Hace unos meses conocimos la historia de María Branyas, la mujer española que ostenta el título de persona más longeva del mundo a sus 116 años. Por su edad ha vivido algunos de los acontecimientos históricos más importantes del último siglo, uno de ellos la pandemia, que le tocó de muy cerca tras contagiarse a los 113 años y lograr recuperarse. Ahora la mujer se une a la ciencia al formar parte de una investigación en la que buscan el secreto de la longevidad en sus genes. Porque claro, qué mejor para ello que contar con la colaboración de la mujer más longeva del mundo.
La investigación sobre su material biológico corre a cargo del doctor Manel Esteller, director del Instituto de investigación contra la leucemia Josep Carreras. El científico se acercó un día a la residencia de la mujer por la curiosidad que le despertaba su caso y aquel encuentro, lejos de calmar esa curiosidad, la acrecentó hasta el punto de que hoy es la protagonista de una de sus investigaciones.
“Tiene la cabeza lúcida. Recuerda con impresionante nitidez episodios de cuando solo tenía cuatro años y no presenta ninguna enfermedad cardiovascular habitual en las personas de edad avanzada. Solo tiene problemas de movilidad y de oído”, señala el investigador a ABC, pues pese a que su edad cronológica está clara, lo más probable es que la biológica sea mucho menor a sus 116 años.
Está claro que la longevidad de María va más allá de los hábitos que ha tenido a lo largo de su vida, pues varios miembros de su familia han superado ampliamente los 90 años. Actualmente investigan los 200 genes relacionados con el envejecimiento para comprobar cómo se ha producido en el organismo de la mujer, ya que sospecha que ha sido selectivo al tener un cerebro prodigioso, pero problemas de oído. Finalmente, esos resultados van a compararse con los de su hija mediana, de 79 años.
“El estudio de las células de María esperamos que nos dé claves nuevas sobre cómo abordar las enfermedades neurodegenerativas o cardiovasculares asociadas a la edad y el cáncer”, cuenta Esteller al diario mencionado.
Entre los hábitos que Brayas siempre ha seguido y que podrían esconder algunas claves de su longevidad está que nunca ha hecho dieta, es más no se ha privado de nada, aunque el matiz se encuentra en no abusar y optar por la moderación siguiendo una dieta saludable. Además, si el café no falta en su vida tampoco lo ha hecho el yogur, pues se toma uno cada día prácticamente desde que tiene uso de razón.
Por su parte, la tranquilidad siempre ha sido un pilar importante en su vida que le ha dado estabilidad emocional y familiar lejos del estrés que, en ocasiones termina por desbordarnos. Y relacionado con esto último, la mujer más longeva del mundo siempre ha huido de las personas dañinas, de aquellas que consideraba tóxicas y que podían crear ambientes tensos o de mal rollo.