En los meses de verano, hay un enemigo al que todos nos hemos enfrentado alguna vez: los mosquitos. Ya sea cuando estamos disfrutando de un rato agradable en una terraza o cuando estamos en casa, disfrutando de un momento de desconexión en el sofá o, sencillamente, intentando dormir, todos hemos sufrido alguna vez el ataque de estos insectos que, sedientos de sangre, nos han llenado el cuerpo de incómodos picotazos.
Las picaduras de los mosquitos se caracterizan por ser increíblemente molestas y por producir picores en la piel, irritación e hinchazón en la zona afectada, una tríada que, pese a ser mayormente inofensiva, resulta muy irritante, ya que hace que sus víctimas se rasquen, pese a que no deberían, con ahínco.
Aunque estas molestias se pueden, en teoría, evitar si se utiliza un buen repelente, se instalan mosquiteras en las habitaciones de casa o se usa ropa de manga larga, algo que resulta bastante complejo dadas las altas temperaturas que asolan a nuestro país durante la temporada estival, la realidad es que en los meses de verano casi todos sufrimos alguna que otra picadura de este insecto. Pero ¿qué es lo que hace que sus picaduras piquen tanto?
La respuesta a esta pregunta la encontramos en la propia saliva de estos insectos, que contiene, entre otras sustancias, proteínas con propiedades anticoagulantes para evitar que la sangre se coagule alrededor de la herida y pueda fluir de manera más rápida, acelerando todo el proceso de ingesta.
Cuando un mosquito nos pica, esta saliva se introduce en nuestro cuerpo y entra en contacto con nuestro sistema inmunitario, que la detecta como antígenos e interpreta como un ataque.
Para combatir la sustancia desconocida, las células de la sangre que se encuentran alrededor de la zona de la picadura comienzan a producir anticuerpos. Esto, a su vez, estimula los mastocitos, un tipo de glóbulo blanco que ayuda al sistema inmunitario a funcionar correctamente y a protegerlo de las enfermedades.
Cuando los mastocitos se estimulan, comienzan a producir histaminas, una sustancia química que provoca los síntomas de la alergia y que hace que la piel se inflame, generando esa incómoda hinchazón alrededor de la zona picadura y provocando, en última instancia, los picores que sufrimos.
Dependiendo de la irritación que padezca cada persona, los picores de las picaduras de mosquitos pueden durar entre varios minutos y un par de días. Si eres de los que sufren en exceso con estas picaduras, lo recomendable es que acudas a alguna farmacia de tu barrio y consigas una crema antihistamínica o cualquier producto que te recomienden para combatir la comezón.
Otra opción, por si no quieres invertir en estos productos o por si no tienes una farmacia cerca, es que recurras a algún remedio casero contra las picaduras. Uno de los más sencillos pasa por lavar la zona con agua y jabón y aplicar hielo a la zona inflamada durante unos diez minutos, aunque también puedes aplicar miel o una mezcla con bicarbonato de sodio, el producto multiusos que no puede faltar en ningún hogar.
Sea como sea, cuando sufras una picadura de mosquito es importante que evites, pese a la incomodidad, rascarte, ya que al hacerlo solo conseguirás irritar aún más la piel.