30.884. Son los casos de cáncer de próstata que se estima que se diagnosticarán en España durante este año. La mayor parte de ellos serán en mayores de 50 años y pese a que su tasa de supervivencia es altísima, sigue siendo el más común entre hombres y termina afectando a la virilidad. Es precisamente entre los séniors amantes del ciclismo (que cada vez son más) donde surge la pregunta de si este deporte aumenta el riesgo de padecer un tumor, sobre todo por el constante impacto que hay del sillín contra la próstata. Te contamos lo que se sabe hasta ahora.
La preocupación lleva arraigada unos años, sobre todo desde que un estudio realizado por el University College London sugirió una relación entre el ciclismo y un aumento en el riesgo de desarrollar cáncer de próstata, especialmente en aquellos que dedican más de 8.5 horas a la semana y son mayores de 50. Este grupo aumentó seis veces más en comparación con el resto de los participantes debido a que la presión continua del asiento puede lesionar ligeramente la próstata y causar inflamación, lo que eleva los niveles del PSA considerado una señal de cáncer de la próstata.
Sin embargo, los niveles de PSA pueden encontrarse altos por otras razones que nada tienen que ver con un tumor como puede ser una infección, un elevado número de relaciones sexuales o la edad, ya que son menos alarmantes en un señor de 80 años que en uno de 40. No obstante, sí que conviene que los ciclistas se hagan pruebas para la detección del cáncer con un frecuencia mayor que el resto de la población, aunque se trata de “un deporte seguro en este sentido”, asegura Elena Castro, investigadora de la fundación CRIS contra el cáncer a en declaraciones a El Español.
En la población general, el cáncer de próstata se suele detectar porque los pacientes presentan sangrado en la orina o tienen una mayor necesidad de orinar, porque experimentan impotencia o por los resultados de una analítica. De ahí que la mayor parte de estos cánceres se diagnostiquen en fase temprana y se puedan curar, menos del 10% se encuentran cuando tienen ya metástasis.
Pese a la creencia generalizada de que para detectarlo el médico debía introducir el dedo en el recto del paciente, uno de los motivos por los que se trata de un tabú, esta práctica cada vez se realiza menos porque las pruebas de imagen han mejorado mucho y suelen ser suficientes para encontrar el tumor en caso de haberlo.