A menudo, el skateboarding se presenta como un entretenimiento de adolescentes, cuando no un acto de vandalismo. La peligrosidad asociada a su práctica, marcada por el aprendizaje en base a la prueba-error, las continuas caídas y las lesiones terminan por disuadir a la mayoría de deportistas a una edad más o menos temprana. Por eso sorprende encontrar a skaters que siguen fieles a su pasión y a los que ni el paso del tiempo ni los dolores son capaces de doblegar. Y ese es el caso de William Nguyen (47 años), un profesor universitario originario de California, Estados Unidos, que sigue disfrutando de su pasión y aprendiendo cada día. Hablamos con él para que nos cuente cómo ha seguido patinando más allá de la etapa de juventud.
Will lleva patinando 35 años y sigue amando la libertad, la creatividad y la pasión que emana de este deporte, que entrará como disciplina en los próximos Juegos Olímpicos de Tokio por primera vez. Recientemente, además, la revista Thrasher, el medio más importante del skateboarding, se hizo eco de los vídeos de Will en su cuenta de Instagram. "Estoy muy orgulloso de haber tenido la oportunidad, a mi edad, de haber publicado un vídeo corto de mi patinaje en la página de Instagram de Thrasher. Me dio un empujón, lo disfruté", concede.
Para este californiano, la tabla "es también una salida saludable, puedo practicarlo con amigos o solo para liberar estrés y vivir el presente", explica. Con el patín, afirma vivir el momento y no preocuparse por el resto de cosas.
La vida del skater suele ser una espiral de dolor y frustración, pero también de adicción y persistencia. Durante su vida encima de la tabla, Nguyen se ha torcido los tobillos en numerosas ocasiones, ha tenido conmociones cerebrales, se ha fracturado los brazos y ha tenido que someterse a tres cirugías de rodilla. "Pero de alguna manera siempre vuelvo a patinar, lo amo demasiado", reconoce. "También hay diferentes formas de patinar cuando pasan los años que no son tan peligrosas. Solo tengo que ser un poco más creativo y eficiente con mi patinaje a medida que me hago más mayor", agrega.
Así que nada de dejarlo. Al menos, de momento. Hasta que el cuerpo aguante es el lema que seguirá William en su afición al patín. "No estoy seguro de si mi cuerpo me dejará patinar para siempre, pero lo haré tanto tiempo como pueda. Nunca pensé que seguiría patinando pasados los 35, y aquí estoy todavía a los 47 y aprendiendo trucos". Es consciente, al mismo tiempo, de que el paso del tiempo le ha impedido recuperar los trucos de carácter más técnico, aquellos que podía hacer sin ningún problema durante la adolescencia y sus 20 años. No obstante, su predisposición a aprender es, llegada la madurez, mucho mejor que en décadas anteriores.
El sobrino de Will, Yoshi (21 años), también patina. Creció en San Francisco y empezó con el skate a la edad de 9 años. Fue Will quien le inició en el mundillo. "Le ayudé con algún truco básico cuando empezó y hemos patinado juntos desde San Francisco hasta Nueva York. Tiene una abanico de trucos impresionante y algo que no se puede enseñar, estilo sin esfuerzo", dice orgulloso.
Nguyen aplica los valores del skate -esfuerzo, caer y levantarse- en su vida cotidiana. Acaba de ser padre y combina a la perfección su hobby con su vida familiar. "Tienes aceptar que vas a caer una y otra vez hasta 'planchar' [ejecutar correctamente] un truco. Esto es algo que realmente ayuda en la vida en general, respecto al fracaso y el éxito habitual", zanja.
A medida que las responsabilidades laborales y familiares crecen, salir a dar un paseo con la tabla es más complicado. Es por ello, por la falta de tiempo y los horarios ajustados, que la mayoría de veces sale solo a patinar, pese a que disfruta la compañía igual. "Cuando salgo, usualmente voy cerca de mi casa. Me siento afortunado por tener algunos amigos de edad que siguen patinando, así que cuando tengo un poco más de tiempo, disfrutó con ellos muchísimo", destaca.
Pero, realmente, se trata de un grupo de supervivientes. "Tengo unos seis o siete amigos de mi edad o ligeramente más jóvenes que patinan regularmente conmigo, pero la mayoría han dejado el skate a los 35. Esto se debe a las lesiones y a las responsabilidades de la vida, o a haber encontrado una nueva pasión después del skate.