 o la polución requiere cambios estructurales en la sociedad.