Moscas, mosquitos, abejas, avispas, arañas y demás familia. No habrá criaturas más cumplidoras cuando se trata de incordiarnos en verano. Por poner un ejemplo, entre el 56 y el 94% de los adultos hemos sido picados al menos una vez por una abeja o una avispa. Excepto en casos graves, uno no sabe lo molesto que puede llegar a ser hasta que no le pican en la nariz. Lo descubrió el estadounidense Michael Smith, investigador del Instituto Max Planck, después de ofrecerse como voluntario para dejarse acribillar por un enjambre de abejas con el fin de saber dónde duele más una picadura.
No fue divertido para él ni lo es para nadie, aunque, afortunadamente, las reacciones que precisan tratamiento médico son poco frecuentes, según la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC). Lo importante es identificar qué bicho te ha picado y cuándo es grave o potencialmente grave una reacción. Aunque parece que todas las picaduras causan inflamación, picor y enrojecimiento, hay algunos matices que marcan la diferencia.
En general, para aliviar las molestias, habrá que aplicar hielo y limpiar con agua y jabón de manera suave para no romper las posibles ampollas. Hay que evitar rascarse para no erosionar la piel y también para impedir infecciones. El médico o alergólogo indicará si es necesario un antihistamínico oral o aplicar un corticoide tópico.
Veamos cuáles son las picaduras más comunes:
Su veneno está compuesto por proteínas y enzimas que al ser inoculadas producen una rección tóxica local que, en la mayoría de las personas, no es alérgica. Es una respuesta que desaparece antes de 48 horas y se caracteriza por picor, dolor e inflamación en el punto de la picadura con un diámetro que no supera los diez centímetros. Si hay aguijón, es importante retirarlo con los dedos o pinzas esterilizadas, lavar la zona y aplicar frío local. Si el picor es molesto, se puede tomar algún antihistamínico oral; y si la rección es extensa, a veces se recomienda el uso de corticoides. Cualquier fármaco necesita prescripción médica.
Quienes han sido picados y han formado anticuerpos específicos pueden sufrir una reacción alérgica. El diámetro de la inflamación es mayor y persiste más de 48 horas. Otra cosa son, según la SEAIC, las reacciones sistémicas. Se presentan solo en personas alérgicas y solo entre un 2,3% y 2,8% de las picaduras desarrollan una reacción así. Generalmente ocurre a los pocos minutos y, además de la reacción local, aparecen síntomas en cualquier órgano: prurito, urticaria generalizada, vómitos, diarrea, relajación de esfínteres, debilidad, confusión, hipotensión y pérdida de consciencia (shock anafiláctico).
La actuación rápida puede salvar al paciente. En estos casos se usan inyectores de adrenalina. Los pacientes alérgicos deberían llevar consigo al menos dos autoinyectores de adrenalina, antihistamínicos y corticoides. Es también imprescindible acudir al alergólogo para que estudie el caso y valore la posibilidad de recibir una vacuna frente al insecto responsable de la reacción.
Es la más habitual y la que más incordia en las noches de verano. Su único síntoma es picor y, en algunos casos, inflamación de la zona con forma de haba roja y un pequeño punto en el centro.
Más que picar, muerden. Se identifican porque dejan dos marcas de punción y una pústula enrojecida y sensible. Aunque tarda en desaparecer, no merecen más cuidado que una buena higiene. Las arañas que se ven habitualmente en las casas no son peligrosas, sí lo son otras, como la viuda negra o la tarántula, cuya mordedura reviste mayor gravedad. Pueden incluso llegar a ser mortales.
Se reconoce porque actúan en manada, casi siempre por la noche, y dejan racimos de erupciones rojizas en la zona del cuerpo atacada, generalmente manos, pies o cuello.
También atacan en grupo y suelen dejar tres o cuatro picaduras en línea recta en cualquier parte del cuerpo. Tienen forma de ronchón rojizo y un pequeño halo alrededor. El picor aparece inmediatamente y manera intensa. Pueden provocar urticaria o una erupción cerca de la mordedura. Es importante evitar rascara para no derive en infección bacteriana.
Son parásitos y su picadura provoca un enrojecimiento intenso, erupción, sensación de ardor y dolor. Tienen preferencia por las axilas, la ingle y la cabeza. En los casos más graves, dificultad para respirar. Es importante extraer la garrapata cuidadosamente con unas pinzas para evitar que la cabeza quede en el interior de la piel. Aunque la picadura e inofensiva, la garrapata es transmisora de algunas enfermedades.
¿Quién no se ha encontrado alguna vez un ejército de hormigas bajo los pies? Su mordedura, además de ser dolorosa, deja la piel con sarpullido e hinchazón. Especialmente intensa es la de las pequeñas hormigas de fuego. Sus síntomas -puntos rojos, pústulas o ampollas blancas- pueden aparecer hasta dos días después.
Es verdad que hay personas que son auténticos imanes para los mosquitos y otras pasan desapercibidas. Investigadores de la Universidad Rockefeller de Nueva York observaron que los insectos se sienten atraídos por los ácidos carboxílicos, un grupo de moléculas que cada persona segrega en cantidades diferentes y multiplican por cien el interés para algunos mosquitos. Otro estudio detectó la preferencia de los mosquitos tigres por el grupo sanguíneo 0. No se ha demostrado que ocurra igual en los mosquitos comunes.