En el universo del deporte siempre hay espacio para la innovación. Cada cierto tiempo se abren nuevas ventanas a prácticas desconocidas que terminan por conquistar al público y afianzándose en el día a día de jóvenes y adultos. Es el caso del teqball, que, partido a partido, surgió hace ya algo más de una década como una propuesta fascinante que combina la destreza del fútbol con la precisión del tenis de mesa.
El primero en llevarse un balón de fútbol a una mesa de ping pong fue el húngaro Gábor Borsányi en busca de un entretenimiento que mezclara sus dos pasiones, el fútbol y el tenis de mesa. Desde entonces hasta ahora, una revolución que involucra a estrellas como Ronaldinho, uno de sus principales embajadores de forma directa, o David Beckham, y a la práctica totalidad de clubes de élite del mundo, que no han dudado en incorporar esta nueva herramienta para el trabajo y la evolución de sus jugadores.
Pongamos en contexto a quien no conozca este innovador deporte. El teqball se juega en una mesa similar a la de tenis de mesa, pero con una superficie curva, lo que hace que la pelota rebote de manera impredecible, desafiando la habilidad y los reflejos de los jugadores. Se puede jugar individualmente o en parejas y el objetivo es golpear la pelota con cualquier parte del cuerpo excepto las manos y los brazos, enviándola hacia el lado opuesto de la mesa, similar al tenis de mesa. El juego se desarrolla en sets y puntos, y las reglas son simples pero exigentes, lo que requiere tanto habilidad técnica como agudeza mental para superar a los oponentes.
Lo que comenzó como una idea ingeniosa en un garaje ya se ha convertido en un deporte reconocido internacionalmente (por la FIFA, entre otros), con federaciones nacionales establecidas en todo el mundo y eventos de alto perfil que atraen a competidores de élite.
En ese marco, precisamente, aparecen las Teqball World Series, que harán una parada en Madrid a partir del próximo 23 de mayo y donde se podrá ver a la flor y nata de este deporte durante cuatro días.
Karoly Henczi, presidente de la Federación Española de Teqball, es uno de los principales responsables de que un evento de este calibre haya recalado en España. Él mismo reconoce el crecimiento que está teniendo el teqball: “El crecimiento del teqball en España en los últimos años es notable, con un aumento en el número de clubes, torneos y jugadores. Cada vez más personas se interesan por este deporte y se suman a la comunidad”, asegura.
Henczi nos explica cómo ve él el futuro de este deporte a corto y medio plazo: “En cinco o diez años, el teqball continuará expandiéndose en España, con más instalaciones públicas y privadas disponibles para jugar. De este modo aumentarán también los jugadores federados y también la participación en competiciones internacionales”.
Eso sí, en ese camino es imprescindible la implicación de todos: “Para que el teqball se consolide y se vean mesas en los parques como las de ping pong, es necesario seguir promoviendo el deporte a través de iniciativas de difusión, organización de eventos y facilitando el acceso a las mesas tanto en espacios públicos como privados”.
Y es ahí dónde aparece el principal caballo de batalla para que las mesas de teqball inunden las casas. El precio, de momento, no es precisamente accesible a todos los bolsillos. No en vano, las más básicas superan los 1000 euros, mientras que las profesionales rondan los 3500.
Así lo ve el propio Henczi: "Es cierto que el precio de las mesas de teqball puede ser un impedimento para su democratización. Sería beneficioso que hubiera opciones más asequibles, pero la falta de mesas 'baratas' se debe a los costos de producción y a que es un deporte relativamente nuevo”, reflexiona.
Del otro lado, entre los jugadores de teqball, también consideran que el precio es, de momento, un impedimento. Así lo cree también Iván, un jugador de teqball que ha llegado incluso a fundar un club en Noreña, su pueblo. “Nosotros compramos la mesa entre doce y llegamos a un acuerdo con el Ayuntamiento para que nos dejaran un sitio para ponerla. Eso nos condiciona mucho porque compartimos espacio con los que entrenan otros deportes y no podemos entrenar todo lo que deberíamos”, nos explica.
Él, a sus 44 años, es el más veterano de los seis asturianos que participarán representando a España en las World Series (en total acudirán siete españoles). Llegan con una wild card por parte de la organización y con la idea de divertirse, aprender y, quién sabe si dar algún que otro susto.
“Vamos a Madrid con la idea de pasarlo bien porque el nivel es altísimo, sólo hay 32 por categoría y van a estar muchos de los mejores del mundo. Nosotros jugamos para divertirnos y estamos mejorando con el paso de las horas de juego, pero la realidad es que sólo podemos entrenar dos días a la semana específicamente con la mesa del pueblo. Ojalá pudiéramos mucho más. El objetivo es aprender, coger experiencia y divertirnos. ¡Puede que nos toque jugar el primer día con un campeón del mundo!”, nos cuenta Iván.
Él es un apasionado del teqball y lo recomienda para cualquier tipo de perfil: “Es un deporte muy divertido para cualquier persona a la que le guste el fútbol. Es ideal para jugadores que ya no estén para jugar partidos de fútbol pero tengan calidad y algo de toque. Cualquiera puede jugar siempre que tenga un mínimo de toque. A partir de ahí, es practicar y hacerte con los golpeos típicos del teqball. Es recomendable tanto para críos que estén empezando como para veteranos que ya no quieran hacer grandes esfuerzos y que quieran evitar el contacto”.
Iván acudirá con su equipo de Noreña a las World Series de Madrid con la ilusión de un niño y consciente también de que ellos son unos pioneros de un deporte que puede terminar convirtiéndose en algo muy grande: “Creo que es sólo cuestión de tiempo que el teqball lo ‘pete’ en España, un país que adora el fútbol”.