Pelo azul y mucha vitalidad: la influencer de 91 años que visibiliza el párkinson

En España hay entre 120.000 y 150.000 personas que padecen párkinson, diagnosticándose cada año unos 10.000 nuevos casos solo en nuestro país, especialmente en los mayores de 65 años, que representan un 70% de los diagnósticos anuales. Es una enfermedad que afecta al sistema nervioso y que va apareciendo poco a poco, una sintomatología lenta que en unos inicios puede ser un simple y casi imperceptible temblor en una mano. No tiene cura, pero con el tratamiento adecuado se pueden mejorar esos síntomas que afectan al día a día y a los que muchos se anteponen.

Ese es el caso de Sara Blanco, una mujer de 91 años que padece párkinson y que acumula casi 200.000 seguidores en Instagram, donde visibiliza su enfermedad. Ya se han cumplido 40 años desde que comenzaron los primeros temblores, aunque fue más adelante cuando finalmente le diagnosticaron la enfermedad y, con más de 90, se vale por sí misma haciendo prácticamente todas las tareas de su casa o maquillándose ella misma a pesar de las dificultades.

No permite que le condicione la vida

En sus redes la podemos ver con su pelo teñido de azul, sus uñas siempre bien pintadas, su sonrisa siempre presente y vestida de forma elegante, ya que la moda, junto con la cocina, son dos de sus pasiones. Tanto que está inmersa en la elaboración de un libro de recetas de cocina mediterránea y castellana.

Sara es natural de Valladolid pese a que ahora vive en Marbella y, durante este tiempo, ha logrado una gran popularidad en Estados Unidos, donde incluso ha sido imagen de la Asociación Nacional del Parkinson del país. Realmente cuando se inició en el mundo de las redes sociales no esperaba tener tal repercusión, aunque ahora vive esa fama de internet con naturalidad.

Pese a que le diagnosticaron la enfermedad oficialmente hace 10 años, nunca ha permitido que el párkinson controle su vida, aunque sí que reconoce que en la actualidad, al estar en un estado más avanzado, hay cosas que ya no puede hacer. Sin embargo, todo aquello que aún puede hacer, lo sigue haciendo con las mismas ganas de siempre. La enfermedad, cuenta, sabe que está ahí y convive con ella, pero no permite que la condicione y, si tiene que tomarse un poco más de tiempo para realizar cualquier actividad, se lo dedica.