En todos los hospitales y farmacias de España ha habido durante todo este 5 de julio de 2023 un ambiente diferente. "Como de felicidad y alivio", dice María, una paciente de 55 años que ha tenido que ir a hacerse unas pruebas. El adiós a la mascarilla obligatoria tras más de 1.100 días con ella puesta era un hecho. Da incluso alegría el BOE, si es que eso es posible, que ha publicado el decreto aprobado por el Consejo de Ministros que da por finalizada la crisis sanitaria por covid. La pandemia ha pasado, también oficialemente.
Aunque la primera jornada se ha vivido con algo de confusión por parte de algunas personas aún despistadas que se han acercado a las farmacias y centros sanitarios, en general se ha vivido con júbilo. Quienes lo celebran especialmente son los profesionales sanitarios.
José Ramón Martínez Riera, enfermero y vocal de Relaciones Institucionales e Internacionales de la Asociación de Enfermería Comunitaria, aplaude esta decisión y la valora doblemente. "Por una parte -dice-, podemos decir que la situación por el covid está controlada, después de una pandemia tan dura como la que hemos sufrido. Por otra, por fin recuperamos el lenguaje no verbal que tanto hemos echado en falta todos. La mascarilla deshumaniza la comunicación".
Si en la interacción humana en general la comunicación no verbal es relevante, Martínez Riera destaca que cuando se produce entre el profesional sanitario y el paciente, esa importancia se multiplica por cien. "Más allá de un diagnóstico o el tratamiento de una dolencia, la persona necesita un trato humano. Entender y ser entendido. La mascarilla te cubre casi por completo el rostro y se pierden todos los matices. Durante estos años, la comunicación se ha limitado a los ojos y hemos eliminado la emoción y la expresión facial".
Este profesional señala también que el paciente ha tenido que hacer un sobreesfuerzo para hacerse entender. "La ausencia de rostro le limita a la hora de expresarse y de mantener una conversación. El rostro al descubierto, sin embargo, facilita la empatía y la cercanía con el médico o enfermero. Hemos tenido rostros sin emociones, sin saber si estábamos tristes, sonrientes, preocupados o confiados. Todo esto es muy importante en las relaciones humanas, más aún en el ámbito sanitario".
Hoy por fin todo esto se ha recuperado y tanto en las farmacias como en los centros sanitarios, profesionales y pacientes se han vuelto a ver las caras. "Es una gran noticia porque vamos a ver mayor empatía y será un gran apoyo para volver a percibir cómo recibe una persona la información y poder compartir sentimientos, pensamientos y emociones", asegura este profesional.
Habrá otras ventajas añadidas, como poner fin a los malentendidos o no tener que elevar el tono de voz. La ausencia de mascarilla va a facilitar, sin duda, el entendimiento. ¿Cuántas veces han tenido que escuchar los sanitarios eso de "no le oigo bien con la mascarilla? ¿Cuántos pacientes han hecho el ademán de quitársela para oír mejor?
Esta es la última de las medidas una vez controlada la pandemia. Aunque la enfermedad sigue presente, ya no supone una situación de crisis sanitaria, según ha declarado el ministro de Sanidad, José Manuel Miñones, citando informes del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias. Epidemiólogos sanitarios y expertos en enfermedades infecciosas ya manifestaron en abril que había llegado el momento de dejar atrás las mascarillas. Han sido más de tres años de mascarillas.
Dejó de ser obligatoria en exteriores hace casi un año y medio, el 10 de febrero de 2022, y dos meses después, el 20 de abril de 2022, se levantó la medida en la mayoría de los espacios interiores. Se mantuvo en el transporte público, en hospitales, centros sanitarios y farmacias. Finalmente, se retiró en el trasporte en febrero de este año. Con este último decreto nos despedimos de todas las restricciones que se impusieron con la irrupción del virus.
El acuerdo aprobado apela a la cultura de la responsabilidad y recomienda su uso en espacios con personas vulnerables e inmunodeprimidas, como unidades de cuidados intensivos, salas oncológicas y urgencias hospitalarias o de atención primaria, incluida la sala de espera.
También se aconseja utilizar la mascarilla a personas sintomáticas en espacios compartidos y a los profesionales que las atienden. Igualmente, en residencias de mayores y personas con discapacidad se recomienda tomar precauciones adicionales en caso de aparición de síntomas en trabajadores, residentes o visitantes, con el fin de evitar brotes y cuidar el bienestar físico y emocional de los mayores.