Entre 110.000 y 120.000. Esos son los ictus que cada año se registran en nuestro país, según los datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), que señala que el 50% de los pacientes queda con secuelas o fallece. Gran parte de los casos se podrían evitar llevando una vida sana y, en caso de sufrirlo, conocer los síntomas para activar el ‘Código Ictus’ llamando al 112 antes de acudir a cualquier hospital es esencial para tener el mínimo de secuelas posible. Son varios los factores que inducen a provocar un ictus, pero ¿puede serlo también la depresión?
La depresión, con la conciencia que la sociedad está tomando sobre la salud mental, está cada vez más normalizada que ha llegado a establecerse como un síntoma posterior al ictus. Sin embargo, ahora un nuevo estudio publicado en Neurology sugiere lo contrario, que las personas con depresión tienen un mayor riesgo, casi el doble, de sufrir un ictus que las personas que no tienen depresión.
Para la investigación se analizaron casi 27.000 personas adultas, la media de edad era de 62 años y la mitad había sufrido un ictus previamente, de 32 nacionalidades distintas. Los autores los emparejaron con otro grupo de unas 13.000 personas que no habían sufrido un ictus y que tenían una edad, etnia y sexo similar, teniendo todos ellos que completar un cuestionario sobre factores de riesgo cardiovascular, además de su salud mental.
Al final, detectaron que las personas que presentaban síntomas de depresión tenían un 46% más de riesgo de sufrir un ictus que aquellas personas que no tenían síntomas depresivos.
No se quedaron solo en eso, ya que detectaron que aquellas personas que tenían cuatro o más síntomas de depresión tenían un riesgo aún mayor de sufrir un ictus que aquellos que presentaban menos síntomas. Además, detectaron que quienes tomaban antidepresivos no tenían el mismo aumento en el riesgo de ictus que las personas con síntomas que no estaban en tratamiento farmacológico para la depresión.
Los resultados señalan como la depresión establece una mayor probabilidad en el futuro de padecer un ictus, también una recuperación peor tras sufrirlo. Ahora, sus autores señalan que se requiere más investigación sobre este tema, así como nuevas vías terapéuticas que pueden ser eficaces y que hasta el momento no se estaban teniendo en cuenta.