La paradoja del abstemio: ¿de verdad tienen peor salud y mueren antes?

  • Algunos estudios muestran que los abstemios gozan de peor salud y mueren antes que otros individuos en el mismo rango de edad: ¿paradoja médica o dificultades estadísticas?

  • La mayoría de los abstemios no lo son de forma voluntaria: o bien han sido adictos al alcohol o no pueden tomarlo por razones médicas

  • Beber hasta 20 gramos de alcohol al día no produce efectos relevantes en la salud, pero el alcohol no es inocuo: está relacionado con varios tipos de cáncer, con el hígado graso y con problemas cerebrales y cognitivos

Nadie duda de que ser alcohólico es una adicción que desencadena graves problemas de salud. Sin embargo, antes de ser adicto, beber alcohol en determinadas ocasiones, casi siempre relacionadas con eventos sociales o momentos de ocio, está bien visto. Por poner un solo ejemplo, en las fiestas patronales de cualquier autonomía de España se despacha a alcohol a menores de 18 años sin mayor problema, hasta el punto de que pedir un DNI para comprobar la edad del cliente joven es algo excepcional. Los mayores de edad, en cambio, sufren la presión de los bebedores: cuando un adulto no toma una bebida alcohólica suelen surgir bromas alrededor. El tono oscila entre la condescendencia y la culpabilidad del que sí está bebiendo.

El escenario social es propicio a la bebida. De manera recurrente, se publican artículos que en los que se dice que beber una copa de vino es bueno para la salud cardiovascular o que la cerveza es rica en ciertos micronutrientes. Pero el titular más llamativo es el que afirma que las personas que no beben alcohol son más sedentarias, tienen peor salud y mueren más. Es lo que se llama la paradoja abstemia. ¿Pero es realmente una paradoja o una mala deducción estadística? Tanto en un caso como en otro, la industria ha aprovechado esta realidad para seguir insistiendo en la idea de que beber un poco no está del todo mal.

¿Quién quiere ser abstemio?

Mario Novales falleció en el año 2000 a los 60 años. No había probado el alcohol en su vida. De adolescente empezó a sufrir ataques epilépticos, una circunstancia que le obligó a estar medicado de por vida. Los médicos le prohibieron beber y cumplió sus recomendaciones. Pero la enfermedad y la medicación contra las convulsiones hicieron mella en su salud. Con apenas 50 le extirparon un riñón y, desde entonces, su estado físico se resintió. Murió joven y perfectamente abstemio.

Como este caso, hay muchos. En la actualidad, ya se sabe que quienes viven menos no mueren antes por no beber, sino por otros problemas de salud que les han obligado a abandonar el alcohol o a no probarlo. Es decir, algunas patologías preexistentes -de la adicción a enfermedades orgánicas- son las que conducen a ser abstemio en muchos casos. El mayor estudio sobre alcohol y mortalidad en España, que se dará a conocer próximamente, profundiza en esta peculiaridad. Muchos expertos ya venían hablando de la dificultad de encontrar un universo de individuos que no probaran el alcohol de manera voluntaria y gozaran de buena salud. Hasta que no se halle ese universo relevante, es posible que las conclusiones sigan apuntando a la paradoja que conocemos.

¿Qué se considera beber?

Con un universo de referencia tan escaso y poco representativo, lo que se muestra hasta ahora es que los que no beben nada mueren más en el mismo rango de edad, la tendencia baja ligeramente entre los que afirman tener un consumo moderado y, a partir de ahí, cuando se pasa de 20 gramos diarios, va subiendo a medida que la ingesta alcohólica aumenta.

20 gramos diarios de alcohol corresponden a dos cervezas. Cualquiera que supere esa cantidad ya no es bebedor ocasional, sino simple y llanamente 'bebedor'. En España sí hay un grupo grande de bebedores ocasionales, personas que beben alcohol un par de veces al mes, y que, a falta del universo real, sí pueden representar a los abstemios sanos en el tratamiento de datos a través del cual se desarrolla cualquier estudio médico.

Este, el de los bebedores ocasionales, es precisamente el grupo que menor mortalidad presenta, en la misma medida que quienes beben hasta 10 gramos de alcohol al día y el siguiente, de 10 a 20 gramos. Como referencia, una lata de cerveza de 33 cl. contiene unos 12 gramos, similar a una copa de vino. Un gran estudio internacional publicado en la revista JAMA arroja resultados similares.

Proporción y cantidad

Las conclusiones del estudio de JAMA y de muchos precedentes es que hay una relación directamente proporcional entre alcohol y mortalidad: a más bebida, más muertes. En pequeñas cantidades, hasta 20 gramos, la mortalidad no sube. La clave está en conocer en qué proporción el alcohol es dañino, algo que no está suficientemente divulgado: casi un 20% de los que beben dan como razón que es un hábito saludable, un dato que va en aumento en los últimos años, según EDADES, la macroencuesta del Plan Nacional sobre Drogas del ministerio de Sanidad.

Sin embargo, incluso la ingesta ocasional de alcohol presenta amenazas para la salud: es una sustancia tóxica que favorece el desarrollo de ciertos tipos de cáncer, está asociado al deterioro cognitivo y cerebral, y se le relaciona con el hígado graso, una patología que puede desembocar en un daño hepático permanente. Cada vez más divulgadores científicos alertan de que el alcohol no es bueno en ninguna de sus formas. Puede que solo así, informando de manera realista, sea más fácil encontrar personas sanas que sean abstemias de manera voluntaria. Será la única manera de conocer el impacto real tanto del alcohol y como de la ausencia de alcohol en nuestra salud. Y quizá sea también la oportunidad de desmentir la famosa paradoja del abstemio.