Juan García Lorenzana (León, 1977) es una leyenda del balonmano. Por muchos años que fueran pasando (24 jugó como profesional) y muchos goles que fuera metiendo, él siempre fue conocido como Juanín García. Un diminutivo que acompañará toda la vida a una figura enorme de nuestro deporte.
A nivel de clubes lo ganó todo. Al Ademar de León lo llevó a rozar el cielo (en su tierra ganó la ASOBAL, dos Copas y dos Recopas) y con el Barcelona lo tocó él mismo conquistando una Champions con la que soñaba desde que el balonmano llamó a su puerta cuando sólo era un crío.
Con la selección, tres cuartos de lo mismo. Conquistó el Mundial en 2005, fue plata en el Europeo un año después y en los Juegos de Pekín se colgó la medalla de bronce. Para él, quizás, la más especial "porque unos Juegos son diferente a todo".
Máximo goleador de la historia de la ASOBAL (más de 2.500 goles le contemplan) y de la selección española (cerca de 900), mejor jugador de campo del mundo en 2004 y miembro del salón de la fama del balonmano español, repasa con Uppers su carrera plagada de momentos felices (especial mención para aquella medalla olímpica de bronce) y con una recta final dura, durísima.
Lo primero que quería preguntarte es ¿qué es ahora de Juanín García?
Los últimos años de mi carrera compaginé el entrenar con jugar y en el 19 me retiré. Después estuve entrenando en el filial del Ademar, pero llegó la pandemia, hubo muchos despidos, hubo un poco de lío en el club y me terminé desvinculando.
Ahora sigo con el balonmano a través de retransmisiones de la Champions, en breve empezaré también los Juegos Olímpicos en la radio… También organizó un campus de balonmano para chavales.
Alargaste tu carrera hasta los 41 ¿Cómo se consigue en un deporte tan exigente?
Tuve suerte porque no tuve nunca lesiones graves, como mucho estuvo parado alguna vez un mes o mes y medio. Es clave cuidarse y como a mí me gustaba mucho jugar y competir, disfrutaba también cuidándome para seguir y seguir.
Además, he tenido la suerte de que he jugado en todos los equipos en los que he estado, no he tenido parones largos que a veces te pueden llevar a pensar un poco en el fin de tu carrera. Siempre he jugado y disfrutado y por eso decidí que no quería dejarlo y aguanté hasta casi los 42.
De hecho querías jugar una temporada más para despedirte de todos los campos a lo grande.
Esa era mi idea porque además el club no me dijo nada hasta 15 días antes de terminar esa temporada. Me habían dicho que la decisión era mía y luego la tomaron por mí. Es una espinita que tengo clavada, pero ha pasado mucho tiempo y ya prefiero ni pensarlo.
Pero eres el único que tiene la camiseta retirada en el techo del pabellón de León.
Sí, me retiraron el dorsal, un reconocimiento muy bonito y me encanta verla ahí colgada porque refleja muchos años de esfuerzo y de ilusión.
Eres la excepción que confirma lo de que es difícil ser profeta de su tierra.
No sé si me considero profeta en mi tierra porque no terminé muy muy bien con el club, aunque siempre he recibido mucho cariño por parte de la gente.
Menos cuando volvías a jugar con el Barcelona.
Esos partidos eran un poco conflictivos. Yo lo pasaba mal los primeros años. Luego ya se fue calmando la cosa pero los primeros años pero los primeros años era un auténtico sufrimiento para mí jugar allí porque no me esperaba esos recibimientos.
Nadie quería que te fueras… y menos al Barcelona.
Quiero verlo de ese modo porque yo era un jugador muy querido y por eso me dolía tanto. Cuando volvía con el Barcelona, en partidos muy competidos, la gente me apretaba muchísimo y era durísimo para mí.
Lo has ganado todo entre los clubes en los que has estado y la selección. ¿Qué título es más especial?
A nivel de clubes, sin duda, la Champions del Barcelona porque fue allí a ganar eso y me costó seis años. Ahora parece que es más fácil, pero en aquel entonces era muy complicado así que fue como una liberación.
A nivel de selección, ganar una medalla olímpica para mí fue el mayor de los logros, aunque también conseguimos un Mundial. Los Juegos son algo diferente y volver con una medalla es algo muy bonito y muy emocionante.
¿Qué tienen de diferente los Juegos Olímpicos?
Es un evento muy intenso, son distintos a todo. En 15 días compiten todos los mejores deportistas del mundo en la misma ciudad y además convives con toda esa gente en la Villa Olímpica, que es un mini pueblo en el que te encuentras a estrellas del deporte a las que admiras. Es algo muy especial.
Todos los deportistas lo disfrutan al máximo y yo también lo hice. Por supuesto que vas a competir, no a convivir, y si además tienes la suerte de traerte una medalla para casa pues se convierte en algo inolvidable.
¿Hay que quitar misticismo a la Villa Olímpica entonces?
Nosotros teníamos que estar muy concentrados porque en balonmano compites cada dos días y en Pekín, por ejemplo, estuvimos compitiendo desde el segundo día hasta el último, así que no tuvimos mucho tiempo para socializar.
Es cierto que hay deportistas que igual compiten el segundo día y a lo mejor tiene cuatro o cinco días hasta el vuelo de vuelta a casa así que está ahí cuatro o cinco días en la Villa Olímpica a lo suyo.
¿A lo suyo?
Disfrutando de la experiencia sin la presión de la medalla o de tener que competir más. Eso te permite conocer a gente, salir a conocer la ciudad, hacer amistades y todo lo que te puedas imaginar. Yo recuerdo haber visto alguna que otra fiesta por ahí. Podría decirse que la Villa es un Gran Hermano sólo para algunos. Depende de la situación de cada uno lo puedes afrontar de una manera o de otra. Nosotros no tuvimos tiempo ni para salir ni para conocer la ciudad ni para fiestas. De hecho, no pudimos casi ni celebrar la medalla porque sólo unas cuantas horas después era la clausura y a las 4.00 de la madrugada estábamos en un autobús camino del aeropuerto porque cogíamos el avión de regreso.
Uno llega a pensar que la medalla de bronce de unos Juegos sabe mejor que la plata.
Qué va. Yo he ganado una plata en un Europeo y en ese momento estás jodido pero con el paso del tiempo valoras el hecho de haber jugado la final y haber peleado por el título. En el momento de perder y de subir al podio estás cabreadísimo y con el bronce subes feliz, pero con el tiempo das a la plata el valor que tiene. Lo más duro, obviamente, es ser cuarto e irte sin nada.
¿Cómo era aquel equipo?
Llevábamos cuatro años juntos con Pastor, habíamos ganado un Mundial, una plata en el Europeo y había una mezcla de juventud y veteranía muy buena. Creo que habríamos tenido opciones de pelear por el oro, pero en semifinales caímos contra Islandia, que nunca nos había ganado. No nos salió nada y perdimos una oportunidad importante. Eso sí, en el tercer y cuarto puesto nos salió un partidazo contra Croacia, que era la vigente campeona.
En Atenas habías sido elegido en el mejor equipo del torneo y en Pekín fuiste máximo goleador. ¿Sentías una responsabilidad especial? Eras uno de los mejores jugadores del mundo…
No sentía una presión especial sobre mí. Yo, como extremo, finalizaba las jugadas para cumplir mi papel. Intentaba que mis números fueran buenos para que mis compañeros tuvieran confianza en mí y me pasaran cuantos más balones mejor. Era muy pesado, las pedía todas. Me jugaba muchos balones y algunos incluso que no debería, pero era por mi carácter.
Tenías el respaldo de tus números. Acabaste tu carrera con más de 2500 goles en ASOBAL y casi 900 en la selección.
Hice esos números, en gran medida, por mi carácter, por ser muy pesado, mucho. Igual si no hubiera sido así y hubiera sido un jugador un poco más conservador no habría hecho la misma carrera. Además, me gustaba mucho buscarme la vida en cada jugada.
Tú eres de la quinta posterior a Urdangarín, ¿crees que la noticia del matrimonio de Urdangarín con la Infanta le vino bien al balonmano o le terminó perjudicando?
Gracias a Iñaki se empezó a conocer el balonmano, pero no sé si vino muy bien. Se creó un boom por el que la gente seguía un poco más el balonmano, pero no fue definitivo. Se podía haber aprovechado un poco ese tirón además de todas las medallas que se ganaron y no se aprovecho demasiado bien.
De hecho, ha ido a peor. Antes la ASOBAL atraía a los mejores del mundo y era impensable que un jugador de la selección española estuviese jugando en la liga polaca en la liga, pero ahora es al contrario.
¿Cómo influye el monopolio del Barça en eso?
Hay que dar gracias que tenemos el Barça porque si no… Antes había cuatro equipos españoles (Ademar, Portland, Ciudad Real y Barcelona) y ahora el único que pelea año tras año es el Barça, que pone a España en el mapa.
Viviste lo más bonito de unos Juegos ganando una medalla, pero también el momento duro que fue quedarte fuera de Londres. ¿Qué pensaste en ese momento?
Realmente, ya lo sabía o al menos lo imaginaba. En 2012 jugamos un Europeo en Serbia y participé muy poco. Llevaba 10 años en la selección pero me quedé fuera del Preolímpico y luego de los Juegos Olímpicos. A la gente le pudo sorprender después de una década yendo siempre con la selección, pero a mí no.
Me fastidió pero el seleccionador tenía otros planes y no contó conmigo. Yo le di mil vueltas y no lo entendía. Ahora, con el paso del tiempo, lo veo de otra manera.
¿Con qué momento te quedas de tu carrera?
Muchas veces esta pregunta me la hacen niños cuando voy a colegios y siempre les digo que me quedo con la sensación de que en toda mi carrera nunca nadie me regaló nada. Nunca. Todo me lo gané a pulso. Todo me lo curré e incluso en ocasiones tuve que hacer más que otros para lograr lo mismo. Eso es algo de lo que estoy orgulloso.
Y en cuanto a un momento concreto, me quedaría con mi primer partido en la Asobal y el día de mi retirada. El primero fue increíble y el segundo fue un día muy duro, que muchas veces no quiero ni recordar, pero ese día no lo voy a olvidar nunca por todo el cariño que me dio la gente. Es imposible que olvide cada detalle de aquel día.
Pero en tu libro defines el día de tu retirada como “un entierro en vida”.
Sí, es que así lo sentí. Fue un entierro en vida. No puedo pensar mucho en eso porque se me saltan las lágrimas. Yo no esperaba tener que retirarme aquel día, yo quería jugar un año más y me avisaron 15 días antes. No estaba preparado para ese momento.
Creía que todo se iba a arreglar porque incluso les dije que iba a jugar gratis y lo habría hecho encantado de la vida. Pero me dijeron que no
No me dio tiempo ni de decírselo a mis padres. Y nada, en 15 minutos me dieron boleto. Adiós a 24 años de carrera en 15 minutos y 15 días para asimilarlo.
¿Cómo fueron aquellos días?
No me dio tiempo a absolutamente nada. No olvidaré jamás la angustia que sentí. Tuve que apagar el móvil una semana. Sólo quería que todos se olvidasen de mí. No quería saber nada de nadie. Sólo trataba de asimilar algo muy duro junto a los míos. Todavía, cuando alguien me pregunta, como tú, me resulta duro y me emociono recordándolo.
Volvamos al presente para terminar. ¿Cómo ves a la selección para estos Juegos?
Creo que hay opción de medalla. Se tuvo que sufrir mucho para clasificarse para los juegos, pero creo que la selección tiene nivel para estar en la lucha y confío en ellos.