No pudo ser. El sueño de Rafa Nadal de llegar lejos en Roland Garros 2024 se truncó a las primeras de cambio. En su descargo hay que decir que cayó con todos los honores frente al tenista más en forma del momento, el alemán Alexander Zverev. Pero el ganador de 22 Grand Slams no quiere todavía hablar de despedidas ni de homenajes. Aunque admite que hay un gran porcentaje de posibilidades de no volver al torneo parisino, "no puede decirlo al 100%". "Puede que en dos meses diga que ya es bastante", aunque "aún no lo siento", se sincera el astro español.
La resistencia de Nadal a a la retirada es conmovedora, pero tiene sentido. "Disfruto del deporte, de la competición, me gusta entrenar, me gusta jugar a tenis. Me gusta viajar con mi familia y disfruto de estos momentos que no van a volver. Quiero seguir aunque no sé hasta cuándo", argumentaba el manacorense para justificar por qué quiere continuar.
Al final se trata del enganche a la adrenalina que conlleva la competición, más allá del mero hecho de ganar o perder. Deportistas como Nadal se han dedicado toda la vida a una tarea, comenzaron a entrenar al máximo nivel desde niños y, a pesar de que el estado físico y el rendimiento ya no sean los mismos, les cuesta dejar atrás la actividad que les ha dado todo y que, de alguna manera, les hace sentir vivos.
Cualquier deportista antes de la competición tiene una expectativa. El cerebro se prepara para una victoria y una liberación de dopamina asociada. Si el deportista derrota a su adversario la hormona se libera y experimenta una gran alegría. La derrota, en cambio, hace que la liberación se detenga. Esto sucede especialmente al principio de la carrera de un atleta, pero con los años se activa simplemente celebrando una competición y sintiéndote con opciones de hacerlo bien, como es el caso actual de Nadal.
No solo ganar provoca grandes emociones. Otros estados de ánimo como el miedo, la rabia o la frustración intervienen en la competición al más alto nivel. Pero es cierto que experimentar la victoria es un chute incomparable de sensaciones. Es la combinación de adrenalina bombeando por las venas, las endorfinas insuflando felicidad y la dopamina suministrando placer y relajación.
Todos estos sentimientos extremos pueden provocar una adicción, tal y como advierten los expertos de SportLife, haciendo que los deportistas se esfuercen por lograr cada vez más victorias. Incluso sin llegar a tener grandes éxitos, el subidón de hormonas puede instalarse y degenerar en un enganche. Quizás por eso tantos deportistas, no solo Nadal, pospusieron o posponen todo lo que pueden el momento de la retirada. Desde el propio Roger Federer, que lo hizo ya con 40 años, a Fernando Alonso, que sigue en la Fórmula 1 con 42 años y alejado de las opciones de victoria.
Por supuesto, también está la incertidumbre de lo que viene después. El temor a cómo reorientar su vida, a cómo llenar las horas. La retirada implica un gran cambio vital o personal que genera todo un volcán de emociones difícil de gestionar. Según datos de la Federación Internacional de Futbolistas Profesionales (Fifpro), el 35% de los jugadores retirados sufre depresión u otros trastornos mentales y el 28% tiene problemas para conciliar el sueño.
"Generalmente, un deportista de primer nivel no quiere retirarse, puesto que supone un apagón a nivel social, personal, económico y mental", nos indicaba Luis Astrain Romano, psicólogo deportivo. Por ello, necesita entender sus emociones, gestionarlas, reorientar su futuro profesional, su relación de pareja y la convivencia familiar.
No es tan extraño, pues, que algunos campeones, desde Michael Jordan a Lance Armstrong, hayan cedido a la tentación de regresar, no siempre con buenos resultados. “Estos deportistas vuelven porque aman lo que han hecho toda la vida, porque la adrenalina que tiene la competición es más fuerte que el mero hecho de ganar o perder. Según los casos, hasta puede que no se sientan seguros con otra realidad. Cuando has sido deportista, lo eres toda la vida y lo llevas dentro”, explicaba a 'La Vanguardia' Monsterrat Ferraro, ex deportista y presidenta de la Asociación Catalana de Psicología del Deporte (ACPE).
"Quiero dar las gracias, ha sido increíble la energía que he sentido. No sé si es la última vez que estaré aquí. Pero si es la última lo he disfrutado. Me voy en paz conmigo mismo. He pasado 20 años aquí, lo he dado todo por este torneo. Mi sueño era volver, he perdido, pero eso forma parte del juego", así explicaba Nadal sus sensaciones tras caer en primera ronda de su torneo fetiche. En realidad, Rafa puede estar más preparado para decir adiós de lo que él mismo está dispuesto a asumir.