Corría el año 2005 cuando Carlos Sainz anunció su fichaje por Volkswagen. Su objetivo no era otro que correr el Dakar y, por qué no, ganarlo algún día. Hoy, 19 de enero de 2024, a los mandos de un Audi y con 61 años en su DNI, el piloto madrileño ha alzado al cielo su cuarto Touareg, un hito a la altura de solo un puñado de pilotos en la historia del mítico rally.
Su primer triunfo llegó en 2010, cuando se convirtió, junto a su copiloto Lucas Cruz, en el primer español en conquistar el Dakar en la categoría de coches. Sainz repitió gesta en 2018 y 2020 para ahora, cuatro años más tarde, hacerse con su cuarto entorchado, lo que supone además llevar aún lejos un récord que ya tenía en su currículo, ya que Carlos ya era el piloto más veterano en haber ganado el Dakar desde que lo hiciera con 57 en 2020. Ahora sitúa esa cifra en los 61, algo que difícilmente podrán superar sus competidores a corto plazo.
Sainz es, desde hoy, el único piloto que ha conquistado el rally más mítico del mundo con cuatro marcas distintas. El primero lo hizo con Volkswagen, el segundo con Peugeot, el tercero con Mini y este último ha sido a los mandos de un Audi, marca con la que debutó en 2022.
El secreto del éxito del madrileño, en cualquier caso, no sólo está en sus manos y en su pericia al volante. Obviamente, eso una parte importante para conquistar este tipo de desafíos, pero hay otro factor igual de trascendental o incluso, en ocasiones, más. Se trata del físico, un apartado que Carlos cuida hasta el extremo para conseguir que la edad no sea un problema a la hora de competir con pilotos mucho más jóvenes que él.
El flamante ganador del Dakar 2024 tiene la mirada puesta en la prueba durante todo el año, pero los primeros meses la compatibiliza con la participación en otros campeonatos y no es hasta pasado el verano cuando pone el foco al 100% en el Dakar. Este pasado 2023, además, con más razón, pues el accidente que sufrió en el Dakar 2023 y que le obligó a retirarse con dos vértebras rotas le supuso también estar alejado de su Audi nada menos que cuatro meses (y eso que se libró del quirófano).
Esa lesión y todo lo que conlleva obligó a cambiar los planes habituales de Carlos durante el año, pero su preparación del Dakar terminó siendo impecable y dando los mejores resultados posibles. Él mismo reconocía una semana antes de partir hacia Arabia que estaba en perfecto estado de revista: “Hoy sí podemos decir que está todo bien, el reglaje interno está perfecto, hemos movido más vatios que nunca así que vamos a por el Dakar”, aseguraba en sus redes sociales tras superar una prueba de esfuerzo.
Es precisamente eso, una prueba de esfuerzo, lo que marca el inicio de la preparación física del Dakar para Carlos Sainz. Prueba que repite, escrito está, sólo una semana antes de comenzar para comparar los valores y sacar conclusiones. Las de este año no podían ser mejores ya que mejoró todos sus guarismos respecto a años pasados.
“Hacemos una prueba de esfuerzo al principio para conocer los límites de mi cuerpo así como una valoración de fuerza. Ese es el punto de partida y es entonces cuando Iván, mi preparador, me manda unos deberes semanales en los que hay todo tipo de ejercicios”, explica el propio piloto en declaraciones a la web de XinergiaTop, la empresa que se encarga de su preparación física.
Carlos tiene muy claro lo importante que es el estado de forma para un piloto. Siempre ha sido consciente de ello, pero la experiencia en la élite no ha hecho más que confirmárselo: “La preparación física es algo muy importante en el automovilismo aunque la gente piense que no porque vas conduciendo. Un tramo del Dakar que puede durar de tres a cinco horas te puede llevar, como mínimo, a 135 pulsaciones, con picos de 165, y mantener eso no es fácil. Llevo muchos años con mi preparador físico. Después de mi primer Dakar me di cuenta de que lo necesitaba, que era mejor sufrir más en casa con él y menos allí en el rally”, asegura Sainz.
En su caso, el responsable de que la maquinaria del campeón madrileño funcione a la perfección es Iván Rodríguez, profesional con el que ha trabado una gran relación tanto personal como laboral. La preparación física es muy específica y es una de las bases del éxito de un buen Dakar. “Iván me conoce muy bien y cada año vamos mejorando por el conocimiento que tenemos el uno del otro y por las nuevas técnicas que van surgiendo y vamos aplicando. Él es muy innovador. Sin un mejor entrenamiento cada año sería absolutamente imposible mantenerme en una competición tan exigente. Además, te mantiene la motivación y tratas de llegar lo mejor posible a pesar de ir cumpliendo años”, confiesa el ganador del Dakar 2024.
La edad es un hándicap en este tipo de competiciones tan exigentes, pero con profesionalidad y preparación su influencia se puede reducir a la mínima expresión: “Tienes que ponerte en manos de un profesional para llegar lo mejor posible el día de la salida. Sobre todo cuando vas siendo veterano es vital una buena preparación física tanto muscular -para la conducción es básico, ya que cualquier contractura te va a repercutir en la concentración- como aeróbica y anaeróbica”.
Para estar a tope la primera semana del año Carlos realiza todo tipo de ejercicio durante los cuatro meses previos. Una semana cualquiera en esta época del año puede contener al menos dos sesiones específicas de fuerza y una de core; tres horas de bici indoor repartidas en tres días distintos con series muy exigentes; y otras dos sesiones más, de al menos tres horas de duración, de bici al aire libre a unas 130 pulsaciones por minuto, lo que su entrenador llama ritmo cómodo. Todo ello salpicado con algún que otro paso por la elíptica.
Pero eso no es todo, ya que la aclimatación a los factores externos de la carrera es otro reto más a afrontar. Cada Dakar es un mundo y obliga al piloto a una serie de “salidas de la zona de confort que implican la utilización de otras herramientas”.
Cuando el Dakar era en Sudamérica, por ejemplo, Sainz hacía trabajo en hipoxia “para optimizar y evitar cualquier susto propio del deporte en altura”. Sin embargo, cuando se disputa en zonas de más calor (aunque no siempre es así), el trabajo específico cambia. “Entrenamos en la sauna, con la bici, tanto a alta intensidad como a intervalos. La aclimatación al Dakar es vital en función de dónde es la carrera. La deshidratación, además de ser muy desagradable, puede generarte problemas muy serios”, explica el propio Sainz.
El piloto, de 61 años, lleva su cuerpo al límite en algunas de las sesiones, pero siempre de un modo muy controlado y medido por su preparador. Dentro de la sauna buscan temperaturas superiores a los 40 ó 45 grados para que la temperatura corporal de Carlos suba por encima de los 38, algo que ayuda a su organismo a eliminar cerca de dos litros de líquido.
Iván Rodríguez, su preparador físico, da algunos detalles más: “Utilizamos métodos para fatigar el sistema nervioso, con trabajos de larga duración pero también que exijan concentración. Si Carlos está donde está es por la mentalidad que tiene. Es un ganador y mientras siga así va a continuar en lo más alto”.
Sainz, que ya puede presumir de ser tetracampeón del Dakar, tiene muy claro cuál ha sido el camino para llegar hasta aquí y cómo debe continuarlo. “Soy un deportista veterano y tengo que tirar de todas las herramientas para estar bien y seguir compitiendo con gente mucho más joven. Sé que tengo carencias, pero con entrenamiento las corregimos. Cuando voy al Dakar voy con ilusión y ganas pero también con la confianza de que voy a poder aguantar a nivel físico”, concluye el campeón.