Después de dos años de pandemia, este verano parece que por fin estamos volviendo a la normalidad. Todos tenemos muchas ganas de disfrutar de las vacaciones y volver a retomar viajes tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Los destinos internacionales se han vuelto a convertir en unos de los más anhelados para estos meses de julio y agosto. Los viajes exóticos vuelven a ser una posibilidad y aunque estos destinos parecen paradisíacos pueden multiplicar por dos o por tres, de acuerdo con la Sociedad Española de Trombosis y Hemostasia, el riesgo de padecer la trombosis del viajero, también llamada coloquialmente el síndrome de la clase turista. Te contamos lo que es y qué puedes hacer para evitarlo.
Esta patología se refiere a padecer un episodio de tromboembolismo venoso producido por pasar muchas horas sentado en la misma posición. Solo producirse por la formación de un coágulo en las venas de las piernas y tiene el riesgo de emigrar hasta la circulación pulmonar provocando enfermedades graves.
“Dependerá del tipo de duración del viaje y de determinados factores de riesgo individuales y se puede producir en cualquier tipo de viaje sentado. Está muy asociado a los trayectos en avión, pero también los que se realizan en coche o tren pueden favorecer esta trombosis”, nos explica el doctor Joan Carles Reverter, presidente de la SETH.
De acuerdo con los expertos, la asociación entre la trombosis venosa y un desplazamiento prolongado es más evidente en viajes superiores a 4 horas y, sobre todo, en aquellos que superan las 8 horas de duración. Reverter afirma que la aparición de la trombosis es “algo imprevisible, ya que puede aparecer días o semanas después de la realización del viaje en cuestión”. su incidencia no es elevada, le ocurre a una de cada 1000 personas el principal problema es que la mayoría de esos coágulos no producen síntomas inicialmente y, por tanto, son difíciles de diagnosticar.
Los factores de riesgo que pueden favorecer la trombosis venosa son la edad avanzada, antecedentes de trombosis previas, cirugía o traumatismo reciente, embarazo, uso de anticonceptivos orales, obesidad, cáncer o predisposición genética a la trombosis. Durante el viaje, uno de los factores principales es la inmovilización. Otros de los estímulos de la coagulación de la sangre, además de la inmovilización prolongada, son la deshidratación, el descenso de los niveles de oxígeno y una reducida presión atmosférica.
El diagnóstico de la trombosis venosa es, en ocasiones, difícil porque los signos y síntomas no siempre son evidentes. En general el diagnóstico clínico se basa en la presencia de dolor, edema y enrojecimiento de la pierna, en un tramo de la misma, normalmente encima o debajo de la pantorrilla. El dolor suele aumentar cuando se presiona a nivel de los gemelos en la pierna afecta. La confirmación de la trombosis debe establecerse mediante una prueba sencilla e incruenta empleando ultrasonidos.
A aquellas personas sin factores de riesgo que realizan viajes prolongados se les recomiendan medidas generales, tales como evitar ropa que comprima, mantener una hidratación adecuada y realizar ejercicio regular, mediante paseos durante el vuelo o ejercicios de contracción y extensión de las piernas. En algunas personas de riesgo, además de las medidas generales se aconseja el empleo de medias que mantengan una presión moderada en la pierna o el uso de fármacos que interfieren la coagulación de la sangre, como las heparinas.