Tras enfrentarse a un cáncer de mama que la ha tenido apartada de la televisión casi un año, la periodista vuelve a tomar las riendas de “El programa de Ana Rosa”. Pese a que la presentadora lleva trabajando fuera de pantalla varias semanas, por fin ha llegado el momento de ponerse frente a las cámaras. asegura sentirse como una novata en su primer día. “Han pasado once meses y estoy deseando reencontrarme con mis compañeros, con los espectadores, que me han acompañado tanto durante estos largos meses, y con la bendita rutina". Reincorporarse a la rutina tras una enfermedad de este tipo es todo un reto al que Ana Rosa está preparada, pero también existe otra parte, la de los compañeros que vuelven a tenerla entre ellos. Analizamos cuáles son las pautas que se deben tener en cuenta al recibir de nuevo a alguien que acaba de superar el cáncer.
¿Dónde está la línea entre preguntar demasiado o demasiado poco? ¿Hay que hacer referencia a la enfermedad o mejor no hablar de ella? ¿Debemos tratar a la persona como siempre o tener algún tipo de cuidado preferente? Son algunas de las preguntas más comunes que se hacen los equipos de trabajo cuando van a recibir a alguien que acaba de superar un cáncer. “Lo primero que debemos tener claro es que, tras un tratamiento, la persona decide exactamente lo que va a compartir con sus compañeros y es muy importante que no se sienta obligada a dar una explicación de todo, más allá de lo que se sienta cómoda”, nos explican desde la Asociación Americana contra el cáncer.
Las reacciones de los compañeros en un día tan importante como este suelen ser diversas, sobre todo dependiendo del grado de conocimiento o de relación con la persona. “Las reacciones suelen ser diversas. Algunos, es probable que se sientan incómodos estando cerca del afectado, otros pueden recordar o establecer similitudes con el cáncer que tuvo algún ser querido e incluso es común que ciertas personas, sin ningún tipo de mala intención hagan preguntas intrusivas sobre la ausencia”. En uno u otro caso, lo más importante es comprender que no las hacen a mala fe y que al ser una situación poco convencional no queda muy claro cómo actuar.
Los compañeros deben ser conscientes de que los trabajadores que se reincorporan tras un cáncer tienen a sus espaldas experiencias muy duras y probablemente, de alguna manera, sean diferentes a cuando se fueron. Por lo tanto, no podemos tratarles igual ni tampoco ignorar el paréntesis que se ha producido en sus vidas. por ello es muy importante crear un entorno seguro para el empleado. “Debemos ser conscientes de que es probable que vuelva más vulnerable emocionalmente o con menos energía para aguantar la jornada. Quizá sea todo lo contrario y esté deseando ponerse al día, por eso es muy importante fijarse en cómo se encuentra y adaptarnos a esa situación”.
Además, debemos estar, pero sin necesidad de dar consejos. Un “cómo estás” o “si necesitas algo, dímelo” son suficientes para mostrar interés y disponibilidad. También es muy importante abrirse al cambio que pueda surgir cuando el enfermo se reincorpora. Debemos tener en cuenta que tal vez las prioridades de la persona han cambiado y pida un cambio de puesto o una reducción de jornada. “Quizá necesitas requerir periodos de descanso más largos, menos actividad o un lugar de trabajo adaptado a la nueva situación”.
Son muchos los meses de baja y las experiencias a las que se ha sometido esa persona y es algo que como compañeros no debemos obviar, Incluso puede aportar una nueva mirada al día a día empresarial. Por eso, “abrirse a la nueva sabiduría qué puede aportar y decírselo le ayudará a sentirse adaptado y acompañado en su reintegración”.
Por último, es interesante mantener una conversación con el empleado para preguntarle cómo se plantea su carrera sus aspiraciones su futuro y hacerle partícipe de los nuevos retos que han surgido en su ausencia y en los que puede aportar su conocimiento y experiencia.