Al futuro político de España o el impacto del asesinato del cirujano colombiano Edwin Arrieta, la actualidad ha sumado un nuevo tema de conversación para nuestras sobremesas de verano: la fiebre del fitness. ¿Cuánto de saludable y cuánto de obsesivo hay en ese estilo de vida que triunfa en las redes exaltando el hábito de correr y los entrenamientos de alta intensidad? ¿El riesgo es mayor cuanto más avanzada es la edad?
La escritora estadounidense Lionel Shriver, de 66 años, ha atizado la polémica con su nueva novela, 'El movimiento del cuerpo a través del espacio'. Al cumplir 60 años, sus protagonistas invierten los papeles. Rem, un ingeniero de caminos prejubilado por culpa de una jefa veinteañera a la que no soporta, decide calzarse unas zapatillas de running para llenar los 30 años que le quedan por delante. Pasa de hombre sedentario y despreocupado por su cuerpo a ser un adicto al deporte. Empieza corriendo, pero enseguida se une al equipo de una entrenadora que prepara ultratriatlones con "la disciplina, moralidad y coquetería de una dominatrix nazi". Su mujer, Serenata, antigua atleta a la espera de una operación y un par de prótesis en la rodilla, se resigna a abandonar el deporte y observa con desconsuelo a su marido.
Escrita con el habitual tono mordaz de Shriver, la novela es una crítica punzante contra el modo en el que el mundo occidental plantea el envejecimiento y la moda de practicar deporte extremo hasta los cien años. Lo llama vanidad geriátrica y piensa que detrás de esta locura está el miedo a envejecer y la creencia de que yendo un poco más en el ejercicio nunca enfermaremos. Reconoce que es un mantra fácilmente vendible, pero también una estafa: "La elevación espiritual del sufrimiento es la más duradera estafa perpetrada contra la raza humana".
En sus páginas compara la fiebre del ejercicio físico con el culto religioso. El gasto que implican los deportes extremos sería algo así como el diezmo que antiguamente imponía la iglesia. Durante la promoción del libro está insistiendo en ello y dice que le preocupa especialmente la mujer. A la exigencia de la delgadez se suma ahora la necesidad de tener unos buenos bíceps y unos abdominales bien marcados. Y lo peor, en su opinión, es la insistencia que ponen los fanáticos en hablar de ello y tratar de convencer a quienes les rodean. En el nuevo grupo que ha encontrado su protagonista, Rem, para matar las horas, solo se habla de pedalear, correr y nadar. "Es aburridísimo".
La autora deja claro, además, que hacer una competición de Ironman (natación, ciclismo y carrera) no significa nada. No hay nada malo en ello, pero que nadie piense que conseguirá nada trascendente por consagrar su vida al "superfitness", ni se convertirá en mejor persona.
Alrededor del 3% de los usuarios de gimnasios desarrolla una actitud negativa. En el caso de los corredores de maratón, la cifra podría llegar al 50%. Sienten una necesidad compulsiva de hacer ejercicio, siguen sin dejar ni un día de descanso en sus sesiones de HIIT a pesar de sus dolores punzantes o se frustran consigo mismos cuando no les arden los músculos después de correr.
En su entrevista con Uppers, la psicóloga deportiva Josefina Cutillas alertaba del riesgo de esta obsesión. "Lo estamos viendo en runners. El día que no pueden correr o no pueden realizar esa actividad, se sienten mal y con más apatía para sus actividades cotidianas, incluso el trabajo. Sucede porque centran las fuentes bienestar con la activación y la adrenalina y las endorfinas del deporte. Es importante abrir el foco y encontrar fuentes de bienestar fuera del deporte y mantener esos momentos". También el atleta Chema Martínez nos habló recientemente de los beneficios del entrenamiento para la salud física y mental, pero sin necesidad de perseguir objetivos o un ideal de perfección corporal y siempre de acuerdo con nuestras condiciones y edad. "Dejemos las marcas para los profesionales", zanjó.
Madelyn Moon, activista del movimiento body love, tuvo que tocar fondo para darse cuenta del lado oscuro del fitness si el objetivo no es la salud, sino el cuerpo perfecto. Cuando entrenaba para competir, solo pensaba en tener el cuerpo ideal, olvidando todo lo demás. La obsesión le llevaba a entrenar dos veces al día y a restringir su dieta. Todo ello afectó gravemente a su sistema hormonal y llegó a perder el período cuatro veces.
Nadie discute los beneficios del deporte en nuestra salud y están sobradamente demostrados. Sin embargo, someter al cuerpo un entrenamiento máximo no parece saludable. Una revisión de estudios publicada en British Medical Journal situó los límites máximos del ejercicio saludable entre 1,7 y 2,3 horas al día de actividad física moderada o alrededor de una hora de actividad física intensa. De acuerdo con sus conclusiones, cuando la intensidad es muy prolongada salen al torrente circulatorio unas células, llamadas monocitos, que bloquen la función protectora de los leucocitos. Además, el cuerpo libera hormonas del estrés, como cortisol, que pueden suprimir la función inmune.
El abuso está asociado también a estrés oxidativo, daño muscular, inflamación, deficiencias cardiovasculares y alteraciones en el sistema endocrino. Si no hay suficiente descanso entre una sesión y otra, las articulaciones pueden sufrir un deterioro por falta de recuperación de los tejidos. Evidentemente, estos datos se refieren a esfuerzos repetidos e inusualmente intensos. Entre el 2% y el 18% de los atletas de élite experimentan las consecuencias de lo que se conoce como "atleta exhausto": envejecimiento celular, problemas articulares y menor rendimiento cognitivo.
La guinda del debate la puso José Luis Zamorano, jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Ramón y Cajal, en una reciente entrevista a El Mundo en la que declaró: "practicar ejercicio de manera intensa es comprar papeletas para sufrir un infarto o un síncope". En su opinión, caminar 45 minutos al día es suficiente para mejorar la salud cardiovascular. El doctor, Premio Nacional de Medicina, señaló, además, que "todos somos enfermos potenciales".
Algunos médicos del deporte y cardiólogos respondieron de inmediato con un alegato a favor del ejercicio intenso. Entre ellos, el cardiólogo José Abellán, que reaccionó así de tajante desde su perfil de Instagram:
También la Sociedad Española de Medicina del Deporte envió un comunicado en el que destacó el valor del ejercicio físico para la salud del corazón: "La evidencia científica actual demuestra la utilidad del ejercicio físico de intensidad moderada e intensa en la prevención y tratamiento complementario de muchas enfermedades, siempre bajo la adecuada supervisión médica".
Nada objetaría Shriver mientras no lo convirtiésemos en compulsión, culto a la forma física o la entrega desmedida al ejercicio.