Incomodidad, pesadillas antes de ir a una comida, sensaciones desagradables… en conclusión, el reflujo es una pesadilla que te impide llevar una vida normal. Pese a ser muy común en mujeres embarazadas y bebés de hasta 6 meses de vida, es cierto que el paso de los años nos vuelve más sensibles a padecer esta patología. Se produce cuando lo que tenemos en el estómago, que es muy ácido, sube hasta el esófago porque la válvula que los separa no funciona del todo bien. Se trata de algo normal que todos presentamos en algún momento de la vida, pero en algunos casos es más intenso y duradero y es precisamente ahí cuando se convierte en una enfermedad. Te contamos cuáles son sus principales síntomas y qué podemos hacer para que desaparezca.
El más habitual es una sensación de quemazón que sube desde el estómago hacia el esófago, que suele venir acompañado de la regurgitación, que es ese paso de contenidos ácidos hacia el esófago del que hablábamos anteriormente y que, a veces, puede hasta llegar a la boca. En otras ocasiones esto viene acompañado de tos crónica, dolor en el pecho inflamación en la garganta, asma e incluso rechinamiento dental.
Mal cuando afecta la calidad de vida es acudir al médico, “pero también, si tenemos dificultad para tragar los alimentos o líquidos, si hemos perdido peso o si hay restos de sangre en vómito o deposiciones negras”, explica a Europa Press el doctor Carlos Martín de Argila de Prados, médico adjunto del Servicio de Gastroenterología del Hospital Ramón y Cajal de Madrid.
Los médicos suelen hacer especial hincapié en evitar el sobrepeso, erradicar el consumo de alcohol y tabaco, de comidas copiosas y elegir alimentos ligeros en pequeñas cantidades distribuidos a lo largo del día. Además, no a echarse la siesta o irse a dormir hasta que haya pasado al menos 1:30 h después de la ingesta. “Si los síntomas son muy frecuentes durante la noche y, sobre todo, si predomina la regurgitación, se aconseja elevar el cabecero de la cama unos 10 grados para evitar el reflujo”, apunta el doctor.
El diagnóstico suele realizarse a través de la presencia de los síntomas más típicos y la respuesta al tratamiento inicial es una de las formas de corroborar que efectivamente se tiene la patología de forma crónica. En los casos en los que estas medidas no son suficientes, suele recetarse omeprazol, un medicamento que disminuye la secreción ácida del estómago. No obstante, estos fármacos tienen un problema.
“Deben ser pautados por su médico y no deben comenzar a tomarse sin consultarlo previamente con él. Además, es importante que el paciente haga las medidas higiénico-dietéticas anteriormente referidas”. Para los casos más graves podría existir la posibilidad de someter al paciente a una cirugía, sin embargo “es actualmente una opción poco empleada para el tratamiento dada la alta eficacia del tratamiento médico señalado", reconoce Martín de Argila de Prados.