Si te dedicas a correr para mantenerte en forma es posible que más de una vez hayas experimentado al poco de llevar unos cuantos kilómetros que algo no iba bien con tus rodillas. Cuando esas molestias se convierten en constantes conviene escuchar al cuerpo y poner remedio a esa situación, ya que de lo contrario el dolor puede convertirse en crónico y terminar condicionando nuestra vida. Para ello, es importante saber los motivos, por lo que lo mejor es acudir al médico o al fisioterapeuta lo antes posible, pero no está de más conocer las causas más comunes del dolor de rodillas al correr.
Una de las causas más comunes es la debilidad de los músculos del cuádriceps, que mantienen la rótula en su sitio para que se desplace sin problemas. Si están débiles al correr o si hay un desequilibrio muscular, la rótula puede moverse de izquierda a derecha de manera constante en lugar de subir y bajar suavemente. Es fácilmente identificable porque este rozamiento se manifiesta como un dolor que empeora después de correr y al subir y bajar las escaleras. Para combatirlo conviene realizar ejercicios de fortalecimiento y estiramiento del cuádriceps.
Es otro de los síntomas más comunes entre los 'runners', ya que se produce una carga repetida sobre el tendón rotuliano que puede llegar a ocasionar una inflamación. La llamada tendinitis rotuliana aparece entre la parte baja de la rótula y la parte más alta de la espinilla. Duele al subir y bajar las escaleras, pero también puede empeorar al correr.
Los corredores tienen propensión a lesionarse los meniscos, una especie de almohadillas de tejido fibroso cuya misión es absorber los golpes. Cuando se rompe el menisco, lo más llamativo son el dolor y la inflamación. El dolor se suele referir en el lateral de la articulación y coincidir con una sensación de bloqueo o rigidez de la rodilla. Puede ser difícil tratar de doblar o enderezar.
La banda iliotibial es una banda de tejido que se extiende a lo largo de la parte exterior del muslo, desde el tensor de la fascia lata, donde se une a la parte superior de la cadera, hasta la parte exterior de la rodilla. Cuando el tensor de la fascia lata se tensa, se acorta y ejerce tensión sobre la banda iliotibial.
Puede manifestarse con un dolor agudo y punzante en la parte exterior de la rodilla. Las molestias aparecen a los 5 minutos de empezar a correr y mejora al terminar la carrera. Dependiendo de la gravedad, el dolor puede persistir después de la carrera y afectar a la marcha. El sobreentrenamiento y un calentamiento o enfriamiento inadecuados son la causa más común de este síndrome.
El desgaste del cartílago hialino (revestimiento de la articulación) hace que los huesos rocen al correr y eso puede causar fricción y dolor. La rodilla puede parecer hinchada, rígida y dolorosa no solo al correr, sino realizando las actividades cotidianas.
Las articulaciones normalmente se resienten de un exceso de ejercicio, de una forma de correr equivocada o del uso de unas zapatillas inadecuadas. Pero el dolor también puede venir por todo lo contrario. La vida sedentaria provoca que los músculos que rodean las rodillas no estén suficientemente reforzados, lo que provoca molestias al mínimo movimiento.
Si se experimenta un dolor de rodilla al correr y éste no disminuye después de un par de días, lo razonable es tomarse uno o dos día de descanso aplicando hielo en la zona. A continuación hay que identificar el origen de dolor, para lo cual conviene acudir a un fisioterapeuta o médico que diagnosticará la lesión y ofrecerá un plan de rehabilitación.