Recurrimos a ella siempre que estamos en un apuro, o cuando no queremos comernos mucho la cabeza en la cocina, o simplemente cuando decidimos darnos un homenaje improvisado por poco dinero. Hamburguesas, pizzas, perritos calientes, patatas fritas, aros de cebolla, pollo frito... es la llamada comida rápida o 'fast food', cada vez más incorporada a nuestra dieta diaria. El problema es que el abuso en su ingesta tiene una relación directa el desarrollo de hígado graso no alcohólico, una afección que puede derivar en cirrosis y cáncer hepático.
Según un estudio reciente publicado en 'Clinical Gastroenterology and Hepatology', las personas con obesidad o diabetes que consumen el 20% o más de sus calorías diarias en comida rápida presentan niveles muy elevados de grasa en el hígado en comparación con quienes consumen menos cantidad o nada.
Aunque investigaciones anteriores habían demostrado un vínculo entre la comida rápida y la obesidad y la diabetes, este es uno de los primeros estudios que demuestra el impacto negativo de la comida rápida en la salud del hígado.
“Los hígados sanos contienen per se una pequeña cantidad de grasa que por regla general representa menos del 5%. Sabemos que incluso un aumento moderado de esos niveles podría conducir a la enfermedad del hígado graso no alcohólico. Nos sorprendió especialmente el aumento severo de la grasa hepática en personas con obesidad o diabetes”, explica la hepatóloga Ani Kardashian, de la Universidad del Sur de California.
Estos hallazgos son “particularmente alarmantes” en un contexto como el actual, en el que el consumo de comida rápida ha aumentado considerablemente en los últimos 50 años. En España el hígado graso no alcohólico, también conocida como esteatosis hepática, ya es la causa fundamental de cirrosis, por encima incluso del consumo de alcohol. Es decir, el abuso de comida rápida “es un tema de salud pública de primer nivel”, advierte la especialista en Aparato Digestivo del Hospital Clínico de Valladolid, Rocío Aller, en 'El País'.
La obesidad causa 2,8 millones de muertes al año en el mundo, reduce la esperanza de vida de 5 a 20 años y es el tercer factor prevenible que más reduce la calidad de vida en España, que es el segundo país de Europa con mayor número de personas afectadas por diabetes, tan sólo por detrás de Alemania.
En la actualidad no existe ningún tratamiento farmacológico para abordar esta dolencia, tan solo la dieta y el ejercicio físico. La dieta recomendada por la evidencia científica es la mediterránea, "que es justo lo contrario de la comida rápida”, recuerda Aller, para quien una posible solución sería bajar los impuestos a la comida saludable y subírselos a la comida rápida para que no sea tan accesible.