La ciencia explica por qué hay personas incapaces de dormir sin taparse

Aunque taparse pueda parecer una simple manía a la hora de acostarse, es mucho más que eso. Y es que son muchas las personas que no conciliar el sueño si no tienen algo para cubrirse por encima del cuerpo, no solamente en los meses más fríos, sino también, en aquellos más cálidos.

Hay muchas personas que tienen la necesidad de taparse para poder conciliar el sueño haga la temperatura que haga. Este hábito adquirido tiene una explicación científica muy sólida.

¿Qué dicen los expertos?

El gesto de abrigarse de noche, más común de lo que pensamos, responde a una necesidad física. A la hora de irse a dormir la temperatura de nuestro cuerpo cae unas décimas de grado, de manera que en la primera fase del sueño tenemos una sensación de frescor que nos lleva a taparnos, aunque haga calor en el ambiente.

El factor que determina si alguien se tapa o no, no depende de la temperatura ambiental sino de nuestro metabolismo y temperatura interna. Además, hay otros factores que influyen como el exceso de peso, que dificulta la regulación de la temperatura corporal. De manera que, ante las mismas condiciones, e incluso en la misma habitación o cama, una persona puede tener la necesidad de taparse y, la otra, de dormir completamente desabrigada.

“Cuando nos vamos a dormir, nuestra temperatura cae unas décimas de grado. Esto hace que tengamos una sensación de frescor en la primera fase del sueño”, detalló el miembro de la junta directiva de la Sociedad Española de Sueño y responsable de la unidad del sueño del Hospital de Lieja en Bélgica, el doctor Francisco Javier Puertas.

“Aunque haga calor en el ambiente, sentimos esa sensación de frescor y la necesidad de taparnos”, agregó el especialista, indicando que todo se debe a la temperatura corporal que tenga cada uno y no a la temperatura ambiente que exista en el lugar. Incluso, esta caída de la temperatura es visible en nuestro cuerpo mientras dormimos. “Si te fijas, verás que cuando alguien se está durmiendo se le ponen las orejas rojas. Se contraen los capilares por la pérdida de temperatura. Eliminamos parte de nuestra temperatura pasándola al ambiente”, explica Puertas.

Por lo mismo, se da la situación que mientras más abrigados estemos, más fácil es poder cerrar los ojos. “La sensación de estar menos expuestos a ese frescor inicial favorece el sueño”, añade.

También se da el caso contrario, es decir, aquellas personas que han empezado a dormir sin cubrirse pero que a mitad de la noche necesitan taparse con la sábana. Según Alice Hoagland, directora del Centro de Desórdenes del Sueño de Rochester, durante la segunda mitad de nuestras horas de sueño nuestro cuerpo tiene más dificultad para regular la temperatura, por lo que pasamos a darnos calor con una manta.

¿Cuál es la temperatura ideal para dormir?

Los expertos aseguran que dormir en una habitación fría (incluso por debajo de nuestro confort), tiene numerosos beneficios para la salud. Por ejemplo, el reconocido neurólogo Christopher Winter indica que dormir en una habitación fría nos permite tener una temperatura corporal más acorde a tener una mayor calidad del sueño.

Cuando nos disponemos a ir a la cama entra en juego la melatonina, la hormona que prepara el cuerpo para dormir. Esta, entre otras cosas, baja la temperatura corporal para ayudar a conciliar el sueño, pero si el ambiente es demasiado cálido el cuerpo tiene problemas para autoregular la temperatura y en consecuencia, el cerebro no genera el nivel de melatonina necesaria. Esto provoca que te resulte más difícil conciliar el sueño y que, una vez te duermas, no alcances la fase REM. Por lo que será un sueño muy ligero, fácil de perturbar y fragmentado y te impedirá lograr un descanso de calidad.

La solución, aunque parezca mentira, no es que creemos un ambiente frío, sino mantener la temperatura adecuada en la habitación en la que descanses. Los científicos aseguran que la temperatura ideal que debe tener el dormitorio para descansar correctamente debe encontrarse alrededor de los 21ºC.